De acampada ilegal por Samil

Elena Gondar Miniño

VIGO

Los cámpings fueron el único modelo de hospedaje de Pontevedra que mejoró cifras respecto al 2008. Cada día luchan con la competencia : los aparcamientos de la playa

31 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Sale el sol por la costa viguesa y en Samil florecen las caravanas. A un lado del muro, los que pagan por las instalaciones. Al otro, los ilegales. Aquellos que plantan su vehículo en los aparcamientos con la picardía de la falta de vigilancia y hacen de su plaza, una segunda vivienda. Esa competencia desleal es uno de los factores por los que el sector de los cámpings también sufre las consecuencias de la crisi

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Los datos ofrecidos por la Diputación de Pontevedra indican que, pese al descenso generalizado de la ocupación hotelera en la provincia durante el mes de julio con respecto al pasado año, el sector de la acampada es el menos afectado. Durante el primer mes de arranque del verano se logró un aumento de entre el 20% y el 25% en relación al mismo tiempo en el 2008, y pudiendo llegar hasta un 30% o un 35% en el caso de bungalós.

Claro que todo depende de la mitad del vaso que observe cada uno. En el caso de los propietarios de este tipo de alojamientos, se nota más la parte vacía. Ellos aseguran que la crisis está llegando a todos. «Este verano todavía no hemos conseguido tener una ocupación ni del 80%, cuando otros años sí lo habíamos hecho», afirma Bernardino Pérez Gil, propietario del Cámping Playa en Samil.

Consecuencias Los empresarios reclaman también un mayor control sobre el campismo ilegal que, con la llegada del verano, se expande de manera exagerada. «El tema de las caravanas nos está afectando bastante. En el aparcamiento de ahí enfrente hay más caravanas o más coches-cama que aquí. Es algo que está prohibido, pero lo consienten un poco y no está bien. No es solo porque nos perjudique a nosotros, sino por la limpieza. Pero claro, tienen todos los servicios ahí: en la playa hay duchas, aseos... Claro que no cuentan con desagües, así que imagino que la porquería la echarán al suelo», asegura el responsable de las instalaciones.

Según su experiencia en el sector, la situación económica no provoca cambios drásticos en la clientela. Cada alojamiento tiene su público. «El que iba a un hotel de cinco estrellas, ahora irá a uno de cuatro, o de tres. Quizás en vez de estar diez días esté cuatro, pero es difícil que una persona acostumbrada a dormir en un hotel durante sus vacaciones lo vaya a hacer ahora en una tienda de campaña porque tenga menos dinero», afirma el dueño del Cámping Playa Samil. El modelo de cliente en las zonas de acampada tampoco es único. Según añade este hostelero, junto a la gente con poder adquisitivo bajo, hay otro público. «También viene médicos y gente con un nivel de vida alto que, simplemente, quiere disfrutar de la naturaleza, estar en contacto con la gente, hablar con unos y con otros y no meterse en las cuatro paredes de un hotel», recuerda Bernardino Pérez Gil.