El termalismo es el subsector turístico que mejor está resistiendo la crisis, aunque con una ligera caída respecto al año pasado que los profesionales tratan de frenar con una iniciativa novedosa. La asociación Balnearios de Galicia, a la que están adscritos 20 de los 22 complejos que existen en la comunidad, acaba de estrenar la web www.balnegal.com, una central de reservas.
La mayoría del turismo termal gallego procede de Madrid, el norte de Portugal, las comunidades limítrofes y la propia Galicia. Así que, este verano, los numerosos gallegos que elijan esta fórmula de turismo familiar encontrarán en la web ofertas interesantes, aunque hay que partir de la base de que el termalismo no es para todos los bolsillos.
Por ejemplo, el hotel Castro, de Termas de Cuntis (un cuatro estrellas en Pontevedra), propone a partir del 28 de junio estancias de cinco noches en media pensión con acceso libre al circuito termal Acquaform, un masaje hidrojet y un envolvimiento con barros del mar Muerto a un precio de 65 euros por día.
Por su parte, la cadena Caldaria, que tiene balnearios como Lobios o Arnoia, acaba de sacar una línea personalizada para regalar noches de estancia y tratamientos a la carta. Otra forma de atraer clientes.
Batalla contra los «spas»
El valor añadido de las aguas minero-medicinales es el hecho diferencial de los balnearios. Galicia tiene más de 300 fuentes, una riqueza que la sitúa a la cabeza de España en turismo termal, con el 19% de los establecimientos y el 18% de las plazas hoteleras.
Pero con la competencia de otro adversario de moda, el spa , «que no tiene ese valor medicinal de las aguas», advierte Benigno Amor, gerente de Balnearios de Galicia, que denuncia que a veces «esas instalaciones se ofertan como balnearios urbanos, cuando no lo son». Amor sostiene que Galicia es líder en termalismo en España y que por ese motivo «se debería potenciar un producto con un valor añadido diferenciador. Pero los líderes en spas -advierte- son Andalucía, Cataluña o Mallorca, porque no necesitan aguas termales para funcionar, y esa sería una batalla perdida».