Marta Lamas viaja de casa en casa: «Hace 20 años que no voy a un hotel, llevo más de 100 intercambios»

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Esta ferrolana ya ha estado en Nueva York, toda Europa, Singapur, Dubái, Kuala Lumpur... «Me conozco mejor Estados Unidos que muchos americanos», dice. A cambio, ella también cede su hogar

06 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La verdad es que escuchándola hablar solo puedes sentir envidia sana de Marta. Su pasión viajera y aventurera llega a tal punto que cuando te relata a todos los sitios que ha ido en los últimos 20 años, se te queda cara de tonta. Pero también es cierto que lo de esta ferrolana, que hace una media anual de cinco viajes a lo grande, no es normal. De hecho, la entrevista la hace desde su casa de intercambio en Nueva York: «Para que te hagas una idea, es como la casa de Carrie (Sexo en Nueva York)», en Brooklyn». Con esta carta de presentación, ya dan ganas de coger la maleta e irte.

«Cuando tuve a mi tercera hija, me cogí una excedencia de año y medio tras el nacimiento. Pero, al poco tiempo, yo ya me aburría, aunque tenía a tres bebés en casa. Entonces, comencé a buscar unas vacaciones familiares y me apareció una aplicación, que ahora ya no existe. Nos apuntamos por probar. Nuestro primer intercambio fue en Zahara de los Atunes (Cádiz) en Semana Santa. Y nos encantó. La casa era de unos señores de Sevilla y ellos se vinieron a nuestra casa de Ferrol. Todo fue fenomenal y nos gustó mucho».

Tanto le fascinó la experiencia, que en el siguiente intercambio, Marta ya se animó a cruzar el charco. «Me escribió una familia de San Francisco a través de la plataforma y nos propusieron un intercambio de un mes en su casa. Y como soy así muy valiente, pues allá nos fuimos mi marido y yo con los tres bebés un poco a ciegas, porque entonces no había videollamadas. Pero me dije: ‘A las malas, me cojo un hotel‘. Así que allá nos fuimos y nos quedamos un mes. La casa estaba en una zona de viñedos, donde se rodó Falcon Crest, en el condado de Sonoma. Y estuvimos a todo plan. Todo fue fantástico», cuenta. «Yo a estas alturas ya me fío de todo el mundo. Hace 20 años que no voy a un hotel», confiesa.

Estados Unidos le fascinó tanto a Marta, que fue todos los años hasta el covid: «Me lo conozco mejor que algunos americanos. También hice intercambios por toda España y Europa. Río de Janeiro nos chifló. El pasado mes de enero estuvimos en Dubái, también hicimos Singapur y Kuala Lumpur, en Malasia... Tulum y toda la costa de México... Todo con intercambios. Canadá, las cataratas del Niágara, Toronto, Estambul... A Abu Dabi fuimos el año pasado y ahora estamos por segunda vez en Nueva York. Me vine con mi hija, que cumple 18 años y terminó la evaluación. Vamos a estar 10 días». Y confiesa que ha realizado «más de 100 intercambios», si cuenta todos los que ha hecho desde aquella primera vez en Zahara. Y 68 con la app que usa actualmente, Home Exchange (Intercambio de casas), donde hay una gran comunidad de propietarios —más de 150.000 repartidos en 145 países— dispuestos a ceder su casa e irse ellos a otras.

Muchas escapadas

Marta reconoce que la empresa en la que trabaja le permite tener más de 30 días al año de vacaciones y que su marido, al ser funcionario público, también tiene facilidades a la hora de viajar. «A mí no me importa viajar a Singapur por una semana. En cambio, hay gente que dice que por pocos días no se mete el tute. Yo, sí. Esa es la clave. Hacerte varias escapadas al año». Y reconoce que su empresa se lo pone aún más fácil desde que el año pasado tuvo la posibilidad de cogerse todo el verano de vacaciones como permiso no retribuido.

En todos estos intercambios, jamás ha tenido una mala experiencia: «También puedes hacer microintercambios. Por ejemplo, yo ahora estoy en Nueva York y me quiero ir a Filadelfia, pues me cojo un intercambio para dos noches. Hicimos eso una vez en Francia, y resultó que era un poco la casa de Pipi Lamstrung. Pero no era un desastre de decir que allí no podías estar. Era un poco especial». Cuenta que al ser un acuerdo entre los dueños, la gente está agradecida de poder quedarse en tu casa, y te la dejan siempre genial: «Alucinas. Mucho mejor que si fuera un apartamento turístico, porque como no hay dinero de por medio, la gente tiene especial cuidado en que todo quede como lo encontró. Además, hay valoraciones. Tú valoras y a ti te valoran. Es un poco fiarte entre comillas. Pero debe de ser que yo hice tantos intercambios y me da tanta seguridad...». También tantos viajes le han permitido vivir un montón de anécdotas. «Con la familia de Toronto, cuando le pregunté al irnos dónde le dejaba las llaves de su casa, me dijo que las tirara a la basura. Me sorprendió mucho. Debe de ser que tendría muchas copias. Era una casa fantástica en un rascacielos... todo estuvo bárbaro. Estuvimos allí mientras ellos estaban en Inglaterra», dice.

Porque no es necesario realizar un intercambio simultáneo para viajar, es decir, que te vayas tú a su casa mientras él se viene a la tuya. «Lo puedes hacer con guest points (puntos de invitado). Imagínate, yo ahora estoy en Nueva York y mi casa está vacía en Ferrol. Pues otra persona podría contactarme para quedarse en mi casa. Por cada noche, me daría unos puntos, que a mí me servirán para irme a otra casa en otro momento. Si son 200 puntos por noche y se queda diez días, pues ya tendría 2.000 puntos para irme a otro lado. Yo, por esta casa de Nueva York, le he dado 800 puntos por estar aquí», explica.

La tercera modalidad es un intercambio, pero no simultáneo: «Por ejemplo, yo me quiero ir ahora a Cartagena de Indias, pues el dueño de la casa con el que contacto me puede decir que le interesa conocer Ferrol, pero no cuando yo voy allí, sino más tarde. Entonces, te dice: ‘Guárdame una semana del año que viene de las que yo tengo disponibles. Y se las guardo sin problema».

E incluso ha llegado a hacer también intercambios de coche. «Compramos los aviones opuestos y en el que yo llego allí, él se viene a A Coruña y tiene mi coche en el párking del aeropuerto esperándole». En este caso, la pregunta es inevitable sobre los posibles accidentes de tráfico y las multas: «Mi seguro del coche ya incluye a todos los conductores. Y las multas de algún radar o así, pues siempre hay que avisar. Una vez, a unos que estaban en mi casa les cogió un radar, y cuando llegó la multa, se la envié y me la pagaron. Luego, otra vez en París yo iba con el coche de la familia de la casa en la que estaba, y me dieron en un faro por detrás. No fue culpa mía. Le escribí a la familia, le cogí los datos, le arreglaron el faro y se acabó».

Si tuviera que quedarse con alguna de las casas en las que estuvo, dice que, sin duda, con la que se alojaron en Tulum (México): «Era tan grande que en diez días no llegué a verla entera. Tenía como 30 habitaciones y no llegamos a abrirlas todas. Y encima, nos dejó una chica de servicio y un mayordomo. Eso era de risa. Cada vez que te movías, te colocaba una cosa. Pero nosotros preferíamos estar a nuestro aire y les decíamos que se tomaran los días libres. La casa era de unos norteamericanos oncólogos, que estaban forrados, y vivían en Houston. Tenían el palacio este, porque aquello no era una casa».

Si tuviera que quedarse con una ciudad de todas las que visitó, sin duda, elegiría Río de Janeiro. «Allí teníamos otra casa bárbara, porque Río es superpeligroso, y con la aplicación solamente puedes hacer intercambios en ciertas zonas. La mejor es el barrio de Leblon, que es donde estábamos nosotros, que equivale al barrio de Salamanca de Madrid. Para que te hagas una idea, teníamos que entrar en el barrio con un permiso que te da la familia y teníamos que pasar varias puertas... Es la ciudad más bonita en la que hemos estado. También nos gustaron mucho Miami, Chicago, Boston, Los Ángeles, San Diego... todo Estados Unidos».

Viajar de esta manera no solo es una experiencia increíble, también supone un ahorro económico importante. «Las vacaciones te salen superbaratas. Es solo el avión y lo que gastes viviendo allí. Este año, dentro de los cinco viajes que vamos a hacer, nos vamos a ir a una quinta en Coímbra las tres primeras semanas de agosto, que es como un pazo gallego. ¿Cuánto crees que nos podría costar eso si no lo hiciéramos a través de un intercambio? Y lo mismo con la casa en la que estamos ahora en Brooklyn», dice. Entre los viajes que aún tiene pendientes para este año, le queda Berlín. «Mi marido y yo siempre hacemos uno de novios, como yo digo. Y este año nos vamos a Berlín. Luego iremos a Alicante, Aguete (Marín), Coímbra, y en octubre nos vamos a Londres, porque mi hija se va un año allí de au pair y nos tocarán varios intercambios en Londres para ir a verla». No me digáis que Marta no se lo monta bien.