La fragilidad humana, según Francisco Leiro

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Vigo ofrece una ruta por las obras del escultor de Cambados, emplazadas en distintos espacios públicos

25 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La estatuaria pública de Francisco Leiro (Cambados, 1957) está bien representada en Vigo, con varios ejemplos realizados en distintos materiales, siempre presididos por su objetivo de mostrar la vulnerabilidad y la fragilidad humana a través de una mirada en la que se mezclan la tradición y la contemporaneidad. Este artista fue uno de los renovadores de la escultura contemporánea española y su proyección es internacional. En sus inicios, a mediados de los años setenta del pasado siglo, Leiro partió de posiciones surrealistas, a través del grupo Foga. De esos momentos, según recordaba el artista en una entrevista en este periódico, le quedó el método de trabajo. Comienza con un dibujo automatizado en el que «el subconsciente y la mano van leyendo el pensamiento». Pero en su formación se conjugan momentos heredados de su propio abuelo _«foi quen me meteu isto da arte no corpo»_ y su paso por la Escola de Artes e Oficios de Santiago.

En los primeros años de la década de los años ochenta, participó en el movimiento Atlántica e, inmediatamente, dio el salto a Madrid, donde realizó su primera exposición individual en 1984.

Hace unos años, coincidiendo con la retrospectiva realizada por el Marco sobre el movimiento Atlántica, afirmaba que en sus obras había oficio de escultor, de tallista. «Traballo a escultura de bulto redondo, hai talla, modelado... Nese sentido son clásico. Son clásico na maneira de enfrontarme á escultura. Nos temas ou xéneros sería posmoderno», explicaba en la publicación realizada desde el museo vigués. Y, lo más importante, reconocía que se había iniciado en la escultura porque le divertía.

La pieza pública más antigua de Francisco Leiro en Vigo está en la estación de ferrocarril del Areal. Fue denominada por el artista como El temporal y fue tallada en madera. En 1988, el mismo año en que abrió su estudio de Nueva York, el alcalde Manuel Soto firmaba la adquisición de una pieza denominada por Leiro Muller e mesa. Estuvo en un principio situada en el acceso al despacho de la alcalde, en la primera planta de la casa consistorial, pero tiempo después fue trasladada a la lonja. Como tenía partes realizadas en madera de chopo policromada, se deterioró debido a las condiciones del lugar. Tras la apertura de la Pinacoteca Fernández del Riego ya se pudo ver la pieza en todo su esplendor, una vez incorporada a los fondos del Museo Municipal Quiñones de León.

Pero la gran obra del escultor cambadés en Vigo es El sireno, ese «home peixe» con cara de lorcho realizado en acero inoxidable que preside la Porta do Sol. Su instalación, en marzo de 1991, estuvo encuadrada en un plan municipal de cambio de imagen de la ciudad, dirigido por Manuel Soto y el concejal Francisco Santomé. Fue, y sigue siendo, una pieza que genera polémica. Hay detractores y apasionados de esa mirada incrédula y temerosa que escruta la ciudad desde el aire. Leiro declaró posteriormente que quizá las críticas se produjeron por la ubicación de la pieza.

Al mismo tiempo llegó la inclusión de obras de Leiro en el proyecto Abrir Vigo al mar, firmado por Guillermo Vázquez Consuegra con el objeto de ordenar el espacio de encuentro entre la ciudad y el puerto. En dos espacios alejados el uno del otro, el escultor de Cambados imaginó una misma escena en bronce. Junto a la dársena de A Laxe, situó a un nadador lanzándose al mar, mientras que en la plaza de A Estrela, continuó el relato, ya con una figura que nada con rapidez, lo que le genera un gesto de esfuerzo. El escultor quiso dejar constancia de que esas zonas de la ciudad son espacios ganados al mar. Las dos piezas han sufrido, en algunos momentos, actos vandálicos.

En septiembre del 2002, la obra de Francisco Leiro también llegó al campus universitario de Lagos-Marcosende. El propio autor fue el encargado de descubrir Tempo. Se trata de una alegoría del tiempo esculpida en granito negro atravesado por una veta de cuarzo. El encargo del rectorado fue tallado en Cambados a partir de una pieza de piedra de una cantera de Moraña. Muestra una figura humana inclinada hacia atrás, aunque con la cabeza ligeramente avanzada y soportada por una mano en el mentón con gesto pensativo. Está situada frente a la Facultad de Filología y, según explicó entonces Leiro, no está muy claro si es un hombre o una mujer.

Al año siguiente era inaugurado el Verbum en la avenida de Samil. La aportación de Leiro a la construcción de César Portela fue una pieza de madera policromada, que fue titulada A palabra. El autor quiso reflejar en esta escultura la fuerza primigenia del gesto anterior a la palabra.

La última referencia de Leiro en espacios público es muy singular. Es una pequeña escultura en piedra que se encuentra sobre el portal de un inmueble situado en la esquina entre la Ronda de don Bosco y María Berdiales. De la piedra surge una cara, a modo de los mascarones de proa de los barcos antiguos. Debajo, aparece el nombre de su autor.

Aunque en estos momentos no se puede ver debido a que su espacio está ocupado ahora por la exposición Vigo no tempo, la Sede Afundación muestra una parte de la colección de arte de Abanca y de su obra social. En ella hay varias piezas de Paco Leiro, que recorren distintos momentos creativos. Entre ellas, hay una serie de maderas policromadas que describen el desastre del Prestige a través de las mujeres que se vieron obligadas a cambiar su tarea cotidiana por la de la limpieza de las playas y del mar.

En Vigo se han realizado algunas exposiciones individuales y colectivas con la obra de Francisco Leiro. La más importante tuvo lugar en el Marco en el año 2022. Titulada O antropomórfico, la muestra recorría el proceso creativo del artista entre los años 1986 y el 2022. Explicó entonces que la muestra fue como redondear su relación con la ciudad.