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Las medusas se adelantan al verano

Raquel C. Pico MADRID / COLPISA

SOMOS MAR

ANA GARCÍA

La Costa Brava registra la primera gran invasión de aguamares del año, pero todo apunta a que llegarán también a las demás costas españolas. Es la tendencia creciente de los últimos años,

23 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El tiempo de playa en primavera ha empujado a la gente a las costas para disfrutarlo, pero alguien más ha tenido una idea parecida. Las medusas han empezado ya a dejarse ver. La Costa Brava ha registrado la primera gran invasión del año, pero es poco probable que vaya a estar sola. Como calcula el profesor Josep-Maria Gili, del Institut de Ciències del Mar (CSIC), pronto se encontrarán también en otras áreas de la costa española.

«Las llegadas de medusas son variables, tanto en el momento temporal como en su distribución espacial», explica Diego López Arquillo, buzo científico e investigador de la Universidad Europea de Canarias. Son múltiples factores los que impactan en ello y lo que hace, a su vez, «que la gestión y predicción de estas situaciones sean complejas y dinámicas». En resumidas cuentas, no se puede decir cuántas medusas llegarán a cada lugar y cuándo lo harán de forma incuestionable.

Con todo, escuchando a los expertos, parecen inevitable asumir que este año -que ha sido seco y cálido- ha creado un entorno amigable para su presencia.

Las causas de la proliferación

En general, las medusas están ahí y su presencia queda fuera de dudas. Cada verano las vemos y lo hacemos más. Este bum —porque estar ya estaban, pero no tanto— es «un fenómeno reciente pero que va in crescendo», resume Gili. «Cuando aparecen en las playas, aparecen más frecuente y en enjambres», señala.

¿Cuáles son las razones de este crecimiento? En primer lugar, impacta la sobreexplotación del océano, explica el experto. «Estamos sacando a los organismos que se las comen», sintetiza. Las medusas comen plancton y no tienen ahora mismo problemas para acceder a su fuente de alimentación. No ocurre lo mismo, sin embargo, con las especies que a su vez se comen a las medusas, que están en una situación más precaria.

En segundo lugar, su presencia también se conecta con los cambios de temperaturas. Como recuerda Gili su aparición en las playas es un fenómeno estacional, conectado con las temperaturas del agua del mar y sus ciclos de vida. Eso era también lo que explicaba por qué antes las veíamos solo en los meses de vacaciones.

«Estaban en verano en la playa porque coincide con su reproducción», apunta. Ahora, llegan antes —en marzo ya se ven— y se van más tarde —septiembre, incluso octubre—, lo que les da tiempo a tener más ciclos de reproducción. Como resume Gili hay más progenitores, más huevos, más pólipos (una de sus fases de vida), en resumen, más medusas.

Menos lluvias, más ejemplares

Pero además no se trata solo de una cuestión de multiplicación de los ciclos de reproducción, sino también de cambios en las condiciones de los entornos. Lo habitual era que las primaveras fuesen lluviosas, con lo que los ríos y otras escorrentías llevaban agua dulce a las costas. Esto hacía que las aguas costeras fueran distintas a las de mar abierto y menos receptivas a las medusas.

Se convertían en un elemento disuasorio natural. «Había años que eran secos y no había barreras», indica Gili. Por eso, en el pasado, cada 10 o 12 años había una suerte de invasión de medusas. Ahora, sin embargo, esas condiciones se dan todos los años. «Las aguas costeras son más similares a las de mar abierto que antes», explica.

López Arquillo suma otro elemento: los cambios en las corrientes marinas, «que pueden transportar larvas y medusas adultas a nuevas áreas, aumentando su presencia en costas donde antes no eran comunes». «La entrada de una especie invasora siempre implica un desequilibrio para el ecosistema invadido», apunta. En un nuevo destino carecen de depredadores y esto les permite multiplicarse, incluso mover a las especies nativas.

El aviso que traen las medusas

En cierto modo, se podría decir que las medusas son un aviso del océano de que algo está ocurriendo. «Imagínate que vas a la playa y te encuentras una botella con un mensaje, es del océano y pide ayuda. Las medusas son eso», señala Gili. Son algo más que una molestia para disfrutar de la playa.

«Las proliferaciones tienen varias implicaciones negativas para los ecosistemas marinos y las actividades humanas, más allá de ser un problema para los bañistas», indica López Arquillo. Nos pueden estar avisando de que estamos ante un ecosistema «desequilibrado o en declive», de que se ha contaminado demasiado o de que se ha pescado en exceso.

Y también advierten de problemas económicos. En la pesca, pueden adelantarse a una escasez futura en los caladeros. «No van a cualquier sitio, no son tontas», resume Gili. Se asientan en zonas con bancos de peces donde podrán comer en el desove, lo que machaca la población del banco. El problema no es tan grave en este momento, pero podría serlo.

Donde sí son ya una cuestión de presente y no de futuro es para la industria turística; algo especialmente peliagudo para un país, como España, que tiene en sus playas uno de sus grandes reclamos. Gili no cae en el alarmismo —como a veces sí hacen los titulares de los medios extranjeros—, pero sí defiende la importancia de la transparencia.

«La información es básica para que se tenga tranquilidad», insiste. No se debería tapar que las medusas han llegado a alguna playa para no perjudicar la temporada. «Hay que tomar precauciones, como con un temporal», resume. Si aparecen unos días, se acabarán yendo, algo que los bañistas deberían aprender. Cerrar la playa puede ser necesario: dos carabelas, por ejemplo, lo hacen inevitable. Saber qué ocurre es fundamental también para responder si, a pesar de todo, pica una medusa.

Algunas pautas de prevención

Ante las medusas, Josep-Maria Gili recomienda ante todo sentido común. No bañarse si nos están advirtiendo de que están en la costa es, de entrada, la recomendación más lógica. Untarse bien de crema solar no solo protege del sol, también pueden hacer que la piel sea menos receptiva a la picadura. Y si pican no se debe aplicar amoníaco, ni alcohol, ni vinagre ni vendajes a presión, por mucho que diga la -errada- sabiduría popular. Tampoco es recomendable frotar la zona. Cada medusa tiene un protocolo de actuación diferente, pero la Guía de identificación de medusas y otros organismos gelatinosos, publicada por el Institut de Ciéncies del Mar y CSIC, recomienda como patrón general para todas eliminar los restos, lavar con agua de mar y aplicar frío en el sitio afectado. Por supuesto, ante complicaciones o incluso si no se tiene muy claro qué hacer, la mejor solución es acudir a profesionales sanitarios. En las playas que cuentan con personal de socorro, sus profesionales saben ya qué se debe hacer.