El ocaso del último barco español de vapor

VIGO

El «Hidria II» fue el buque aljibe de Vigo hasta los años ochenta, cuando fue restaurado por una pareja de O Grove. El desprecio de la Administración por el patrimonio marítimo pone en peligro su existencia

19 oct 2009 . Actualizado a las 13:09 h.

«Metímonos nesta historia por ignorancia», dice Sesé Otero, abordo del Hidria II , único barco de vapor en activo que existe en España. Su silueta se recorta sobre la isla de Sálvora, primero de los tres archipiélagos que saludará la travesía de la embarcación, entre los puertos de O Grove y Vigo.

Con motivo de la celebración de la Semana Caixanova del Atlántico, que organiza el Real Club Náutico de Vigo, el Hidria II regresa a la ciudad que lo acogió durante su juventud. Fue hace más de cuarenta años. Entonces, esta embarcación transportaba agua potable desde un manantial, situado en Meira, hasta los barcos que recalaban en la ría.

El Hidria II fue construido en los años cincuenta, en los astilleros Roberto de Vigo, para la empresa Aljibes de Vigo. La máquina de vapor que mueve a este barco fue construida mucho antes, en 1905. Perteneció al Hidria I y, tras su desguace, fue trasladada al número dos de esta escudería.

Después llegó el retiro y la amenaza de desguace en A Lagoa. Allí, en 1997, fue rescatado el barco por Sesé Otero y Jacobo, previo pago de un millón de pesetas. «Creíamos que a xente morría por navegar nun barco así», añade con cierta amargura. Con mucha ilusión y pericia, Sesé y Jacobo iniciaron la restauración del barco, que pasó por varios astilleros previo nuevos desembolsos económicos.

Por fin, en el 2005 nacía Vapores del Atlántico SL con el objetivo de ofrecer travesías de recreo para particulares y acoger actividades de promoción histórico-cultural. En realidad, los armadores de este barco único se estrellaban a partir de ese momento con una realidad difícil de creer. Las embarcaciones históricas son un estorbo para la administración gallega y no las contempla como tal. De esta forma, no otorga subvenciones específicas, ni facilita la posibilidad de realizar una actividad comercial en igualdad de condiciones con otras empresas náuticas. «Hai moitas embarcacións tradicionais pero sen atraque; en realidade, Portos de Galicia fáinos un favor deixándonos atracar no Grove porque nen somos unha embarcación de pesca, nen de pasaxeiros», reconoce Sesé.

El resultado es grave para el patrimonio marítimo gallego. «O barco está á venda». Los gastos de mantenimiento y de tripulación no se pueden saldar sin una legislación adecuada a las necesidades de estos barcos. En cualquier momento el barco se marchará al extranjero o a otro punto de España, desapareciendo un elemento de nuestra historia.

Ayer, el buque silbaba alegre a su entrada en el puerto vigués. El humo blanco se elevaba sin temor a que pudiese ser la última vez que navegase por estas aguas. «Este inverno temos que tomar unha decisión, non podemos aguantar moito máis», reconoce Sesé. Pero, ¿qué mueve a dos personas a empeñarse hasta las cejas para poner en marcha un proyecto tan complicado? «¿E non te parece un 'ghustazo' navegar nel? É moi triste tiralo ao lixo», afirma la armadora del buque, a quien no le faltó la sonrisa durante todo el trayecto hasta Vigo.