Berta Ojea: «Me entusiasma poder hablar a los jóvenes de María Casares»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

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La actriz coruñesa, que conoció a su mítica paisana en París, abre hoy en Vigo un ciclo de charlas en la Escola de Arte Dramática

21 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Berta Ojea inaugura hoy a las 11.30 horas el ciclo de conferencias matinales en la cafetería de la Escola de Arte Dramática de Galicia en Vigo (ESAD). La actriz coruñesa que le puso cuerpo y alma a la Ofelia de la versión en cine de Mortadelo y Filemón de Javier Fesser y las dos siguientes, ha trabajado con grandes directores como Álex de la Iglesia o Guillermo del Toro y acaba de recibir el premio Mestre Mateo a la mejor actriz de reparto en la serie Rapa. Pero el asunto que la acerca hoy a Vigo forma parte de su vida personal. Imparte una conferencia en torno al libro A única, María Casares, de Anne Plantagenet, publicado en varios idiomas. Se da la coincidencia de que hoy María Casares cumpliría 101 años, aunque falleció con 74, tal día como mañana pero hace 27 años. Berta Ojea es coeditora de la publicación de libro en gallego en colaboración con la editorial Kalandraka y además conoció a María Casares.

—¿Cómo la conoció?

—Fui a verla al teatro, en París, en La vida que te di, de Pirandello, aprovechando que estaba allí con una beca de estudios. Siempre lo cuento porque para mi fui impactante. Yo había ido a verla actuar como si hubiese ido a Lourdes, inclinada hacia el escenario en mi butaca, y cuando salió, sentí un impacto de energía que me tiró para atrás. Al acabar la función fui a hablar con ella, estuvo muy amable y cuando le dije que era de A Coruña, se giró y con acento nuestro me preguntó: ‘¿Y qué haces tú aquí?'. También me dijo que su teléfono estaba en la guía, ‘si quieres que nos veamos, llámame'.

—Y la llamó, claro...

—Por supuesto. Ahí comenzó un período de amistad que duró bastante tiempo, entre las veces que la vi en Paris y luego en Barcelona, donde estaba estudiando. Compartimos muchas charlas y muchas risas. Era una artista inmensa. He tenido la oportunidad de ver a grandes actores, sobre todo en los escenarios de Londres, como Jessica Lange o Dustin Hoffman, pero nunca más sentí aquella enorme grandeza que tenía María Casares en el teatro, que se transformaba en cada función.

—¿En ese primer encuentro con ella ya quería ser actriz?

—Yo entonces estudiaba canto, incluso había actuado en una compañía. Pero el teatro me apasionaba. María un día me dijo que sabía mucho de teatro, que no paraba de hablar de él y estaba preparándome para otra cosa. Que lo pensara. No le di más importancia a la charla, pero casualmente, poco después fui a acompañar a una amiga a una clase de John Strasberg. Ahí se me encendió la luz y me dije: ‘yo quiero hacer esto'. Fueron apareciendo cosas, abriéndose puertas relacionadas con el mundo actoral en el que casi siempre cantaba alguna cancioncilla.

—Así que puede que hoy cuando le hable a los alumnos de la escuela sobre María Casares, despierte alguna vocación...

—Puede ser, pero la primera emocionada seré yo, porque si hay lugares del mundo donde me gusta estar, más que un plató o un teatro, es en una escuela donde se forman los jóvenes en las múltiples disciplinas que confluyen en esta profesión, y poder hablar con ellos y transmitirles esa sabiduría que tenía María Casares me entusiasma. Su historia fue dura, en el exilio recién llegada a París con 14 años tras pasar por Madrid, pero no se permitía mirar hacia atrás.