Impactante concierto del pianista polaco Rafal Blechacz

Leopoldo Centeno

PONTEVEDRA

05 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Desde 1993, año en que Víctor Pablo Pérez fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica de Galicia, OSG, el progreso de la orquesta es evidente, estando considerada como una de las formaciones orquestales de mayor proyección y prestigio en España. Con su director titular al frente, la OSG actuó en el Centro Social Caixanova donde ofreció un impecable concierto integrado por obras de Gaos, Saint-Saëns y Dvorak.

Abrió el programa el interesante poema sinfónico Granada, del compositor gallego Andrés Gaos, página que el autor consideraba como la obra más importante de su opus. Subtitulada Un atardecer en la Alhambra, su interpretación duró de 20 minutos y 50 segundos. Se inicia con una larga sección lenta disertada por las cuerdas y maderas (4'30"), luego el movimiento se va animando hasta conseguir elevadas gradaciones con sencillas pinceladas tímbricas; las cuerdas graves muy ligadas toman el canto apoyadas por los violines en pizzicato; nuevamente las cuerdas imitando el sonido de una guitarra, arropan un solo de clarinete; tutti de toda la orquesta para pasar a un crescendo que desemboca en un nuevo tutti en forma de coral; sigue una bifurcación instrumental y diminuendo para cantar la cuerda; un nuevo diminuendo da acceso a un cantabile de los violonchelos en solitario y en pianissimo; muriendo el poema con la sección de cuerda y disertación de maderas, como al principio.

Temas andaluces

Tras la larga introducción, al animarse la música entran una serie de temas andaluces que dan el carácter y justifican el título de la obra. Una gran ovación acogió la dulce y equilibrada lectura del maestro Víctor Pablo Pérez, destacando sobre la tensión de los tutti la delicadeza en el tratamiento de la cuerda.

El Concierto para piano y orquesta nº 2 en Sol menor, de Saint-Saëns, enardeció al público y no ya tan solo por la belleza de la partitura del instrumento solista y el tratamiento orquestal que contiene, sino por la exuberante, delicada y virtuosista interpretación del joven (23 años) pianista polaco Rafal Blechacz.

Fenómeno mundial

Resulta verdaderamente insólito que una obra que requiere una gran madurez técnica y mental, pueda ser interpretada con la claridad expositiva, vigor, expresión, delicadeza, virtuosismo, manejo de pedal? como el desplegado por el joven Blechacz. Algo excepcional. Un pianista como la copa de un pino. Nos hizo recordar a su compatriota Artur Rubinstein.

La admiración de los músicos y del propio director al finalizar el concierto, así nos lo expresaron. Rafal, si continúa en progresión, como así induce pensar por sus cualidades, en diez años más puede ser un fenómeno mundial. No nos extraña que ya tenga ocupada totalmente su agenda en los próximos dos años. Por otro lado, es justo reconocer la calidad en la conducción de la orquesta a cargo de Víctor Pablo y la ductilidad del amplio conjunto orquestal, para alcanzar tal éxito. Tres minutos de intensos aplausos hicieron que Rafal Blechacz ofreciese una rutilante propina solo al piano. Impactante este concierto.

Cerró el programa la Sinfonía nº 8 en Sol Mayor, Op. 88, de Antonin Dvorak. Esta especie de sinfonía pastoral está conformada por una atmósfera alegre y tranquila, eclipsada -como otras- por la popularidad de su Sinfonía del Nuevo Mundo, pero de una gran belleza melódica, armónica y rítmica propias de su autor. La interpretación, un lujo. Víctor Pablo Pérez, la dirigió sin batuta en mano; ello deja mucha más libertad expresiva, algo que los directores tienen poco en cuenta. Exigió mucho a los músicos. La sonoridad en general, redonda. La cuerda, excelsa; en particular, los chelos. Espléndido el Adagio, con rubatos y dinámica incluidos. Todo ello rubricado con tres minutos de intensos aplausos. ¡Chapeau!