Mucho más que simples ruinas

VIGO CIUDAD

Un recorrido por el interior de la antigua Panificadora permite comprobar la grandiosidad del recinto y las posibilidades que ofrece si se rehabilita para uso público

24 nov 2008 . Actualizado a las 13:01 h.

La Panificadora es una propiedad privada en proceso de eliminación por el lento pero eficaz sistema del olvido en una sociedad que no la valora. Pese a ello, la calidad de su construcción la mantiene en pie 27 años después de su cierre en lo que algunos interpretan como una muda llamada de socorro que por el momento no ha sido escuchada. En estas casi tres décadas ha padecido de todo: el desvalijamiento de casi todo lo que tenía un valor inmediato, varios incendios y la ocupación por personas sin hogar. Aún así todavía es posible inmaginar lo que fue un recinto fabril excepcional y, sobre todo, las posibilidades que ofrece si se optara por su recuperación. Dos redactores de La Voz dedicaron la mañana del sábado a recorrer su interior y lo que sigue es un resumen de la visita.

Son las once de la mañana, la hora de la cita con el guía que se ha ofrecido a mostrarnos el interior de una propiedad privada que a estas alturas tiene dos opciones claras y una tercera que tampoco hay que desdeñar: desaparecer para convertirse en un conjunto urbanístico más con unos silos irrreconocibles en medio de los edificios o bien una rehabilitación dictada por el interés público en conservar una arquitectura de indudable calidad. La última, su deterioro tras años de abandono si ninguna de las dos anteriores sale adelante.

Con nuestro conductor y algún otro acompañante interesado por el recinto penetramos en las tripas de lo que fue un conjunto fabril de primer orden. Técnicamente estamos irrumpiendo en una propiedad privada, aunque no nos guía otro interés que darlo a conocer.

Lo primero que sorprende es que pese a tres décadas de abandono el recinto no está ni mucho en ruinas aunque si arruinado. Hay silvas y maleza por todas partes, los cristales están rotos, los cuadros eléctricos arrancados, libros y documentación tirados y donde le han afectado los incendios los daños son mayores. Sin embargo, la calidad del inmueble y de los materiales y las dimensiones de las salas le confieren todavía una evidente majestuosidad.

A lo largo de un par de horas la recorremos con detalle, desde la parte inferior hasta el mismo pararrayos de la cúspide de los silos. Poniendo algo de nuestra parte intentamos imaginar como se fabricó pan (y en una fase posterior piensos para ganado) para Vigo y un territorio más amplio durante más de medio siglo y como era la vida en el interior de una industria que tuvo cientos de empleados y que contaba con una guardería y su propio servicio médico con un edificio ad hoc para ambas actividades. En su estado y avanzado el siglo XXI el esfuerzo mental que exige es elevado.