El chef, con 12 estrellas Michelin, encandila como embajador del oro blanco de A Mariña
11 ago 2023 . Actualizado a las 21:58 h.«Soy el eterno aprendiz. Pero nunca viví una experiencia semejante a la que me llevo de Burela». Con estas palabras, Martín Berasategui, el chef donostiarra de orígenes humildes que ha llegado a lo más alto de la cumbre gastronómica, empezó este jueves su intervención en el acto de promoción y divulgación de Merluza D& Burela, promovido por la Organización de Productores Pesqueros (0PP-7) local, cuyo gerente es Sergio López, después de haber visitado un buque palangrero y asistir a una subasta en la lonja, con el sistema de pujas que se emplea en Burela y que sorprendió a Berasategui.
Con su uniforme protocolario, la chaquetilla de chef con el lema «Eu como peixe», el último lema de la campaña lanzada desde la organización pesquera mariñana para promover el consumo de este pescado, el «oro blanco de A Mariña», típico de la gastronomía gallega, Berasategui habló de sus inicios en el mundo de la alta cocina. «Nosotros queríamos cerrar este acto teniendo un gesto con nuestro invitado honorario, pero al enseñarle la chaquetilla, ya no se la quiso quitar», explicó Miguel Neira, gerente de la sociedad Armadores de Burela. «Tenía miedo a que no me sirviese», bromeó, por su parte, el chef.
En una mañana soleada y calurosa en A Mariña, el cocinero con 12 estrellas Michelin derrochó simpatía, haciendo gala de su característica expresión y gesto, «garrote», y abundó en su pasión por la cocina. «Yo empecé siendo un niño. Con 15 años ya trabajaba como aprendiz en el Bodegón Alejandro de San Sebastián que regentaban mis padres. Tenía 23 escalones y una mesa reservada para cada grupo de habituales. Había desde escritores hasta carniceros, e incluso deportistas», rememora el que es uno de los chef más galardonados del panorama internacional, que cocinó merluza de Burela para el actor Robert De Niro. «Le gustó tanto que rebañó hasta el plato», recordó con una sonrisa.
Su primera Estrella Michelin la obtuvo, precisamente, en el Bodegón de Alejandro, con poco más de 20 años. «Yo ya sabía que tenía garrote para llevar la empresa familiar, y quería hacerlo», asegura el que se ha convertido en uno de los rostros más conocidos del mundo de la gastronomía. Actualmente tiene más de una decena de restaurantes, entre ellos su buque insignia, el Lasarte-Oria, «pero ha sido todo a base de esfuerzo y dedicación. Mis padres siempre me inculcaron que, hiciera lo que hiciera, intentase dar lo mejor de mí», explicó, algo emocionado. «Mi padre no pudo verme brillar, pero mi madre y mi tía sí. Siempre les estaré muy agradecido», confesó, prometiendo seguir apoyando el sector primario gallego y sus «joyas gastronómicas», con «triple garrote».