Omar Banana, nominado a los Goya por «Te estoy amando locamente»: «La libertad también es poder llegar a fin de mes»

Alejandro García Chouciño
A. G. CHOUCIÑO A CORUÑA

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El actor Omar Banana (Huelva, 1994)
El actor Omar Banana (Huelva, 1994)

Es toda una revelación para la industria cinematográfica, pero sus inicios vinieron marcados de misticismo y mucho esfuerzo. Pese a que admira a los cómicos, se siente más cómodo en el drama. «Luis Zahera me flipa», asegura el intérprete

02 mar 2024 . Actualizado a las 09:31 h.

Omar Banana (Huelva, 1994) se dio a conocer al público en la pequeña pantalla con los Javis —en series como Paquita Salas y Veneno—. También se le ha visto en otras grandes producciones como Sky Rojo y en largometrajes como Marco Polo, de Pablo Riesgo. No obstante, su papel de Miguelito en Te estoy amando locamente —Que se proyecta este sábado, 2 de marzo, en el Teatro Colón de A Coruña dentro del ciclo Norte Cinema Diverso— le ha servido para obtener su primera nominación a los Goya, como mejor actor revelación, y para dar el salto en su carrera como actor. 

—¿Cómo estás viviendo este momento?

—Muy guay. Pasando la resaca de todo, de los premios, de la acogida que ha tenido la película... Ha sido muy bonito. Sobre todo, todas estas nominaciones, que tampoco esperábamos tanto, la verdad. Al final es una película chiquitita, aunque luego para mucha gente no lo parezca. Yo sabía que el largometraje a lo mejor iba a llegar a la gente, ingenuamente, pero no sabía que la iban a recomendar tanto o que iba a gustar tanto.

—En tus inicios fuiste a un médium y acertó con tu futuro laboral. ¿Volviste para los Goya?

—No, porque ya no vivo en Inglaterra. Cuando surgió lo de Paquita Salas intenté volver antes de irme de Londres, pero perdí el contacto y no lo llegué a encontrar. Entonces no fui nunca más....

—¿Conocías la historia del movimiento LGTBI andaluz?

—No lo conocía demasiado. Fue ya con la película cuando Alejandro Marín nos pasó toda la información y empecé a investigar y a enterarme mucho más. Pero sí es verdad que hay generaciones como la mía que no somos muy conscientes de toda esta historia del colectivo... Entonces está muy bien que exista una obra que abra los ojos para gente como yo.

—¿Te sientes más «millennial» o generación Z?

—No tengo ni idea [risas]. Yo diría que soy más millennial... No estoy seguro. Pero sí que es verdad que hay cosas como de, no sé... Soy muy friki, me encanta la Play, los videojuegos y demás. Por ejemplo, el Fortnite. Podría ser perfectamente generación Z.

—¿Crees que las nuevas generaciones nos hemos olvidado de lo duro que fue esa lucha para conseguir los derechos que tenemos en la actualidad?

—Sí. Hay una parte de tranquilidad... de acostumbrarse y no pensar que las cosas obviamente tienen su precio y cuesta conseguirlas. Creo que es algo que les pasa a todas las generaciones con problemas que han superado o que medio han superado en generaciones anteriores. Es importante conocer la historia, teniendo en cuenta el presente político, porque nuestros derechos tal como vienen se pueden ir. Son cosas frágiles y hay que cuidarlas y luchar por ellas.

—Un tema que está en boca de los partidos son las libertades. ¿Qué es para ti la libertad?

—La libertad se debería basar en la libertad personal de poder vivir tranquilamente. No es «yo soy libre y digo lo que quiero y hago lo que quiero», y en eso hago daño o perjudico a otras personas. Es un tema muy amplio. Es poder ser uno mismo, poder vivir fuera de la precariedad... La libertad también es poder llegar a fin de mes, porque si no, estás atado de pies y manos. En la película hay una cosa que creo que Alejandro ha hecho muy bien, que es hablar de la libertad de ser uno mismo. La trama de Miguel no se centra en poder amar a quien quiere. Su libertad es poder ser uno mismo sin tener que estar pendiente del juicio social. La película no se centra en «Miguel es homosexual y quiere estar enamorado de un chico». Eso no lo explica. No sabemos si es gay, bisexual... No se sabe nada realmente. Miguelito es un chico que quiere ser como él es. Siendo libre. Al final lo puede conseguir gracias a la red de apoyo de su colectivo y de su madre. En este caso concreto, la obra habla de un tema que se trata poco. Casi siempre nos centramos en «ama a quien tú quieras», que está muy bien, pero que está ya casi desfasado. Ya ha pasado y tenemos que reivindicar el ser quien eres. Ser tú mismo sin miedo a la represión social.

—¿Los actores sentís miedo a expresar vuestra opinión sobre ciertos temas?

—Eso es algo que es cierto en muchos ámbitos. El acoso sexual, que se está empezando a hablar de ello, es un ejemplo. En nuestra industria hay un cierto miedo a la represalia o a que ciertas opiniones nos puedan perjudicar en nuestras opciones de trabajo. Pero también en otros sectores profesionales. Siempre hay unas figuras de poder que tienen la capacidad de mandar y decidir sobre el futuro de los demás y creo que ahora, con todo el tema de las declaraciones por acoso sexual, estamos tomando un poco de conciencia de que a lo mejor mucha gente lo sabía, pero es importante que, aunque no lo digan en ese momento, lo hablen después. Y se termina hablando, porque al final si todos nos unimos contra las entidades que tienen el poder y la capacidad de decisión sobre nuestro futuro, les quitamos el poder. Creo que es necesario que la gente hable y denuncie el abuso de poder.

—¿Cómo vives la exposición en redes sociales?

—Soy una persona supertorpe. Me equivoco muchísimo y me encanta aprender. Corregir los errores que cometo. Gracias a Dios, por el momento no he tenido ningún problema. Pero sí es verdad que noto cierta repercusión. Por ejemplo, el otro día subí una storie tonta comentando una cosa, y de golpe veo que la gente habla en Twitter de eso, en este caso para bien, pero que hablan de algo que para mí era insignificante. Y esto como que me ha pasado muchas veces, y al final digo: «Joder, la gente realmente escucha». Pero siento como que no es así. No siento que a alguien le pueda interesar lo que tengo que decir. Sí que es verdad que últimamente soy un poco más consciente de todo lo que digo y hago, porque aunque sea torpe y demás, cada vez hay más gente que me tiene en el punto de mira o que escucha lo que digo en redes sociales.

—¿Cómo fue tu formación en Londres?

—Lo viví como algo guay, pero también como algo duro. Cuando me fui a Londres, en mi cabeza mi intención principal era trabajar para poder pagarme los estudios de interpretación. La base de mi experiencia es la precariedad económica. Al final, si tú no tienes unos recursos, tú no puedes formarte. Yo soy de Huelva. Ahí no hay tantos actores conocidos, o directores, o cantantes... Esto no es porque en Huelva haya un gen que haga a la gente menos artista. Lo que ocurre es que muchas veces las oportunidades laborales y económicas no son iguales que en otros sitios. Y esto provoca, en la mayor parte de las veces, que la gente tenga que dejar este tipo de profesiones para poder dedicarse a lo que llaman «un trabajo de verdad». Si no tienes una economía familiar que te pueda ayudar para poder seguir tu carrera sin tener que trabajar de otras cosas a tiempo completo, no lo puedes hacer. Tienes que dejar tus sueños y dedicarte a otra cosa.

—¿Y tú cómo lo hiciste?

—Es que también hay otra cosa, que al no tener las oportunidades económicas, tú no puedes estar en Madrid. Por ejemplo, en mi caso, yo no pude venirme en su momento porque pensaba que no iba a poder trabajar, y es verdad. Yo en Inglaterra podía trabajar a tiempo parcial mientras me pagaba los estudios y vivía. Pero en Madrid yo tengo que trabajar a tiempo completo para nada, para tener el dinero que me permita llegar a fin de mes. Un dinero que me gasto en vivir, pero no tengo ni tiempo ni más dinero para dedicarme a otras cosas. En el mundo del arte es algo que se lleva hablando mucho tiempo y que ha pasado durante muchos siglos.

—¿Con qué género te ves más cómodo?

—Con el drama. La comedia es increíble, lo que pasa es que me parece una cosa muy complicada. Al drama creo que estoy mucho más acostumbrado, es en lo que me he formado más y me siento un poco más tranquilo. Me parece que la gente que hace comedia es superadmirable. Yo la verdad es que cada vez que la hice lo pasé muy mal. Igualmente, los dos géneros me encantan.

—El audiovisual gallego también está viviendo un auge en los últimos años. ¿Qué referencias tienes?

—Luis Zahera me flipa. Y tengo compañeros gallegos que son increíbles y que admiro muchísimo. Lo bueno de esto es que estamos demostrando que hay más artistas fuera de la capital y de Barcelona. Y eso es muy bonito.