Paloma Pou, organizadora profesional que ha planificado eventos para Moncloa o Casa Real: «Está comprobado que el orden físico mejora la productividad»

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MARCOS MÍGUEZ

Descubrió el orden por casualidad, pero supuso un antes y un después en su vida. Son muchos los beneficios, asegura, que nos aporta un entorno estructurado no solo en casa, también en el trabajo. «A veces lleva a tomar decisiones importantes», dice

07 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo que para muchos es un suplicio, para ella es «su pasión». A ella, que siempre fue organizada y ordenada, el orden le «da energía, le pone de buen humor y hace que el tiempo se pase rapidísimo». Paloma Pou (A Coruña, 1984) se encontró hace seis años con un reportaje sobre la profesión de organizador profesional que supuso un antes y un después en su vida. Se informó mucho, se formó e hizo muchas prácticas, y fue entonces cuando decidió montar su propia empresa, Simple Sienta Bien. Durante un tiempo lo compaginó con su puesto de responsable de relaciones institucionales en un gran grupo de comunicación —organizaba eventos incluso con Casa Real o Moncloa— sin embargo, echaba de menos el trato directo con un cliente más cercano, más humano. Trabajar ayudando a personas reales con problemas reales. Cuando empezó a ir a casa de gente, y vio que, con sus herramientas, les podía cambiar la vida, dejó su trabajo después de 15 años y se volcó en su proyecto, con el que ayuda tanto a empresas (con gestión y organización de espacios, optimización de procesos y estudios de mobiliario) como a particulares (mudanzas, cambios de armario, vaciado por fallecimiento de un familiar, o trasteros, e incluso ayuda a clientes con la gestión del tiempo). Aun así, todavía tiene un reto pendiente: integrar el orden en el mundo del voluntariado, que conoce muy de cerca. «Creo que como organizadora profesional puedo ayudar a mejorar las vidas de familias en pisos de acogida, el bienestar de los usuarios de una residencia o mejorar los procesos y reorganización de almacenes en comedores sociales, entre otras muchas cosas. A todos nos gustaría sentir más bienestar en nuestras vidas, pero si pasamos por un mal momento, debería ser una prioridad».

 —¿Se puede ser ordenado si uno no está «ordenado»?

—Sentimos la sensación de bienestar cuando encontramos un equilibrio entre nuestro orden interior y cómo tenemos nuestros espacios. ¿Quién no sintió alguna vez la necesidad de ordenar antes de estudiar, trabajar o incluso con la llegada de un bebé o un cambio de etapa? Cada uno tiene que encontrar su equilibrio.

 —El orden no es el mismo para todos.

—Claro, cada persona tiene que tener su parte interior equilibrada con su exterior. Si yo llego a tu casa, y la encuentro muy desorganizada, pero me dices: «Tengo todo controlado menos el zapatero, que es donde necesito ayuda», voy a trabajar solo donde lo necesites.

 —¿Puedes ser caótica como persona y tener todo ordenado, o al revés?

—Es muy difícil ser caótico con tus espacios, no saber gestionar tu tiempo ni priorizar tareas, pero sí mantener un espacio organizado.

 —¿El orden exterior hace que te vayas ordenando por dentro?

—Sí. Cuando un cliente quiere organizar su vida en general (sus espacios, aprender a gestionar su tiempo, sus cuentas...) siempre se debe empezar a trabajar primero el orden físico. Cuando decides ordenar tus espacios vas a tener que tomar muchas decisiones durante el proceso, pero a cambio tendrás resultados visibles al momento. Esa gratificación inmediata y esa sensación de haberte quitado una carga de encima te ayuda a despejar tu mente y ver con más claridad cosas que antes te parecían un mundo.

 —¿Por dónde empezamos a ordenar la casa, por ejemplo?

—Lo ideal es empezar por la habitación que más problemas te genere a diario o que más utilices. Y una vez elegida, empezar siempre por la categoría de cosas con las que tengas menos apego o con las que te resulte más fácil tomar decisiones. Para unos son las camisetas, para otros los zapatos. Pero siempre por lo más sencillo, para sentirte menos abrumado con el proceso y aprender cómo funciona el método; y cuando se hagan con él, avanzar hasta lo más complicado, que suele ser la parte sentimental: cartas, fotos, libros...

—Jamás me desprendería de una foto...

—Nunca te diré que te desprendas de algo en concreto. Cuando hablamos de descarte es porque hay acumulación o falta de espacio, y si esto no se soluciona, nunca estarás a gusto en tus espacios. Por ejemplo, si una persona tiene muchas fotos físicas y no tiene un control sobre ellas (las acumula y no podría encontrar una en concreto si la necesita, o no las disfruta porque están en cajas y no las ve nunca); si le hacen feliz las fotos, quizá tenga sentido organizarlas y hacer álbumes, o incluso escanearlas para que pueda disfrutarlas más fácilmente. No se puede tomar un número fijo ni de fotos, ni de abrigos, ni de zapatos... todas nuestras pertenencias tienen que estar en equilibrio con lo que podamos almacenar en nuestros espacios.

 —¿Se nace ordenado o se aprende?

—Hay de todo. Hay gente muy ordenada que no sabe organizar y gente muy maniática del orden y que no por ello ordena correctamente. Muchos saben ordenar el armario, pero pocos saben mantenerlo. ¿Qué falla? Que nadie les enseñó a hacer un sistema organizativo según sus necesidades. La clave es estudiar las de cada persona y el espacio físico del que dispone. Por eso es tan importante personalizar cada trabajo. Los trucos de Instagram pueden resultar muy atractivos, y útiles para algunos, pero no tiene sentido aplicarlos en muchos espacios. Cuando llego a una casa, muchas veces consideran que tienen los deberes hechos: compran todo tipo de organizadores y meten doblado vertical en las prendas que ellos consideran, pero no funciona así. Hay que ver cuánto ocupan las cosas, ver los espacios de almacenamiento, y por último, decidir qué organizador se necesita comprar y cuántos.

 —¿El orden da paz mental?

—A la mayoría sí. Para mí es muy importante, porque es uno de los beneficios que descubrí e hizo que me cambiara la vida. El contacto con la naturaleza nos provoca relajación y paz porque es un estímulo ordenado. Por el contrario, en la ciudad, la mayoría de los estímulos que recibimos a lo largo del día son desordenados. Esto demuestra que un entorno estructurado estructura la mente.

 —¿Qué más nos aporta?

—Tiempo y productividad a nivel personal y profesional; relaciones personales y convivencia; libertad, la acumulación de cosas nos ata. Esto lo tengo demostrado con un porcentaje alto de mis clientes, que después de ordenarles sus espacios, han tomado decisiones importantes: uno se cogió una excedencia, otros se han mudado de casa, algunos se han cambiado de trabajo... Es porque sentían una carga, que les impedía avanzar y se vieron liberados. También mejora la economía familiar y el ahorro, y ayuda a tener un consumo responsable. Cuando organizamos, aprendemos a tomar decisiones sobre lo que queremos mantener y lo que no.

 —¿Cuáles son las claves de un hogar bien ordenado?

—No acumular, conseguir un equilibrio entre lo que entra en nuestra casa y lo que debe salir; rodearse de cosas útiles o que nos llenen. Todo tiene que estar por alguna razón; adaptar nuestras cosas al espacio; cada cosa tiene un lugar y cada estancia una función. Si conseguimos definir esto, vamos a poder recoger y ordenar en poco tiempo y todo lo encontraremos a la primera.

 —Ayudas a muchas personas a poner en orden sus casas, lo difícil viene cuando te vas...

—Después de una sesión de trabajo los resultados son muy gratificantes, pero nunca conseguirán que se mantenga el orden en el tiempo si no crean el hábito de mantenimiento, y para ello, hace falta voluntad. Algunas personas pueden verse solas en esa fase, pero sigo en contacto con mis clientes, hablamos de cómo van y hacemos reajustes si son necesarios. También hago sesiones de mantenimiento.

 —Afirmas: «El orden físico mejora el bienestar de los trabajadores e incluso la productividad de las empresas».

—Las empresas en España ya empiezan a apostar por profesionales de la organización para optimizar la funcionalidad de los espacios y mejorar la organización y el orden en sus oficinas, pero EE.UU. nos lleva mucha ventaja. Está comprobado que una buena gestión de la organización de los espacios físicos puede ahorrarles mucho dinero y mejorar la productividad, pero sobre todo va a mejorar el bienestar de sus trabajadores. He visto a empleados con mucho estrés intentando mantener ordenados espacios con sistemas que no funcionan. Considero que no es una responsabilidad del trabajador saber organizarlos.

—¿Qué pasa si nuestra mesa es la selva?

—Que a la mayoría nos genera estrés, se pierden las cosas, y por lo tanto muchísimo tiempo irrecuperable, y como en toda convivencia, surgirán crispaciones. Por no hablar de que es muy difícil tener un espacio limpio, si no está ordenado.

 —Hay quien dice que se puede ser desordenado y eficiente...

—Esto es algo polémico. Sé que hay gente desordenada que es muy productiva y que incluso ese tipo de espacio fomenta su creatividad. En estos casos no hay que cambiar nada. El problema viene si esa persona trabaja por cuenta ajena o comparte espacio con otros compañeros. A ellos ese desorden sí puede afectarles.

—¿Cómo sabemos si nos afecta el desorden?

—No tienes que ordenar ni llamar a un profesional cuando el desorden no es un problema. ¿Qué puede ser un problema? Que dejes de invitar a gente a casa, que sientas que no encuentras las cosas a diario, que no puedas limpiar, que tengas problemas de convivencia, que entres en tu casa, y te produzca estrés, que lo veas como una carga extra, que tardes mucho en recoger las cosas...

 —¿Cuándo el orden se puede convertir en una manía?

—E incluso en un trastorno obsesivo-compulsivo. Cuando el deseo de orden se vuelve extremo y comienza a afectar negativamente en la calidad de vida de una persona. La línea puede ser muy fina: si una persona se vuelve excesivamente rígida con el orden, si se siente incómoda o ansiosa, cuando no está a su manera, si dedica un tiempo desproporcionado a organizar incluso cuando no es necesario... Cuando el deseo de mantener el orden afecta a la vida diaria y social, o cuando tienes falta de flexibilidad para adaptarte a un cambio e imprevistos.Tu hogar o tu oficina no es una foto de revista.

 —¿La empresa te puede imponer orden en tu espacio personal?

—De alguna manera, sí que lo están empezando a exigir. Cuando compartes tu espacio con otros hay que tener unas pautas básicas de convivencia, sino los desordenados suelen imponerse sobre los ordenados. Me parece algo muy importante que las empresas ya no solo se interesen por lo que trabajas o facturas. Poner el foco en crear bienestar al trabajador mediante el orden físico tiene muchos beneficios para los que conviven en la empresa, pero además este orden y disciplina mejora la productividad, así que cada día son más empresas las que entienden esta sinergia. Puede que se acumule demasiado, que la distribución de los puestos de trabajo no sea la más conveniente o incluso que la impresora esté demasiado lejos. Cualquiera de estos ejemplos hace que el trabajador sea menos productivo.