«Soy más artesano que artista»

Concha Pino SANTIAGO/LA VOZ.

CULTURA

La exposición «Outumuro looks», abierta en el Auditorio de Galicia, en Santiago, recorre las dos décadas de fotografía de moda de este ourensano internacional

11 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

A Manuel Outumuro lo desbordó, asegura él, que el Museo Textil y de la Indumentaria de Barcelona le propusiera una exposición sobre sus fotos de moda, «porque ningunha foi pensada nin disparada para colgar nun museo. Son encargos, e síntome máis artesán que artista». Outumuro es ourensano y, aunque está fuera de Galicia desde los 9 años, habla un gallego fluido y característico de la aldea de Paradela -«onde modelei máis barro eu que toda a escola Massana xunta»-. Alterna gallego y castellano mientras recorre y explica la exposición producida en Barcelona, Outumuro looks. Vinte anos fotografando moda, 1990-2010 , con una selección de 200 fotografías, que se acaba de inaugurar en el Auditorio de Galicia de Santiago y donde se puede ver hasta el 12 de diciembre.

-El montaje no es cronológico por deseo suyo. ¿Por qué?

-La foto de moda tiene un valor en el tiempo que requiere una perspectiva temporal para que no se vean trasnochadas. Mezcladas como están en cinco apartados temáticos, dan una visión de cómo yo fotografío la moda y es difícil descubrir cuáles son de los noventa y cuáles más recientes.

-¿No se debe también a su puesta en escena, al diseño y a que la moda es cíclica?

-La moda es muy cíclica, pero en este cambio de siglo no lo fue tanto. De todas formas, la moda que yo fotografío es bastante atemporal, me gusta que sea alta costura y elijo las piezas. En la exposición no hay tejanos, una pieza clave de la indumentaria de este cambio de siglo. No los hay porque siempre huí un poco de ellos, entre otras cosas porque para los catálogos de esta prenda siempre piden lo que se llama momento robado , y yo soy de dos o tres horas robadas para hacer una foto [ríe].

-¿Dejó el diseño gráfico como un reto?

-Que va, no fue premeditado, fue casi accidental. En mi estudio hacía mucha imagen de diseñadores españoles como Tony Miró, Manuel Piña, Amaya Arzuaga..., de todo ese momento de la moda, y se especializó. Colaboraba con fotógrafos a los que encargaba las imágenes para los catálogos. Yo hacía la parte creativa y la dirección de arte. Hasta que un día, con todo preparado para una sesión, el fotógrafo no podía venir, así que decidí disparar yo con una cámara personal. Me costó cuarenta años descubrir que estaba mejor dotado para la fotografía que para el diseño.

-Y para crear mundos de fantasía, cinematográficos...

-Intento que una foto no sea solo la modelo y el traje. Trato de que haya poesía, una imagen evocadora. Por eso hay tanta puesta en escena y tanta actriz. Cuando voy a hacer una foto llevo dos semanas trabajando en lo que quiero disparar. Y no acaba ahí, porque lo que antes hacíamos en el laboratorio ahora se hace con el Photoshop, pero para aclarar o oscurecer fondos, cambiar cromatismos y no tanto como bisturí estético, porque para lifting o cirugía estética prefiero pasar más tiempo estudiando la iluminación.

-¿Trabajar con actores y actrices facilita el resultado?

-Lo facilita cuando, como en esta serie que está en la exposición, recreo secuencias de películas; su actitud, como en esta foto en la que Elena Anaya y Martín Rivas reinterpretan Un tranvía llamado deseo . No lo facilitan si intentas poner a actores como modelos, porque se encuentran sin papel, como una percha. Una modelo está acostumbrada a ser una percha, y no lo digo en el sentido peyorativo. La labor de una modelo es lucir bien un traje, y tiene que tener mucho talento para ser buena. No sirve eso de es guapa y tiene buena percha. No, es guapa, tiene buena percha y el talento para ayudar a lograr una buena imagen.

-¿Elige los atuendos?

-Elijo los trajes, a la modelo y la localización. Forma parte de mi trabajo. Tengo que reconocer que llegué de una forma muy libre a la fotografía. Me iba muy bien y era reconocido en mi profesión, así que pensé que si entraba en esto tenía que ser para hacer lo que me gusta.

-¿Se puede hablar de las modelos de Outumuro?

-Hay quien habla, pero es porque empecé a hacer fotos de moda con la primera generación de tops españolas, la primera en que las modelos tenían nombre y apellido. Yo hice la primera sesión de Martina Klein, la he visto crecer, ser madre y pasar de ser modelo a personaje. He seguido la trayectoria de Nieves Álvarez, Judith Mascó, Bimba Bosé, Inés Sastre, Laura Ponte... Las he fotografiado muchas veces, muchas. Con las actrices pasa lo mismo, porque las he fotografiado a todas en más de una ocasión. Esa imagen de Penélope Cruz para Carmen , vestida de Victorio y Lucchino, la hizo con 18 años.

-La relación de confianza en los posados es clave, ¿no?

-Sí, procuro que el fotografiado se sienta cómodo. Si no, no fluye como uno quiere.

-¿Son bellas en la madurez?

-

Las encuentro a todas más bellas que cuando tenían 20 años. Pero a veces es cuestión de fotogenia, como Rosi de Palma, una de la actrices, para mí, más fotogénica. La belleza y la fotogenia no tienen mucho que ver. Y no digo que ella no sea bella, sino que los códigos que se utilizan para definir a una mujer superguapa con ella no funcionan.

-¿A quién no fotografió y le gustaría hacerlo?

-Me fascinaba la escultura que falleció hace poco con cerca de cien años, Louise Bourgeois. Moví hilos para poder hacerle un retrato. Ahora mismo me gustaría hacer retratos de gente muy mayor, fotografiar la sabiduría de la experiencia.