El surrealismo, de moda en el Reino Unido con varias exposiciones

EFE

CULTURA

Todos esas obras, junto a otras procedentes de distintas colecciones, integran la exposición de Edimburgo, que el público podrá visitar hasta el próximo 9 de enero.

08 jul 2010 . Actualizado a las 14:46 h.

El surrealismo parece estar últimamente de moda en el Reino Unido con exposiciones como la titulada «La Casa Surrealista», del centro Barbican de Londres, o la dedicada a Leonora Carrington y Remedios Varo, en la Pallant House Gallery, de Chichester.

A partir del próximo fin de semana se suma a ellas -y a otras anteriores como «Ángeles de la Anarquía», en Manchester- la bautizada «Otro Mundo: Dalí, Magritte, Miró y los Surrealistas», en la Dean Gallery, de Edimburgo, que forma parte de las Galerías Nacionales de Escocia.

Es como si en cierto modo el mundo artístico británico quisiera resarcirse de la falta de interés con el que ese movimiento fue acogido en un principio en un país por aquellos años reticente a las vanguardias de la Europa continental.

Con raíces en el movimiento Dadá, el surrealismo se lanzó oficialmente en París en 1924 con el Primer manifiesto surrealista, pero no encontró casi eco en Gran Bretaña hasta 1936, año en el que se creó en este país un grupo surrealista y se organizó en Londres la primera exposición de ese movimiento.

Hasta ese momento, tanto los artistas como los museos y galerías británicos se habían mostraron más bien reacios al nuevo movimiento promovido por el grupo en torno a André Breton.

La primera obra surrealista en entrar en una colección británica fue el tríptico «El Filósofo», del italiano Giorgio de Chirico, que gracias a una donación pasó en 1931 a formar parte de la Whitworth Art Gallery, de Manchester.

Pero hasta 1941, la Tate no adquiriría su primera obra del surrealismo continental, «La Ciudad Entera», del alemán Max Ernst.

Mientras de Chirico no entró en su catálogo hasta 1951 y Dalí hasta 1964.

La Galería Escocesa de Arte Moderno no se inauguró hasta 1960, y entonces existía además la norma de que un artista debía llevar muerto al menos diez años para que se plantease adquirir alguna obra suya.

Según explican los comisarios de la nueva exposición, la primera obra de un surrealista en quedar incorporada a las Galerías Nacionales de Escocia fue una atípica del francés André Masson titulada «Río en Invierno», adquirida en 1967.

Poco a poco entraron otras mucho más importantes como una escultura fundamental de la etapa surrealista de Giacometti titulada «Mujer degollada», adquirida en 1970; el ominoso cuadro «Le Drapeau Noir», de René Magritte; «Pintura», de Miró, o el «Gran Amante I», de Max Ernst.

Todos esas obras, junto a otras procedentes de distintas colecciones, integran la exposición de Edimburgo, que el público podrá visitar hasta el próximo 9 de enero.

Hay entre ellas un interesante ejemplo del período cubista de Picasso, titulado «Desnudo en la Playa», de 1932, que el español pintó en Boisgeloup (Normandía).

No faltan las imágenes con mujeres desnudas y tranvías misteriosos en calles desiertas, del belga Paul Delvaux; las inquietantes muñecas descoyuntadas, de Hans Bellmer; los «collages» que hizo Max Ernst para la novela «Une Semaine de Bonté» o las ilustraciones de Dalí para «Los Cantos de Maldoror», de Isidore Ducasse.

Hay alguna transparencia del francés Picabia, como la titulada «Sotileza», en la que aparecen superpuestos los rostros de un torero, de una mujer tocada con mantilla y una virgen del románico catalán, y obras icónicas de Magritte como «Le Temps menacánt».

También está representado Henri Rousseau, tan admirado por Picasso y a quien los surrealistas contaron entre sus precursores, y hay obras de dadaístas alemanes como Georg Grosz o Hannah Höch, y de numerosos surrealistas ingleses como Eileen Agar, John Banting, Toni del Renzio o Roland Penrose.

El hecho de que pese a la resistencia inicial destacadas obras surrealistas figuren hoy en las galerías públicas británicas hay que agradecérselo a Penrose, introductor en este país de ese movimiento y él mismo importante coleccionista.

Junto a David Gascoyne, que estaba escribiendo un libro sobre el surrealismo en París en 1935, Penrose y otros, como el famoso crítico Herbert Read o el escultor Henry Moore, decidieron organizar en 1936 en Londres una Exposición Surrealista Internacional.

Penrose, con importantes medios económicos, se dedicó a comprar obra de sus amigos como Max Ernst o el poeta Paul Eluard y a otros coleccionistas como el belga René Gaffé, que tenía Picassos, Mirós y De Chiricos.

Otra importante colección fue la que reunió en Sussex, condado del sur de Inglaterra, Edward James, excéntrico multimillonario y amigo de Dalí, con quien diseñó entre otros objetos el famoso sillón «Mae West».

Y finalmente está el importante legado que hizo a las galerías escocesas Gabrielle Keiller, viuda del millonario y coleccionista británico Alexander Keiller.