En estos locales gallegos se sirven las cañas más baratas

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SANDRA ALONSO

La cerveza es la bebida más demandada en los bares de Galicia. Su precio no ha sido ajeno al incremento de la inflación. Aun así, todavía hay quien se esfuerza por abaratarla al máximo

05 abr 2024 . Actualizado a las 13:08 h.

Disfrutar de una caña bien tirada es uno de esos placeres que reconfortan cualquier momento del día. Desde hace ya unas décadas, la cerveza ha reemplazado al vino en cuanto a ser la bebida más solicitada en bares, terrazas e incluso en la noche. Máxime cuando el calor se empiece a hacer notar. A este cambio de tendencia no fue ajeno el ajustado precio de una refrescante caña. Pero el alza del IPC también se ha notado en la cerveza, hasta el punto de que el precio medio de la caña a día de hoy está en torno a los 2,50 euros.

MONICA IRAGO

Aun así, hay quien se resiste a cruzar la barrera de los dos euros por servir una caña. Es el caso de O Moscón, en O Grove. El verano pasado las servía a 1,60 euros, y de cara a este las actualizará a 1,70. O Moscón es, con toda probabilidad, el bar más pequeño de Galicia. Tiene tan solo doce metros cuadrados. Más una terraza de 24. Pero en O Grove es toda una institución. Desde 1955. Su estratégica ubicación, en el centro del triángulo que conforman el puerto, la lonja y el ayuntamiento, lo convierten en obligada zona de paso para muchos de los lugareños, que allí realizan indefectible escala.

Otro tanto ocurre con los visitantes. El punto de referencia para todos ellos en la villa meca es la plaza de O Corgo. Su primer destino. Y allí está O Moscón, exhibiendo su tentadora terraza con seis mesas y un par de barras. Cuando se sientan y Luciano les cobra las cañas a 1,60 euros, con su correspondiente pincho, no se lo pueden creer.

Porque el pincho nunca falta en O Moscón. Para el mediodía, Luciano Barreiro, propietario del bar desde hace 28 años, prepara uno caliente y uno frío. El día que nosotros hablamos con él tenía criollo y queso con boquerón. Por la tarde, la caña se acompaña con unas aceitunas, frutos secos o patatas fritas.

A mayores, O Moscón también puede ofrecer, a modo de sencillo picoteo, raciones de empanada, de embutidos y algunas conservas.

Asume Luciano que él no puede, ni debe, tener los mismos precios que otros bares, porque tampoco ofrece los mismos servicios. «Isto non deixa de ser un quiosco. Aquí só teño sitio para 6 ou 7 persoas dentro do local e seis mesas na terraza». Pero, al tiempo, también reconoce que el precio de la cerveza es un reclamo. «Si, claro que vén moita xente porque sabe que aquí as cañas son moito máis baratas. Sobre todo os mariñeiros e a xente do pobo», admite.

Durante el invierno O Moscón no tiene grifo de cerveza. «Non me cunde porque teño moi pouco sitio e os barrís e as bombonas ocupan moito». Así que trabaja con cerveza en botella. Pero también en modo low cost. El tercio lo despacha a dos euros, y el quinto a 1,20.

MARCOS MÍGUEZ

A CORUÑA

El Buddha Coffee (José Luis Bugallal Marchesi, 1) es un bar de barrio. Está en Elviña, en la segunda fase, cerca de la rotonda de las Pajaritas, y tiene la suerte de estar bajo unos soportales, más en esta época de lluvias. El local es conocido por sus desayunos abundantes, que también sirven a buen precio; su fervor deportivista, que demuestra en la decoración del local; y, también, porque tiene las cañas y botellines más baratos del vecindario.

Alejandro Martínez, el copropietario, cuenta que ahora han puesto las cañas a 1,80 euros, pero el año pasado las tenían diez céntimos más baratas. Una subida que Álex acometió a regañadientes, porque su filosofía empresarial es trabajar a volumen. Prefiere deslomarse a trabajar antes que subir el precio de las cervezas. «La gente está muy jodida y echamos una mano todos», dice. Lo cierto es que los clientes del Buddha tienen asegurado un pincho por cada consumición a ese precio.

Este hostelero no ve más subidas de precio en un horizonte cercano. Explica que los dos euros son una barrera psicológica, tanto para él como para los clientes. Y es un límite que mantiene a pesar de que sus proveedores son los mismos que los del resto de bares de la zona: «La cerveza nos cuesta igual que a todos los locales, nos dejamos una pasta», sentencia. El resultado es que son de los más baratos de la calle, y también de toda la ciudad. El precio por la caña en A Coruña, incluso, se está quedando lejos de los dos euros, y se acerca a los 2,20 euros como valor estándar. Más allá del negocio, Alejandro lleva a cabo esta política de precios para contribuir al sentimiento de barrio. «La gente lo agradece mucho. Aquí hay gente que trabaja, gente que no, pero hay que fomentar la cultura de barrio». Eso se nota cada viernes y sábado por la noche, cuando el Buddha Coffee atrae a los vecinos de la zona para disfrutar del after work, que otros prefieren hacer en el centro de la ciudad. «Yo prefiero que la gente venga aquí y se tome las primeras rondas en el barrio; y luego, si quieren, que vayan al centro», afirma.

Óscar Cela

EN EL CAMPUS DE LUGO

En el templo gastronómico de Galicia, parece imposible acompañar los abundantes platos de la cocina lucense con una caña por menos de dos euros. En la gran mayoría de los negocios de la ciudad se acercan más a los 2,50 euros que al precio que hace no tanto estimulaba el consumo tanto en los barrios como en el casco histórico.

En el centro, hace tiempo que bares y restaurantes apostaron por un consumo más turístico que autóctono. En otras zonas, sin embargo, siguen siendo los vecinos los que dan vida a los negocios. Esto ocurre, por ejemplo, en A Milagrosa. Esta zona residencial (y de clase trabajadora) del norte de la ciudad de Lugo cuenta con negocios tradicionales y que siempre han vivido de las tapas, los menús del día... y las cañas. En la Cervecería Lagar, en plena rúa da Milagrosa, Mónica, la responsable, explica que las sirven en copas a 2,50 euros. «Tuvimos que subir el precio 10 céntimos a principios de año. Es lo que ha hecho todo el mundo, porque si cobras menos que eso, deja de compensar», razona. En su negocio, la tapa no puede faltar junto a la caña. Esta consumición tiene un tamaño único y sigue siendo la estrella del negocio. Donde el precio se acerca más al de antaño es en el campus universitario. En La Iguana, Bruno, el dueño, explica que una caña normal cuesta 2,10 euros. La grande, en copa, 2,50. «Prácticamente vivimos de esto. Y de los cafés que piden los estudiantes cuando hace frío», explica el hostelero. Allí, como en casi todos los negocios, el alza de precios les hizo subir 10 céntimos el valor de las cañas debido a la inflación. Lo mismo ocurrió en la Cafetería Noroeste, frente a la Facultade de Veterinaria. Andresa, una de las responsables, cuenta que allí cobran 2,20 euros por la caña normal y 2,50 euros por la grande. Hace apenas unos meses, la más barata costaba solamente dos euros, algo prácticamente imposible de ver ya en la ciudad de la Muralla romana.

SANDRA ALONSO

LA JARRA FRÍA DEL FRANCO

En una de las calles más emblemáticas del casco histórico compostelano, en el epicentro del ajetreo turístico, se pueden encontrar cañas a 1,50 euros, por increíble que parezca. No las ofrece una pequeña tasca de toda la vida. La inflación ha obligado este año a subir los precios para capear las facturas y, cuando el bar vecino las sube, se genera un efecto dominó que ya sitúa el coste medio en los 2,50 euros (en algún caso, rozando ya los 3). Pocos pueden competir contra la jarra helada de 33 centilitros a euro y medio del 100 Montaditos, una cadena nacional que al mover una cantidad de barriles considerable puede permitirse ofertas difícilmente combatibles para el pequeño hostelero, que en muchos casos compensa la diferencia con tapas y espacios con encanto autóctono. Entre las fotos en blanco y negro de Cádiz u otras escenas patrias, y el mural que el mismísimo Urbano Lugrís pintó para el antiguo Bar América, se sirven las jarras enfriadas a -140 a una parroquia de clientes ecléctica, en la que se mezclan turistas y peregrinos con familias, jóvenes y habituales varios. «Lo de siempre», pide uno de ellos al final de la barra a Tania, que le sirve la jarra grande (de medio litro, a 2 euros) mientras llaman por los altavoces a Marta, Tachi o Svetlana para que recojan en la ventanilla de la cocina sus pulguitas rellenas. En los barrios aún es posible hallar algún negocio familiar que sirve la caña de Estrella Galicia a menos de 2 euros. Por ejemplo, el Canguro, en Pontepedriña, donde pasaron de cobrarlas de 1,80 a 1,90 euros en enero.

Alejandro Camba

CON VARIEDAD DE PINCHOS

El valdeorrés Nelson Carballo Fernández se bregó duro en locales de Burgos y Ourense antes de montar su propio negocio. Quería comenzar una nueva experiencia como responsable de su proyecto y creó el Bar Nelson, en la ourensana calle de Alexandre Bóveda. Su filosofía es clara: trabajar con precios ajustados para incentivar el volumen de negocio. Y funciona porque el bar Nelson es un hervidero de gente, sobre todo, en el horario de tarde. Con el reclamo de la caña a 2 euros, Nelson Carballo fideliza a la clientela con todo un despliegue de pinchos. Todos los días cuenta con uno diferente y, a mayores, está constantemente ofreciendo su variedad de propuestas para picar. «Aquí trabajamos mucho la tapa. Tenemos calamares, chorizos al vino, rabas, bocadillos de panceta, lomo y otros —que partimos y ofrecemos como pincho a los clientes— y muchas más cosas. Si te vienes a tomar una caña y estás aquí un rato, pasaremos con la bandeja ofreciendo tapas unas tres o cuatro veces. La gente lo valora y no nos podemos quejar, porque tenemos una clientela muy numerosa y fiel», precisa Carballo Fernández. Además de jugar la baza de las cañas a 2 euros, el Bar Nelson trabaja toda la franja horaria. Desde los desayunos a las empanadillas —caseras o al horno de leña—, la tortilla de la que se siente especialmente orgulloso —con docena y media de huevos y patatas caseras, con o sin cebolla—, el lacón o el raxo con patatas —«lo que más sale»—.