Furtivismo creativo en Ourense

OURENSE

Jóvenes aficionados a los grafitis y el «hip-hop», defienden sus gustos alternativos ante la falta de oferta lúdica en la capital

14 ene 2009 . Actualizado a las 10:47 h.

Lo primero que dejan claro es su inocencia en el «vandalismo injustificado que sufren los principales monumentos de la ciudad. Nosotros tenemos nuestro espacio, que aunque no es legal del todo, por lo menos nos dejan tranquilos a la hora de pintar murales, que no garabatos sin sentido» explica David Fernández (Ourense, 1.978), grafitero ourensano desde 1.993, que recuerda como en alguna ocasión pretérita tuvo que salir por patas ante la llegada de la Policía, evitando la retirada de sus botes de pintura, la multa o en el peor de los casos, el traslado a la comisaria.

A su lado, Abraham Caride (Ourense, 1.985), «compañero de fatigas» toma la palabra de David, para asegurar que «los únicos que se han movido para ayudarnos, son la gente de la asociación, Anacos da cidade, que por lo menos pelean por conseguirnos un muro en el que poder pintar legalmente, ya que la otra y única opción es el muro que hay en el paseo del Miño, las afueras o una fabrica abandonada». Una situación que responde a la falta de alternativas de estos jóvenes ourensanos, cuya única culpa, es haber elegido una afición alternativa y hasta su llegada, nunca vista en la ciudad de As Burgas.

Desconocimiento social

«El rechazo social nace por el desconocimiento de la gente, ya que los prejuicios negativos se transforman en alabanzas cuando ven los murales terminados y dicen lo bonito que queda en el mobiliario urbano, unas palabras que no sé transforman en apoyo, ya que nosotros teníamos un muro aquí en el que poder pintar y nos lo taparon sin sentido», concluya Lucia Sánchez, compañera en el arte del grafiti.

El caso de Pablo Fernández, rapero ourensano, miembro de la formación, Jóvenes bandidos, reconoce que ha tenido «la posibilidad de celebrar algunos conciertos con su grupo, una situación que no sé prodiga», y que espera poder aumentar con proyectos como Unidos por el flow, en donde todos los género artísticos que engloban el hip-hop -rap, grafiti, pincha discos y break dance- , tengan su sitio, «eso sí, lo que no me gusta son las pandillas callejeras que generan violencia y macarrismo», apunta este joven, que ejemplifica la falta de salidas que respondan a tendencias vanguardistas que no acaban de encontrar su sitio en la tierra del folclore.