Cuspedriños, además de existir se conserva

Mercedes Escauriaza

PONTEVEDRA

19 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuspedriños es tan real como lo es el Quinto Pino (en A Coruña). Y no solo eso. Además se conserva de tal forma que el mercado celebrado ayer en sus pendellos se asemejaba y mucho a aquellas citas agroalimentarias y artesanales de los años 60, en las que las mujeres acudían a la feria quincenal a bordo de un autobús, como el que ayer exhibía Autocares Cuíña en este emblemático punto de Cotobade.

Cientos de personas se pasaron a lo largo de la jornada de por la segunda edición de la Feira de Cuspedriños, una tradición recuperada -de la mano de la concejalía de Promoción Económica de Cotabade- de aquel famoso mercado de antaño en el que los tratantes de ganado hacían su agosto en plena Navidad.

Integrada en la red de feiras sustentables, grandes y pequeños tuvieron diversión garantizada, sobre todo aquellos amantes de los manjares más tradicionales o de los productos más naturales.

Antoine, un juguetero de Ponteferrada (León), se acercó hasta Cuspedriños cargado con su particular carrusel, un artilugio movido a fuerza del pedaleo de su colega que hizo las delicias de los niños. «¿Sabías que es uno de los juegos más antiguos?», pregunta el artesano. Y despliega una pancarta para explicar que carrusel deriva del árabe kurradj, un juego al que los cruzados italianos y españoles veían jugar a árabes y turcos allá por el año 1100. Pero hay más. En el 500 AC ya fue representado en un bajorrelieve bizantino.

Más de ahora, pero sin renunciar a la artesanía está el vino Moraima, uno de los dos únicos albariños que se comercializan con nombre de mujer. Moraima era la esposa de Celso Emilio Ferreiro y con su nombre bautizó «la más bonita poesía gallega», dice Roberto Rivas, uno de los once socios de la cooperativa de Viña Moraima, en Barro. Pero además de buen vino, quien fue a Cuspedriños pudo probar los impresionantes callos de la asociación Os Carballos o las rosquillas de A Eira da Vella o adentrarse en la red de casas rurales que salpican Cotobade.