José Molares, el escultor al que le gusta que toquen su obra

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

El artista cuenta con piezas muy populares en distintos puntos de Vigo y otras localidades gallegas, como las estatuas de Julio Verne y Curro Jimémez

08 oct 2023 . Actualizado a las 01:33 h.

Realista, minucioso, cercano y tangible son algunas de las características de la escultura de José Molares (Vigo, 1961), uno de los artistas más presentes en los últimos años en la ciudad, aunque también tiene trabajo público en otras localidades y está presente en colecciones públicas y privadas. Molares se inició en la escultura empleando como material base la terracota, pero poco tiempo después ya centró toda su labor en el bronce, elemento que moldea sin aparente dificultad para dotarlo de la figura elegida.

El escultor vigués alcanzó la popularidad en la ciudad con su imaginativa visión de Julio Verne y su mundo literario, representado sobre los tentáculos de un pulpo, que está ubicada en As Avenidas. Fue en el año 2005 cuando la asociación de Mujeres Empresarias de la Provincia de Pontevedra realizó la donación de la pieza a la ciudad. También fue entonces cuando el artista indicó a la ciudadanía que su escultura era para tocar, para que el espectador se sentara en su pedestal y pudiese dialogar con ella. Quienes mejor entendieron su mensaje fue la población infantil, que desde entonces la escala sin pudor.

Años antes, Molares cumplió otros dos encargos de la Cooperativa de Armadores de Vigo para dotar artísticamente su sede del puerto pesquero de O Berbés. Allí están representados el marinero del Gran Sol, Manuel, y la mujer del marinero, Carmen, que también representa a las trabajadoras del mar. No los concibió con el dramatismo aplicado por Camilo Nogueira en sus estatuas de la Alameda, sino reposados, descansando de su arduo trabajo diario. Se completa su aportación a la sede de Arvi con un conjunto de peces nadando.

Quizá fue este el precedente del encargo de la Autoridad Portuaria de Vigo, en el 2011, para representar diez especies marinas en el paseo del relleno de Bouzas. Allí están desde el percebe a la centolla, pasando por el congrio o una sardina.

La contribución de José Molares a la estatuaria pública viguesa se reactivó en 2017 con un nuevo mandato de la Autoridad Portuaria. En ese caso, el escultor representó la personalidad de Gonzalo de Vigo, uno de los marineros que viajaron con Magallanes y Elcano en su camino del oeste, aunque nuestro, quizá, paisano desertó en una isla del Pacífico para convertirse en el primer traductor de una lengua polinesia al castellano. Está situada la pieza ante la dársena de los prácticos, frente a Cánovas del Castillo. Hubo quien criticó el anacronismo de las armas que portaba el marinero, pero no la maestría de la representación.

Y no lejos de allí, también por encargo de la Autoridad Portuaria, se sitúa un conjunto que alude al propio lema de la ciudad. Es un grupo de esculturas, también en bronce, que recuerda la repatriación de las tropas españolas después del desastre militar de la guerra en Cuba contra Estados Unidos, en 1898. No solo está el soldado fatigado por los combates y las enfermedades tropicales, también está el pueblo de Vigo, representado por una mujer que le auxilia. El título, Sempre benéfica, alude a la actitud humanitaria mostrada por la sociedad viguesa cuando regresaron los soldados, en los conocidos como Barcos de la muerte. A raíz de aquella actitud ciudadana, la reina regente María Cristina de Habsburgo otorgó a Vigo el privilegio de aumentar su lema anterior de «Fiel, leal y valerosa», con el añadido de «y siempre benéfica» ciudad de Vigo. Está situada en el muelle de trasatlánticos, en la parte que da al puerto de O Berbés. No son pocos quienes juegan a encontrar dónde está el ratón en el conjunto.

Un poco más alejado de estos formatos, pero mostrando las mismas característica, se puede localizar otra creación de Molares en la calle Reconquista, frente al Teatro Afundación. En septiembre de 2003, la Fundación Plácido Castro descubrió una losa de granito con una efigie de Plácido Castro y una placa en bronce en la fachada del número 11. El mismísimo Fernández del Riego, amigo del galleguista, presidió el acto. Sin embargo, a alguien no le gustó el homenaje y la pieza apareció rota al poco tiempo. Hubo que esperar algunos años para que el recuerdo al poeta, periodista y traductor pudiese fijarse nuevamente. En el año 2009, repitió el escultor una placa similar, pero, en ese caso, dedicada al arquitecto Manuel Gómez Román. Se instaló en el conocido como Edificio Mülder, situado en Montero Ríos.

En Mondariz-Balneario también existen dos esculturas del artista vigués. En el año 2006, la Diputación recogió una iniciativa de la Fundación Premios da Crítica para perpetuar la memoria de Enrique Peinador, el empresario que fomentó la cultura gallega desde el complejo termal. Y no muy lejos volvió José Molares a esculpir otra estatua, en ese caso para recordar a Sancho Gracia metido en su personaje de Curro Jiménez. El actor, cuya familia era de la vecina parroquia de Pías, era un habitual en el pueblo y muy amigo del que entonces era alcalde, José Antonio Lorenzo.

Moaña también cuenta con una escultura de Molares. Está dedicada al motociclista local Dani Rivas, fallecido en el 2015 en el circuito de Laguna Seca, durante una carrera del campeonato MotoAmerica. Al año siguiente ya estaba colocada la estatua, con el piloto sobre una moto, en la plaza del Emigrante de la villa.

Estas piezas tienen un mismo origen, A Ramallosa, donde el escultor tiene su estudio y moldea sus ideas antes de pasar por la fundación. Allí reside también el duende, la pieza que realizó durante el confinamiento.