La informática se sube al escenario

CULTURA

Xabier Mariño prueba en el Marco un programa que permite al público interactuar con una obra artística, y que podrá usarse como herramienta para el teatro y la danza

02 sep 2009 . Actualizado a las 12:12 h.

Tras veintiún días de encierro en el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (Marco), Xabier Mariño (Ponteareas, 1983) pudo probar ayer su propuesta informatizada para las artes escénicas: un software que permite a las personas interactuar con la música, la videocreación y la escultura.

A través de un programa informático, el músico ofrece una herramienta de trabajo para el teatro y la danza contemporánea. El movimiento de los espectadores provoca diferentes respuestas del programa, que se reflejan en imágenes proyectadas sobre varias pantallas, en la activación de una composición musical y en las modificaciones que se producen sobre una careta situada en una pared.

«O emprego da tecnoloxía adquire un carácter carnal porque o programa toma decisións propias en función do movemento que provocan as persoas», explica el joven compositor ponteareano.

El experimento ha sido probado ayer en el salón de actos del Marco, y los espectadores podrán comprobar su funcionamiento hasta el próximo viernes, entre las cinco y las nueve de la noche. «Unha das maiores dificultades que plantexou o proxecto foi adaptalo as condicións do espazo», señala Xabier Mariño. Una videocreación proyectada sobre el suelo recibe a los visitantes que, en contacto con diversos sensores de movimiento, activan una banda sonora. «É unha composición para piano sometida a diversos xogos», explica Mariño. Es una música inquietante que encaja con las imágenes de un Vigo pintado del amarillo de las vallas de las obras. El ruido de la ciudad pierde su agresividad natural para transformarse en un murmullo similar al que produce el mar.

Sensores de movimiento

Al mismo tiempo, en la pared de la derecha se refleja, ralentizada, la imagen del espectador. En frente, una escultura se muestra inmutable hasta que el espectador se sitúa bajo un haz de luz. Entonces, como le ocurría a Indiana Jones, la música vuelve a sonar, con la intensidad que marca el movimiento del intruso, y unos insectos recorren la escultura al ritmo que recogen los sensores. Una nueva pantalla muestra al espectador participante, aunque en este caso su imagen se reproduce como una silueta en blanco y negro de gran efecto visual.

«O obxectivo é compoñer un lugar virtual onde, en certa maneira, estea reflectida tanto a identidade da cidade como a individual de cada un dos visitantes, ademais da interacción do público coa obra e da obra co público», resume el autor de la puesta en escena.

El experimento surgió del programa Artistas en Residencia del Centro Dramático Galego, cuyo objetivo es apoyar a creadores que deseen desarrollar proyectos de investigación o de creación en los ámbitos del teatro, escritura teatral, circo o danza.