Gondomar, otra forma de vestir

Alejandro Martínez GONDOMAR/LA VOZ.

VIGO

Una diseñadora pone en marcha un proyecto textil basado en los productos ecológicos y de consumo responsable

04 jun 2010 . Actualizado a las 12:34 h.

Detrás del mundo de la moda hay miles de historias terribles de explotación laboral y agresión al medio ambiente. María Almazán las ha visto de cerca y ha preferido escaparse de esa realidad para crear una alternativa y poner su granito de arena para cambiarla. Hace un año que está establecida en el municipio de Gondomar, donde ha creado el proyecto Alternativa Textil, que ya está empezando a dar sus frutos.

Sus modelos están confeccionados con materiales ecológicos y partiendo de tejidos elaborados de manera respetuosa con el medio ambiente y con los derechos humanos. Esta tarde, a las ocho y media de la tarde, contará su experiencia en el aula de Cultura Ponte de Rosas, invitada por el Instituto de Estudios Miñoranos.

María Almazán trabajaba en una compañía dedicada a la venta de ropa de conocidas marcas en grandes almacenes. Supervisaba la calidad de la ropa que se elaboraba en el tercer mundo. Esta actividad le obligó a viajar a países como la India, China o Birmania. Y en cada viaje el alma se le caía a los pies por las condiciones miserables a las que se enfrentan los empleados de las factorías textiles. «Es impactante ver abrigos de Adolfo Domínguez en sitios que se caen, que de repente se quedan sin luz, con gente mayor trabajando sin descanso», cuenta.

Regresar otra vez a Madrid no hacía sino aumentar su desánimo al comprobar el fuerte contraste de las dos realidades. «Los adolescentes aquí compran y tiran la ropa, mientras que en esos países, cosen y cosen horas y horas», afirma.

Injusticias

Las injusticias del mundo de la moda no solo se encuentran en el proceso de elaboración, sino que empieza mucho antes, en las plantaciones donde se cultiva la materia prima de los tejidos. «A cuatro horas de Shanghái, hay ríos que son del color del vaquero de moda», afirma. «He visto a los trabajadores beber agua del mismo bote de los pesticidas que se utilizan en estas plantaciones».

Renunció a resignarse a esta realidad como acabaron haciendo muchos de sus compañeros. «Llega un momento en el que se acartona la mirada, que lo ves como algo normal», dice. Y no dudó en renunciar a su trabajo y establecerse en Gondomar para iniciar una nueva actividad, no tan rentable pero que le permite ser coherente con su forma de pensar.