¿Qué es lo que no puedes hacer en un avión?

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Viajar en avión ya no tiene glamur. Más bien es un infierno. Pero cumplir unas pequeñas normas de cortesía nos harán a todos el vuelo más fácil. Y cuidado, porque podrías acabar esposado. La azafata manda

12 jun 2023 . Actualizado a las 09:00 h.

El bebé llora, el de atrás te clava la rodilla y el de delante ha reclinado el asiento y te incrusta la bandeja en el pecho en un ataque a traición. La felicidad de las vacaciones soñadas empieza a diluirse ante las puertas de embarque saturadas, las maletas entre las piernas y las patadas en los riñones del niño que va detrás. Pero ¿qué podemos hacer para mejorar la experiencia? Hay normas de cortesía que aunque no están escritas en ningún sitio todos los pasajeros deben conocer. Volar será mas divertido, o menos odioso. Para empezar debes respetar el espacio del pasajero que viaja en el asiento del medio, que ya bastante tiene el pobre con esa ubicación sin ventana ni pasillo. Él tiene derecho a dos reposabrazos. Procura mantener tu respaldo en posición vertical todo el vuelo. Si te resulta imprescindible reclinarlo debes avisar primero al pasajero de atrás y no echarte encima sin una palabra. Nunca apoyes los pies o la rodilla en el respaldo de delante y mucho menos dejes que tus hijos den pataditas. Si las sufres, no hables con el niño, mejor díselo al padre y reza para que sea una persona educada. Alejandra Sánchez Criado, una exazafata de origen gallego que trabajó durante años para la exclusiva aerolínea Emirates nos cuenta que en estas líneas de lujo, con más espacio y asientos amplios, a pesar de que los vuelos son largos, de hasta 16 horas algunos, no suele haber roces entre los pasajeros. «Yo volaba en el A380 el avión más grande del mundo y en tres años no me pasó que tuviera que intervenir». Así que ya sabes, nada de llamar a la azafata por esas nimiedades.

 ¿Y si el bebé llora? No hay nada que hacer. Como mucho pedir tapones. «Un bebé que llora en un vuelo largo en el que vas agotado tras una paliza de viaje a la otra punta del mundo es una faena, pero en estos aviones tan grandes, de más de 300 pasajeros, siempre hay un bebé. Sin excepción. Si alguien estaba muy afectado, para que no quedara insatisfecho, le buscábamos acomodo en business class».

Cuando comas, ten cuidado, no vayas a tirar algo encima de tus compañeros, y procura no emborracharte, porque la tripulación tomará medidas. «Para el alcohol teníamos un protocolo. En Emirates sirven botellines de bebidas alcohólicas gratis, los que quieras, pero, como cada azafata tenía una zona del avión asignada, si un pasajero pedía tres ibas anotando, si quiere otra se la sirves en un vaso diluida con agua, y si se está emborrachando ya le decíamos que había llegado al límite». Y nada de ponerse bravo, que estas chicas están preparadas para reducirte y ¡esposarte! «Hacíamos una formación de un mes en el que nos preparaban para desde atender un parto a sofocar un incendio y también técnicas de defensa, aunque yo nunca las dominé. Teníamos esposas para ponerles si hacía falta».

Tras su elegancia las azafatas esconden muchos secretos. «Es una experiencia muy dura, a mí me destrozo la salud, de hecho no me gusta mucho recordarla. El aeropuerto de Dubái abre 24 horas al día y lo normal es que tu vuelo salga a las 4 de la mañana. Viajas mucho y con la presión atmosférica al subir y bajar se te hincha el cuerpo (todas nos tiramos pedos por el pasillo jajajá) y no es sano. Además te pasas muchas horas encerrada en el avión y es claustrofóbico. VIves con un jet lag crónico. Pasé tres años con sensación de estar de resaca, es duro. Eso en la parte mala, porque Alejandra reconoce que también hubo cosas muy buenas. «Fui a 90 sitios destinos diferentes (eso estuvo muy guay) y también la exposición cultural: estar en contacto con gente que yo no sabía ni que existía, de sectas, de religiones, del rural de china... Ves los estereotipos hacerse realidad: si vuelas a Rusia todos beben un montón y son señores mayores y chicas jóvenes y guapas; en los viajes a China te hacen fotos sin tu permiso, se ponen de pie por todas partes; los japoneses te dejan la bandeja de la comida mejor de que se la das y lo más divertido era volar a España, siempre me lo pasaba pipa....iba muy animada porque venía a casa ».

Y si tienes miedo, no serás el único. También los profesionales pasan sus malos momentos en el aire, aunque la mayoría acaban en risas. Afortunadamente. «Un día yo estaba  en la cola del avión grande y saltó la alarma de incendios. Era un hombre muy alto que estaba en el baño echándose  desodorante en espray y activó la alarma. Otra vez una mujer árabe que se perfumaba en el baño también la hizo saltar. Pero el mayor susto fue cuando vi salir del aire acondicionado un humillo. Avisé aterrada y los pilotos dijeron que también notaban una neblina. Yo me bloqueé y me encerré en el baño. Al final no era humo, era arena que entró en los conductos.... ».

 Lo mejor: dormir. La azafata te dirá cuándo es la hora («se genera día y noche falsos para que duerman los pasajeros y también nosotros poder descansar»). Ah! Y deja de aplaudir al aterrizar.