«La gran inquietud de Darwin era no hacer sufrir a su mujer»

VIGO

El especialista en el científicio británico ofreció una charla en Vigo sobre los temas que aborda en su nuevo libro

17 abr 2009 . Actualizado a las 11:26 h.

Carlos Castrodeza (Tánger, 1945), biólogo, filósofo y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, es una reconocida autoridad sobre Darwin y el darwinismo al que estudia desde hace 20 años. De hecho, en 1988 firmó una biografía de Darwin que «intentaba ser aséptica, porque las anteriores parecían la vida de un santo», asegura. Castrodeza impartió ayer en la Universidad de Vigo una conferencia al hilo de la publicación de su último libro sobre el científico británico, La darwinización del mundo , con el que cierra una trilogía.

-¿A qué se refiere con la darwinización del mundo?

-Es como la cristianización del mundo pero en vez de en clave teológica, en clave científica. Existe una interpretación cristiana de la ética, de la política, de la estética, etc, y en la darwinización, él es la referencia. Es como el evangelio, según Darwin. Según esto, en la dimensión ética tendríamos la tesis del gen egoísta; en la política, la sociobiología; en la estética, interpretar la belleza en clave de utilidad, como cuando Darwin estudió las orquídeas, que son las flores más bonitas que existen, y en vez de darles solo esta dimensión él añade que lo bello atrae a los insectos y sirve para polinizar las plantas. Igual que desde la religión se interpreta a Darwin, desde Darwin se interpreta la religión. ¿Darwinizar el mundo significa entrar en el materialismo máximo? Pues si se interpreta desde un punto de vista creacionista, no.

-¿Tiene lógica ser científico y creer en Dios?

-Todos los asuntos que tienen que ver con la fe no tienen lógica, y no lo digo como una crítica peyorativa. Un filósofo pragmatista definía la fe como aquello en lo que creemos que sabemos que no es verdad. Es una manera de estigmatizar la creencia en Dios. Por ejemplo, el otro día me hicieron una entrevista en Radio María, esa emisora en la que están todo el día rezando el rosario. Yo pensé que iba a acabar como el rosario de la aurora y salió perfecta, porque el que me entrevistaba le daba a todo lo que yo decía una interpretación teológica. A Darwin, sin embargo, le sentaba muy mal cuando sus amigos lo interpretaban así. Tenía una aversión teológica porque pensaba: 'si el cristianismo fuera cierto, todos mis amigos y mi familia estarían en el infierno'.

-Y enfermó y sufrió por no sacar a la luz sus teorías, ¿no?

-Pues sí, cada vez que abandonaba su teoría recuperaba la salud. A los 53 años se tomó un año sabático para escribir un libro sobre las orquídeas y mejoró mucho; y diez años antes de su muerte, cuando saca la última edición de su libro, dice: se acabó la selección natural, ya me ha creado suficientes problemas, ahora me voy al invernadero con mis plantitas. Su salud dio un vuelco hasta el punto que se puede decir que murió en la más perfecta salud, aunque tuvo una agonía de dos días tremenda. Curiosamente le enterraron con todos los honores teológicos en el lugar más santo de la iglesia anglicana, la abadía de Westminster. El obispo de turno dio un sermón diciendo que era el cristiano perfecto. Su mujer se negó a asistir a la farsa.

-Pero ella era muy devota, ¿no tardó él tantos años en hacer públicas sus teorías por respeto a ella?

-Sí, su mayor preocupación era no hacer sufrir a su mujer en este sentido. La falta de fe de Darwin nunca fue agresiva. Hasta un año ejerció de párroco cuando en el pueblo donde vivía se quedaron sin sacerdote.

-Darwin también estudió los percebes, ¿qué descubrió?

-De todo menos que estaban buenos. Aún ahora los británicos no los comen. Estuvo 8 años estudiándolos y halló un tipo que tiene un pene diez veces mayor que su organismo y una especie en la que todos los especímenes son hembras y los machos sólo les sirven para reproducirse.