«Un 30% de los universitarios gallegos se consideran católicos»

X.?M. Cambeiro

SANTIAGO

Dice que Santiago pasó a ser una ciudad cosmopolita en la que dejaron de ser dominantes la Universidad, el comercio y la Iglesia y existe más equilibro

02 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El prestigio de la sociología gallega, y desde luego la de la Universidade de Santiago, pasa por cerebros como el de Juan José Pintos, que coordinó estos días con éxito el congreso de la Asociación Internacional de Religiones y acaba de ser homenajeado en su 70 cumpleaños.

-¿Marea mirar hacia atrás el recorrido de 70 años?

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A setenta años vista, a veces se hacen más claras algunas cosas que uno lleva dentro y que a lo mejor no les dio la importancia necesaria en su momento.

-Le han hecho un libro-homenaje. ¿Mejor que el nombre de una calle?

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Mejor, mejor. Sobre todo tal como están las calles de Santiago. Tampoco soy una persona tan pública como para haber tenido una resonancia en la ciudad. Mi padre fue teniente de alcalde en la posguerra. No me he asentado en ningún lugar concreto de Santiago y he vivido fundamentalmente en la Universidade, en donde he dado clases durante 35 años.

-¿Qué me dice del nivel sociológico de Compostela?

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Es interesante la sociología de Santiago. Lo más destacable es que de ser la aldea más grande de Galicia pasó a ser un núcleo de cosmopolitismo. Ha dejado de ser dominante el aspecto eclesiástico, y la Universidad, que proporciona estudiantes para el alquiler de pisos, ya no tiene tampoco el poder que antes tenía y el comercio perdió también fuerza. Es decir, estamos todos más equilibrados.

-¿Cuál es la actitud religiosa de los universitarios compostelanos?

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Hice un estudio hace cuarenta años cuando en toda la universidad española había solo 100.000 estudiantes. En aquel momento era predominante el católico practicante, en torno a un 60%, había un 30% de creyentes y un 2% de agnósticos o ateos. Eso cambió radicalmente, y en los últimos estudios que hicimos aquí nos encontramos que bastantes estudiantes se consideran católicos, del orden de un 30%. Es significativo en la situación actual. La mayor parte se consideran indiferentes y hay pocos ateos militantes. La religión pasa un poco a ser un cierto tabú. Hasta hace un año o dos no se discutía de religión entre los jóvenes, como tampoco del sexo, una situación extraña. Pero hablan más de religión los jóvenes que sus padres o profesores. Y ello quiere decir que a pesar de la secularización de la sociedad, una serie de jóvenes lo consideran una cuestión de debate.

-¿Hacia dónde se camina?

-Hay grupos de gente que están tratando de vincular el progresismo con el anticlericalismo. Eso está compensado por algunos conservadores que pretenden volver a los sistemas de privilegios y de decisiones acerca de cuestiones que non son propiamente religiosas, sino morales o de libre elección de los ciudadanos. Tendremos que resolver en los próximos tres o cuatro años esta tendencia bipolar, o si no tendremos graves peligros. Nací tras la Guerra Civil, y una de las cosas de las que estoy más satisfecho es de no haber hecho ninguna guerra.

-Dicen que Galicia se enganchó al conservadurismo y eso puede durar décadas.

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La distinción entre progresismo y conservadurismo no es adecuada para describir lo que sucede, sino que tiene que ver con la toma de decisiones. En el fondo, la distinción es tener o no el poder. Y su ejercicio puede resultar o no beneficioso para los ciudadanos. El voto tiene un valor de cambio, se da a cambio de algo, y en Galicia sucede eso. Y por eso los gallegos en el futuro pueden cambiar de voto tan fácilmente como en las últimas elecciones.