Un océano de posibilidades para la fachada marítima de A Coruña

A CORUÑA CIUDAD

Paisajistas, urbanistas e ingenieros proponen aprovechar la conversión de los muelles para crear nuevas instalaciones deportivas, zonas verdes, miradores, viviendas, locales de hostelería, una senda peatonal, edificios icónicos y transformar la lonja con restaurantes y otros usos

28 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Las Administraciones se enfrentan al reto de diseñar para la fachada marítima de A Coruña un proyecto integral, que resuelva las necesidades de la ciudad y sirva para el disfrute de vecinos y turistas. Ya pasaron 20 años desde que en el 2004 se firmaron unos convenios que reflejaban la liberación de los muelles por el traslado de la actividad industrial a Langosteira. Aunque el acuerdo está caducado, todavía no se ha decidido cuál será la estrategia para integrar 800.000 metros cuadrados de terrenos portuarios en la trama urbana. Todos los expertos consultados recomiendan diseñar un proyecto con altura de miras, que tenga en cuenta la totalidad del espacio.

Batería y trasatlánticos

Un futuro que pasa por las zonas verdes. El muelle de Batería alberga desde esta semana una concesión a la Fundación Marta Ortega Pérez para su acción cultural, un modelo que puede ser replicado por otras entidades. Batería y Trasatlánticos forman un espacio de 52.000 metros cuadrados que pueden acoger zonas verdes y ser una continuación de los jardines, con el soterramiento del tráfico hasta la plaza de Ourense y la demolición de algunas construcciones. El ingeniero de Caminos, Carlos Nárdiz, que coordinó un estudio encargado por el Concello a la UDC, considera que «en ese frente hay edificios equivocados», como Los Cantones Village, el hotel Atlántico, la Policía Nacional y Portos de Galicia.

Calvo Sotelo

Una biblioteca en los silos o un lugar de espectáculos, entre las opciones. Junto a los dos muelles anteriores se sitúa el de Calvo Sotelo, una explanada de 48.000 metros cuadrados, en los que se ha planteado hacer un inmueble icónico. Nárdiz ve posible situar el edificio de la estación marítima, pero apuesta por «una edificabilidad mínima». La paisajista Isabel Aguirre de Urcola resalta que los silos de hormigón que se conservan «son una obra de ingeniera fantástica», por lo que plantea hacer una intervención con ellos. «A Coruña necesita una biblioteca pública, con exposiciones y arte, como la de Copenhague», sugiere Aguirre. Esta idea la defendió el que fue concejal de Urbanismo y Vivienda entre el 2003 y el 2004, José Luis Méndez Romeu, que sostiene que faltan equipamientos de cultura en la ciudad. «No tiene una gran biblioteca central o un centro de espectáculos moderno que permita hacer ópera, ni un centro polivalente como el Barbican de Londres», enumera el exparlamentario. Mientras, el arquitecto José Antonio Franco Taboada, exdirector de la Escola Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña, opina que si se hace un edificio «tendría que ser para uso público», como «un museo, igual con un restaurante». «El Guggenheim ha funcionado muy bien», añade, aunque recalca que estos inmuebles son muy costosos «y luego tienen problemas». Además, aboga por mantener las «reliquias industriales» como las grúas del puerto.

Linares Rivas y a palloza

La lonja, a debate. Continuando por el borde litoral se encuentran los muelles de Linares Rivas, de 57.735 metros cuadrados, y A Palloza, de 55.022, donde aún hay actividad portuaria. Son cuantiosas las oportunidades de una zona donde destaca el edificio de la lonja. «Podría integrar incluso restaurantes y cafeterías. La gente iría como sucede en otras ciudades, pero se deben tener en cuenta criterios más modernos porque la lonja tal como está es poco acogedora. Se podría integrar la vegetación dentro», propone Franco Taboada. Más tajante es Isabel Aguirre, quien sostiene que «habría que trasladar el uso de lonja al puerto pesquero», el de Oza, para luego abrir el inmueble al público. «El edificio de es reutilizable. Se puede hacer una actuación del tipo que se ha hecho en Lisboa y albergar oficinas o restaurantes», aconseja.

San Diego y petrolero

Viviendas, sobre la mesa. 394.752 metros cuadrados son los que forman San Diego y el muelle Petrolero, donde seguramente habrá viviendas, pero la cuestión es cuántas. Aguirre de Urcola hizo una propuesta en el 2001 que contemplaba combinar pisos de protección oficial y libres, junto a un parque de 78.000 metros cuadrados. Los convenios del 2004 planteaban unas 5.700 viviendas y después un estudio de la UDC optaba por 3.500, con cuatro alturas. «Reducir la edificabilidad es lo sensato, pero A Coruña necesita vivienda. Puede haber hoteles, oficinas... Todo depende de cómo se haga», reflexiona la paisajista. Este extremo es importante para todos los expertos. «Si quieres abrir la ciudad al mar y colocas un edificio de siete plantas la estas cerrando. Eso es antagónico», considera el profesor de Economía de la UDC y expresidente de la Xunta, Fernando González Laxe. Pero no todos están de acuerdo con esa reflexión, pues José Antonio Franco cree que «en vez de hacer una serie de edificios de cuatro o cinco plantas, mejor menos y más altos para, que circule el aire entre ellos». Por su parte, el ingeniero Carlos Nardiz apuesta por una cierta edificabilidad en el muelle petrolero, «porque los nuevos espacios que se generan tienen que tener vida y no estar asociados solo a determinadas actividades de ocio, pues la gente que viva y pasee por allí dotará al barrio de identidad».

Centenario

Plantean instalaciones deportivas. Un proyecto del urbanista Joan Busquets planteaba una isla con edificios singulares y un lago. «Soy defensor todavía hoy del plan de Busquets. Es la visión global más integradora de las que se han hecho», sostiene Méndez Romeu. Otros proponen que el Centenario, de 125.670 metros cuadrados, tenga instalaciones deportivas. Aguirre de Urcola habla de «una zona para hacer deportes náuticos», de mucha tradición en la ciudad. También apuesta por «unir todos los muelles» a través de una senda por la que se pueda ir caminando. Este espacio amable es el que sugiere el arquitecto Franco Taboada: «Habría que crear miradores, áreas de descanso e instalaciones adecuadas para actividades deportivas».

Oza

El lugar de la pesca. El muelle de Oza es el que, sí o sí, tendrá actividad portuaria, pues acoge la actividad pesquera y todo apunta a que seguirá haciéndolo. De hecho, la posibilidad del traslado de la lonja a este punto se puede poner sobre la mesa. «Si los barcos están en el muelle de Oza, no es lógico estar trasegando con los camiones por todo el puerto», cree Isabel Aguirre. Con todo, esta dársena también tiene usos relacionados con el ocio. Esta semana, la Autoridad Portuaria lanzó un concurso público para recuperar el servicio de hostelería que se prestaba, que había dejado de funcionar hace ya varios años.

César Díaz es el presidente de la Autoridad Portuaria de Santander.
César Díaz es el presidente de la Autoridad Portuaria de Santander.

César Díaz Maza: «La Fundación Botín permitió abrir un espacio estratégico»

El puerto de Santander se reconvirtió mediante un pacto entre las Administraciones y la Fundación Botín, que construyó un centro de arte y financió el soterramiento del tráfico y la urbanización del muelle de Albareda. El presidente de la Autoridad Portuaria, César Díaz, conoce bien el proceso porque era edil de Fomento y Urbanismo en el Ayuntamiento de la capital cántabra durante la planificación y ejecución del Centro Botín.

—¿Fue beneficiosa la colaboración público-privada?

—Absolutamente. Contar con una institución como la Fundación Botín y su deseo de afrontar la construcción de un centro de estas características ha permitido abrir al uso ciudadano un espacio estratégico junto a la bahía y en pleno centro de la ciudad. La participación activa de ambas Administraciones [Ayuntamiento y Puerto] fue determinante para la materialización del proyecto, desde el convencimiento de los beneficios que suponía recuperar para los santanderinos los terrenos.

—¿Un cambio sustancial en la configuración de la ciudad?

—Sin duda. Se ha revalorizado un enclave que ya de por sí era muy relevante, pero que gracias a esta actuación lo es mucho más. Ampliar los Jardines de Pereda, soterrar el tráfico, permitir que el ciudadano pueda estar en contacto con la bahía, dotar a la urbe de un equipamiento cultural de primer orden; y, sobre todo, comprobar el resultado después de su ejecución, confirma lo que nos imaginábamos durante la planificación. En la urbanización hubo mucha coordinación y participación entre todas las partes.

—La fundación invirtió 80 millones en el centro. ¿Consiguió atraer turistas?

—Sí, el Centro Botín es una seña de identidad de Santander y un atractivo cultural, que contribuye a la desestacionalización del turismo. Desde el punto de vista portuario, además de los términos económicos de la concesión en cuanto a tasas, es lo primero que ven los pasajeros de los cruceros. Recibió 166.015 visitantes en el 2023, un 10% más que en el 2022 y subieron casi un 30 % las visitas internacionales.

—¿La selección del arquitecto Renzo Piano fue de la fundación?

—Sí, y muy acertada. Tener su primera obra de España es todo un referente.

—¿Cómo funciona la concesión?

—La concesión se otorgó el 18 de junio de 2012, con destino a equipamiento cultural y por un plazo de 35 años, que finaliza en el 2047. Ocupa una superficie de terreno de 3.181,60 metros cuadrados. Es el propio concesionario el que gestiona la concesión, respetando siempre su ámbito espacial y el objeto para el que fue concedida.

—¿La actuación contribuyó a que la gente disfrute del puerto como un espacio público?

—Anteriormente, este espacio portuario estaba cerrado al uso ciudadano porque se utilizaba para la operativa de los ferris, por lo que, permitió su apertura al uso público y abierto.

—A partir de esa concesión, ¿se ha replicado el modelo con otras concesiones portuarias exitosas para el ocio?

—Hay otras concesiones parecidas, como la de la Fundación Enaire, que ha permitido habilitar las antiguas naves que albergaban el archivo histórico del Puerto como centro expositivo de arte.

—Las Administraciones tuvieron que ponerse de acuerdo. ¿Cuál fue la fórmula escogida?

—La colaboración institucional desde el diálogo y la planificación, conscientes de que la propuesta de la fundación era positiva. Se plasmó en un convenio de colaboración.

—¿Cuánto tardó en llegar el consenso? ¿Qué fue lo más difícil?

—Es difícil decir un plazo. Lo más relevante es que un proyecto de esta envergadura fue capaz de aunar voluntades. Posteriormente, fue necesario realizar las modificaciones en los planeamientos urbanísticos de la ciudad como del puerto. Probablemente, esa tarea fue la más compleja.