El Guggenheim de Nueva York, 50 años como icono de la obra de Lloyd Wright

Miguel Lorenci

CULTURA

El museo homónimo bilbaíno celebra el genio visionario del arquitecto con una gran exposición

22 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La marca Guggenheim no sería lo que es sin el genio de Frank Lloyd Wright. Ayer hizo 50 años que se inauguraba en la quinta avenida de Nueva York el primer y sorprendente museo Guggenheim. El edificio emblema del emporio, esa espiral ascendente de cemento blanco con apariencia de tiesto, es la obra más reconocible de su creador, Frank Lloyd Wright (Wisconsin, 1867-Phoenix, 1959) y uno de los iconos arquitectónicos del siglo XX. El helicoide es el mayor hito de los muchos que plantó este visionario renovador de la arquitectura, cuyo legendario legado se revisa ahora en la muestra que acoge su hermano, el joven y no menos icónico museo Guggenheim de Bilbao que solo tiene doce años.

Al servicio de la persona

María Nicanor, una de las comisarias de la muestra, destaca el afán de Wright por poner la arquitectura al servicio de las personas. «Crea de dentro hacia afuera, pensando tanto en los usuarios del espacio como en el entorno en que se implanta la edificación. Esa doble preocupación es lo sustancial de su legado», resume esta conservadora del Guggenheim neoyorquino como clave de la modernidad del arquitecto.

De lo micro a lo macro, de los espartanos «refugios» que el maestro Wright proponía crear y vivir a sus alumnos como ejercicio práctico, a las elegantes y funcionales mansiones que alzó en bosques, colinas y desiertos o las utópicas e idílicas ciudades abiertas a la naturaleza como Living City, que nunca construyó, la muestra recorre la larga y cambiante trayectoria de un singularísimo y dotado creador que comenzó con apenas 20 años en una profesión en la que brilló durante siete décadas. Guggenheim y Frank Lloyd Wright es la muestra más amplia celebrada nunca en Europa sobre este visionario humanista, un diseñador integral que concedía la misma importancia a un picaporte, una cubertería, una silla, una lámpara, una bóveda o un lucernario. Un apasionado del automóvil y la tecnología, refractario sin embargo a las ciudades deshumanizadas, sin el cual sería imposible entender el trabajo de sucesores como el Frank Gehry del Guggenheim bilbaíno.

El corazón de la exposición es el espacio dedicado al Guggenheim de Nueva York, la obra legendaria que no llegarían a ver concluida ni su impulsor, Solomon R. Guggenheim, muerto en 1949, ni Wright, fallecido seis meses antes de la inauguración.