Benedicto XVI se despide de Tierra Santa con una dura condena del Holocausto y del muro israelí

Ánxela Iglesias

SOCIEDAD

16 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Como si quisiera responder a las críticas surgidas durante su visita, Benedicto XVI se despidió ayer de Oriente Medio con palabras contundentes contra el Holocausto, una nueva condena al muro levantado por Israel en territorio palestino y una llamada a la paz. Lo que se anunciaba como una mera peregrinación a Tierra Santa ha sido en realidad uno de los viajes más delicados y con mayor contenido político del Papa.

Antes de subir al avión que lo devolvería a Roma, Benedicto XVI quiso rendir homenaje a tantos judíos que «fueron exterminados brutalmente por un régimen sin Dios que propagó una ideología antisemita y de odio. Ese capítulo espantoso de la historia no debe ser jamás olvidado ni negado». Recordó su visita al Memorial del Holocausto, Yad Vashem, del pasado lunes, comparándola con la que hiciera al campo de concentración de Auschwitz hace tres años. Era probablemente un gesto conciliatorio ante la oleada de críticas desde medios y políticos israelíes, que lo acusaron de mantener una posición distanciada en su discurso sobre el genocidio judío. Pero Benedicto XVI también quiso renovar su solidaridad con el pueblo palestino. Aseguró que el muro es «una de las cosas más tristes que he visto durante mi visita a estas tierras», y llamó una vez más a la creación de un Estado soberano para los palestinos. Tras visitar el Santo Sepulcro, dejó un mensaje de esperanza: «Rompamos el círculo vicioso de la violencia, permitamos que haya una paz verdadera basada en la justicia, dejemos paso a una reconciliación genuina».