«Cada fin de semana veo seis películas, al menos una en el cine»

VIGO

La directora de la Escola Galega de Cine, que colecciona pequeñas figuras de animales, prepara su primer trabajo de animación inspirándose en su afición

03 may 2010 . Actualizado a las 11:59 h.

Hace ya dieciséis años que Virginia Ramírez dejó Cuba para instalarse en España. Sin embargo, nunca ha dejado del todo atrás su país natal. Además de regresar con frecuencia de visita, poco a poco se ha ido trayendo, literalmente, retazos de La Habana que la ayudan a completar recuerdos borrosos de la infancia. «En Cuba tenía una biblioteca enorme y me la he ido trayendo completa poco a poco», cuenta.

Virginia vive en Vigo, donde hace seis años que dirige la Escola Galega de Cine. Un cúmulo de casualidades la llevaron a aceptar este reto, ya que ella es licenciada en Historia del Arte, aunque tuvo una formación paralela trabajando como voluntaria en el Instituto Cubano de Arte Cinematográfico. Y también contra todo pronóstico acabó eligiendo Vigo como destino. «Tengo familia en Canarias y Andalucía, y siempre tuve muchas ganas de venir a España. Para mí era el referente europeo. Ahora, después de vivir aquí, España es mi país y el referente europeo es París, pero bueno...», apostilla. El hecho es que se fue a Sevilla, donde tenía familiares. Una amiga cubana la invitó a pasar un puente en Vigo y se quedó hasta hoy.

«Bendita gordura»

En su casa guarda sus tesoros favoritos. La lectura es una de sus pasiones, junto con el cine, y también acumula un gran número de pequeños muñecos. De hecho, aún conserva los primeros que tuvo: «Mi padre siempre incentivó mis colecciones. Cuando era pequeña, cada día me regalaba una figurita de un animal; y mi madre, cada fin de semana me compraba dos libros que me leía a lo largo de la semana. Como era gorda, era retraída, jugaba poco y leía mucho. Bendita la gordura en ese momento, porque me descubrió el placer de leer», razona. Ahora sigue leyendo mucho -varios libros a la vez- y disfruta del cine todo lo que puede: «Cada fin de semana veo seis películas, al menos una de ellas en una sala de cine».

Virginia completó en Galicia su formación. En la Universidad de Santiago hizo el doctorado y realizó sus tesis sobre arte contemporáneo latinoamericano de género. La profesora había jurado que nunca iba a trabajar en cine «porque es mi gran hobby y lo quería seguir disfrutando como espectadora sin meterme en esa maquinaria industrial». Pero se cruzó en su camino. «Por azar del destino presenté el currículum para dar Antropología en la Egaci, y en un año me propusieron la dirección». Ahora no lo dejaría nunca. Es más, quiere ser parte activa y está preparando una película de animación.

Menos Cuba y más Galicia

Su llegada implicó cambios: «Era inviable ser una especie de sucursal de la Escuela de Cine de Cuba, había que aprovechar el potencial de los profesionales de aquí, y eso hicimos. La escuela se ha proyectado mucho hacia el exterior y hemos tratado de acercarnos también a la ciudad, por ejemplo, con la muestra de trabajos de nuestros alumnos, que estamos desarrollando en colaboración con Caixa Galicia. La mejor publicidad que podemos hacer es exponer lo que hacemos, que por cierto, colgamos en nuestra página web», añade. Pero la responsable del centro manifiesta que la traba fundamental son las instituciones, «sobre todo el Concello de Vigo, que no nos ha apoyado con ayudas para estudiantes o para la producción cinematográfica. El alcalde nos lo prometió públicamente, pero no lo cumplió», asegura.

La directora arguye que, al fin y al cabo, la institución está en Vigo. «Enviamos trabajos a muchos festivales, nacionales e internacionales, es la cantera del cine gallego y hay gente con mucho talento, pero es una escuela privada y no todo el mundo tiene medios suficientes», argumenta. Ramírez explica que la Escola Galega de Cine es el único centro en Galicia que ofrece una diplomatura superior. «Forma parte del grupo Aceimar, pero es independiente de la Escuela de Imagen y Sonido, que es un ciclo formativo. El objetivo es lograr un convenio con una universidad pública. Me gustaría que fuera la de Santiago, porque tienen una buena cátedra de cine», asegura.