Un ex presidente en paños menores

Nacho Mirás Fole

SANTIAGO

El 5 de junio de 1970, el general y su esposa estuvieron en la Catedral y luego viajaron a Cambados. En el Parador arousano, él protagonizó una curiosa situación

20 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Mal sabía el general Charles-André-Joseph-Marie de Gaulle que el viaje que hizo en junio de 1970 a Galicia sería uno de los últimos. El ya entonces ex presidente francés moriría solo cinco meses más tarde, aunque con el sueño cumplido de haber pisado Santiago de Compostela.

La cobertura que hicieron los medios de comunicación de aquella ilustre visita fue tremenda. Más de la mitad de la portada de La Voz de Galicia del 6 de junio de 1970 está dedicada a su periplo, y en la foto -la misma que acompaña a este texto- se adivinan sin dificultad los rasgos del canónigo Jesús Precedo Lafuente.

«En Santiago, al entrar en la catedral, bajo la lluvia, rechazó el paraguas que se le ofrecía», subtitulaba La Voz, que daba cuenta también de que De Gaulle y su esposa «vieron funcionar el botafumeiro» y entregaron un donativo al cabildo compostelano.

Casi cuarenta años después, don Jesús Precedo asegura que no recuerda nada de aquello, nada. Así que tampoco recordará que, como recogió un redactor de la delegación compostelana de La Voz, «el general Charles de Gaulle hizo entrega al canónigo, señor Precedo Lafuente, de un sobre que contenía una importante cantidad y que, el general, al entregarlo, manifestó en francés: Reciba este donativo para las atenciones de la catedral».

Gran expectación

Aquel 5 de junio de 1970 llovía en Santiago. El matrimonio De Gaulle llegó procedente de Asturias y su visita levantó en la ciudad una gran expectación, así como también en la prensa española y francesa.

Además de Precedo, de recibir al ex presidente en la catedral se ocuparon también el canónigo Juan Martínez Bretal y el presidente accidental del Cabildo, Ángel Pascua.

«Antes de entrar en el templo -indicaba la crónica de La Voz de Galicia- se escucharon en francés vivas al general De Gaulle, que surgieron de grupos de la colonia francesa en Santiago y de una excursión de turistas galos que, en el día de ayer, recorrieron la zona monumental».

Lo primero que visitaron los De Gaulle fue la capilla de las reliquias, con concisas explicaciones de Precedo Lafuente. Y ambos firmaron en el libro de honor.

El ex mandatario galo conoció, ya en el departamento del tesoro de la Catedral, un copón de plata en cuya base, consignado en francés, figura el mensaje que recoge que tal objeto fue donado por su antecesor, el mariscal Pétain, que también fue peregrino a Compostela.

El general y su esposa rezaron en sendos reclinatorios ante el altar mayor y también le dieron el tradicional abrazo a la efigie del Apóstol. Y oraron otra vez ante sus restos.

La capilla de los franceses, dedicada a San Luis, Rey de Francia, fue otro de los lugares que pisó el ilustre matrimonio. Y, como colofón, observaron impresionados el vuelo del botafumeiro, objeto volante identificado al que el poeta francés Víctor Hugo bautizó como «Rey de los incensarios» [esta explicación también se la aportó Precedo Lafuente a De Gaulle].

Es cierto que la visita fue breve, brevísima. Todo el periplo se inició a las 17.45 y finalizó a las 18.15, media horita, nada más.

Para el resto de la jornada, De Gaulle y su esposa, madame Yvonne Vendroux de De Gaulle, tenían como objetivo Cambados, a donde se desplazaron por carretera. En la capital del Albariño fueron recibidos calurosamente por medio millar de personas.

La crónica firmada por el enviado especial Juan Ramón Díaz está llena de detalles. Y, por ejemplo, podemos recordar casi cuarenta años después que la señora de De Gaulle, madame Yvonne Vendroux, recibió un ramo de flores que le entregó la niña de diez años María Noel Fole, vestida con traje tradicional y acompañada de sus hermanas Marta y Minucha. Las tres, hijas del alcalde, Joaquín Fole Vilar. La pequeña Noel se había pasado toda la semana estudiando un saludo en francés. Pero los nervios, que son traidores y más cuando uno es niño y hay periodistas delante, hicieron que la pequeña olvidase el «Bienvenue, monsieur De Gaulle» y tuviese que resolver en castellano. Estupendamente, por otra parte.

Hasta el personal del Parador posó con trajes gallegos para recibir a los ilustres visitantes franceses, que pernoctaron en la villa como huéspedes de honor. Si quieren saber el simpático secreto que guardaba De Gaulle, sigan leyendo.