Poio se sitúa en la cumbre de la gastronomía

Consuelo Lago / L. Penide redac.pontevedra@lavoz.es

PONTEVEDRA

11 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Un hotel de las Rías Baixas, concretamente el Carlos I de Sanxenxo, acogió la gala anual de los hosteleros de la provincia, que se reunieron para mantener un encuentro entre los profesionales del sector y rendir homenaje a alguno de sus compañeros por su trayectoria, su contribución a la formación en el sector turístico de la provincia y por su esfuerzo en el incremento a la actividad empresaria. Organizada por la Federación Provincial de Empresarios de Hostelería de Pontevedra (Feprohos) que preside José Manuel Magaz Ledo, asistieron a la gala más de doscientos hosteleros, además del director xeral de Turismo, Rubén Lois González.

Precisamente un conocido restaurador de Poio, José González Solla, de Casa Solla, recibió un premio por su trayectoria profesional, que le entregó Antonio Méndez Rodríguez, gerente de la Bodega Coto Redondo. Además, también fue galardonado el sumiller Carlos González Portela, por su contribución a la formación en el sector de la hostelería. Y Aarón Álvarez Fernández, de la Autoridad Portuaria de Vigo, recibió una distinción por su contribución a la actividad empresarial. Además, se entregaron los premios a nuevos miembros de la academia, que recayeron en Digna Prieto Devesa, del Restaurante O Crisol; Gloria Goberna Fernández, de O Moscón; Emilio Fernández Monzonis, del cámping Illas Cíes, y Juan José López Pérez, de la Chocolatería Bonilla.

En la gastronomía gallega no todo son buenos pescados y excelentes mariscos. Eso lo sabe muy bien Manuel Lodeiros, el excelente cocinero de El Caracol, un restaurante del que ya les hablamos hace poco en este rincón y que, por cierto, comparte vecindario en Poio con Solla. Si en la otra ocasión saltó a la palestra por intentar y conseguir romper la estacionalidad gastronómica con unas excelentes jornadas del arroz, ahora lo hace por investigar las posibilidades tanto gustativas como nutritivas de las algas, ese otro tesoro que nos arroja cada día el mar y cuya riqueza no está todavía demasiado valorada, salvo por los japoneses, que de esto saben un rato.

Los impulsores de esta introspección por la huerta marina son Francisco Javier Martínez Salceda, propietario de El Caracol, y Blanca Millón, la encargada. Ambos, no paran de idear propuestas para mejorar y enriquecer la cocina gallega desde la costa de Covelo. Y con la ayuda de Lodeiros todo es fácil. Este creativo de los fogones ha ideado la ensalada de Wakame con aliño de vinagre de sidra y viruta de queso arzúa, el caldo gallego con lechuga de mar o la lasaña de algas con mejillones. Son algunas de las propuestas que pueden probarse desde ayer y hasta el próximo día 25. Los más golosos también podrán disfrutar con la leche frita al musgo de Irlanda al aroma de orujo o con los rollitos de algas Kombus de azúcar con reducción de Oporto. ¡Está delicioso!

Además de ricas, las algas son idóneas para las dietas. No es por meterme con los mariscos, nada más lejos de mi intención, pero sepan que mientras los crustáceos elevan el colesterol (si uno se pasa de la raya), las algas lo controlan y contribuyen a su eliminación. El alga Nori, la que se utiliza para hacer el famoso sushi aporta, por ejemplo, una gran cantidad de calcio y como el resto de las algas comestibles es buena para prevenir el bocio. Así, si todavía no han probado las croquetas no sé a qué esperan. Dentro de cuatro o cinco años, como dice Manuel Lodeiros, en las cartas de los restaurantes serán más que habituales. Quién lo sabe bien es una empresa también pontevedresa, La Compañía de Algas Marinas, que desde O Porriño se ha convertido en una de las principales exportadoras de este producto. Los hay visionarios.