Monedas y billetes sí, tarjetas no: ¿Por qué hay bares en Santiago que se niegan a cobrar con datáfono?

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Una transacción con TPV.
Una transacción con TPV. CESAR QUIAN

Aunque la gran mayoría de los establecimientos de Compostela explican que las transacciones con TPV son cada vez más frecuentes, hay reductos que se resisten a incluir este método de pago. Como curiosidad, algunos son de los más frecuentados por los estudiantes

25 mar 2024 . Actualizado a las 09:18 h.

¿Cuántas veces sale una persona de casa sin monedas ni billetes en el bolsillo? También cuantas, yendo a pagar a la barra los cafés que ya se habían consumido en la mesa, se ha escuchado la siguiente expresión: «Solo cobramos en efectivo». Si bien en Santiago la gran mayoría de los establecimientos hosteleros utilizan la TPV para sus transacciones, existen algunos locales que todavía se niegan a instaurar este método. Señalan que la decisión parte o bien de una cuestión de ideales o bien de no querer que el banco se lleve el porcentaje correspondiente de sus ganancias; por eso hay bares y restaurantes que establecen una cantidad mínima para cobrar con tarjeta. Pero, y tú, ¿qué harías si al pagar la cuenta te mandaran al cajero más cercano a sacar un billete?

Según la normativa, los establecimientos —ya sean cafeterías, bares o restaurantes— no tienen la obligación de admitir el pago con tarjeta ni de equiparse con un datáfono. Además, de hacerlo, tienen libertad para establecer una cuantía de pago mínima, que en Santiago suelen ser veinte o treinta euros. Eso sí, deberán de informar al usuario con una indicación que esté lo suficientemente visible. Pasa, por ejemplo, en el mítico Cañahueca, uno de los bares preferidos por los estudiantes de Historia o de Filosofía por la cantidad de tapas que incluyen con la consumición. En la puerta, nada más entrar, un cartel lo indica: «Solo pago en efectivo». Además, le ampara su fama: «No es ningún secreto, ya sabes que cuando vas al Cañahueca no puedes pagar con el móvil. Nosotros casi nunca llevamos efectivo encima, pero aunque sea vas antes a sacarlo», explican unos jóvenes sentados en una de las mesas de la terraza.

Es curioso ver cómo algunos de los locales más frecuentados por los universitarios no contemplen la opción del TPV. Ellos, que aprendieron a pagar sin dinero físico, se amoldan a las costumbres de algunos establecimientos que han decidido conscientemente no incluir esta forma de interacción económica. Pasa, por ejemplo, en el pub Tarasca. Allí, tanto para una cerveza como para una copa o un agua, se tiene que pagar con monedas o con billetes. De hecho, ni siquiera hay un datáfono. «Antes de salir de fiesta, parada obligatoria por el cajero», dice una joven estudiante que, además, admite que ya no lo ve como algo raro. «En un principio sí que te llama la atención, porque vas a pagar lo que has pedido y de repente no llevas nada encima. Luego ya te acostumbras; todo el mundo conoce Tarasca y no creo que nadie vaya a día de hoy sin monedas», continúa. 

Pero, ¿qué pasa si en un lugar sin TPV uno se dirige a pagar y se encuentra sin calderilla? «Una vez me dijeron de dejar el DNI en la cafetería mientras iba al cajero», recuerda una compostelana a este medio. Y basta con navegar por las reseñas de Google de los establecimientos sin datáfono para corroborar que, efectivamente, el hecho de que no se admitan tarjetas es algo que llama la atención de los consumidores. «He estado en sitios donde solo admiten pago en efectivo y estaban mil veces mejor indicados que en esta cafetería», «solo se puede pagar en efectivo y lo indica únicamente con un cartel al lado de la caja», «solo aceptan tarjeta a partir de los 20 €, el personal no lo aclara al hacer la orden y solo figura en un cartel que casi no se ve» o «exigen dejar el DNI para salir a buscar el dinero a un cajero» son algunas de las más recientes vertidas sobre la página de una cafetería del ensanche en la que no se permite pagar con datáfono.

Desde algunos locales consultados por este medio dejan constancia de que, cuando los clientes proceden a pagar, lo suelen hacer con el móvil o con tarjeta. Por eso, para ellos sería inoportuno quitar los datáfonos del local. Los datos lo avalan: tal y como ya contó este medio en otras ocasiones, más del 60 % de la población prefiere pagar con tarjeta. En la plaza de Mazarelos y en sus inmediaciones, donde también hay un par de bares en los que no disponen de datáfono, los jóvenes sentados alrededor de una de las mesas reflexionan con que cada vez es menos habitual pillarlos con dinero en efectivo encima. «Es raro que lleve alguna moneda. Me ha pasado de llegar a una barra, que no me cobraran con efectivo y no saber qué hacer», explica unos de ellos, aunque al final, «siempre acabamos apañando».