La sombra de cientos de huérfanos

SOCIEDAD

María José Castro dejó A Coruña por Mozambique para participar en un proyecto de acogida de niños abandonados, con 150 críos. Lleva ya diez años sin desfallecer

03 may 2010 . Actualizado a las 21:32 h.

Llegó a finales de los noventa para pasar un mes como voluntaria y acaba de cumplir diez años. Un decenio mano a mano con decenas de chavales huérfanos en Mozambique, a pie de obra con críos «abandonados, muy vulnerables». «Yo participaba en actividades sociales, y siempre quise conocer África por dentro, y me surgió la oportunidad». María José Castro es una de las trabajadoras de Casa do Gaiato, un proyecto social nacido hace casi veinte años para dar respuesta a los miles de chavales que habían quedado huérfanos en Mozambique después de años de guerra. Su trabajo tiene ahora un área de influencia de unas 20.000 personas e incluye desde la formación hasta la salud o el desarrollo rural (construcción de viviendas, programas de mejora agropecuaria, protección del medio ambiente...).

Quienes han tenido la oportunidad de pasar a conocer alguno de los centros que coordinan hablan más de sonrisas y de una fiesta por la vida que de la miseria o de esas historias para echarse a llorar que se trasladan a menudo desde África. «Aun con el sufrimiento que puedas ver, siempre hay una sonrisa, siempre aportan algo a mi vida. Al contrario de lo que se suele decir, eso de que los cooperantes damos mucho, yo digo que son las personas las que me han dado, y me dan, mucho», resume la coruñesa. «Somos una gran familia para los que no tienen familia», enfatiza María José. Hoy hay en torno a 150 chavales viviendo en casas y un gran número ya fuera, emancipados, estudiando, trabajando...

El aterrizaje no fue fácil. «Al principio sufría mucho con la impotencia de no poder resolver situaciones que vivía en el día a día, y a medida que fueron pasando los años me fui integrando y consiguiendo tener más paciencia. Así es ahora mi vida».

A los que también costó asimilar el cambio fue a su familia, la que veía como dejaba su casa en la coruñesa Gaiteira y su trabajo en un instituto por un punto en el mapa llamado Masacca, al sur de Maputo, la capital de Mozambique. «Fue difícil para ellos, duro, aunque siempre respetaron mi decisión. Pero desde que vinieron a verme todo cambió, lo entendieron y ahora estamos más unidos que nunca».

A todo lo anterior, María José tuvo que sumar dificultades inherentes a su trabajo diario, como enfrentarse a su primera epidemia de malaria, la mayor causante de muertes en África entre menores de 5 años. Hoy precisamente es su día mundial. «Yo estaba recién llegada a la casa, en marzo del 2000, y de repente me vi con más de 40 críos para atender ¡y con una enfermedad que solo conocía por los libros!».

Junto este mal, la gente de la Casa do Gaiato sigue atenta a la evolución de otra plaga: el sida. Mozambique es uno de los países con mayor incidencia del virus, un 16% entre la población de 15 a 49 años.

«Es una tragedia, convives día a día con la muerte, aunque también ves personas con fuerza suficiente, con ganas de mejorar su vida». Uno de esos casos lo recuerda María José con particular nitidez: «Hicimos un gran trabajo para conseguir llevar a una madre para que pariera en Maputo, porque solo allí daban cuidados preventivos al bebé. Lo logramos y por ahí está el crío, con seis años, lindo y negativo en VIH».