Vigo, pionera del bar

VIGO CIUDAD

cedida

El Bandeira, en la calle Velázquez Moreno, fue de los primeros en abrir en España, un ejemplo de modernidad

09 mar 2020 . Actualizado a las 09:55 h.

Vigo siempre ha sido una ciudad moderna, a la última, en vanguardia. Es lo que tiene ser uno de los grandes puertos de Europa, sumado a un espíritu industrioso y emprendedor que nos viene de antiguo. Aquí se han estrenado los últimos adelantos en la conserva, la pesca, el congelado o incluso los ingenios de exploración submarina, en este último caso gracias a las sucesivas expediciones para rescatar los supuestos tesoros de los galeones de la batalla de Rande. Aquí explotó la música pop en los sesenta y la Movida en los ochenta. Y aquí tuvimos también uno de los primeros bares de España.

Puede parecer raro, pero la palabra bar no llegó al Diccionario de la RAE hasta 1927. Era un anglicismo, que venía de la barra donde se servían las bebidas. En Madrid, el primero fue el Ideal Room, en la calle de Alcalá, abierto en 1906. Pero, en Vigo, ya existía uno antes, gracias a los empleados de la Eastern Telegraph Company, el Cable Inglés que se instaló en la ciudad en 1873. Aquel primer bar, situado en la calle Velázquez Moreno número 17, era el bar Bandeira, que no sólo vendía deliciosos vinos de Oporto sino que se anunciaba en sus carteles con una amplia y sofisticada carta para su época: Café, vinos finos, aperitivos, cervezas, champagnes, sándwiches y bombonería fina. Aquello era lo nunca visto. Y la oferta se completaba con el Five O’Clock Tea, para gusto de los empleados británicos del cable, que tenían sus oficinas enfrente, en el edificio Bárcena.

El bar Bandeira se convirtió enseguida en el sitio más fino de Vigo, desbancando incluso al café Suizo, que durante muchos años había sido la gran novedad. A él acudía cada día el escritor Jules Verne en sus dos visitas a la ciudad en 1878 y 1884, en un tiempo en el que el café era prácticamente un lujo para burgueses, que de ninguna manera estaba en la cocina de las casas de los labriegos ni de los obreros.

Pero la llegada del bar fue otra cosa. Todo un adelanto. La periodista Ana Vega Pérez rescataba estos días un artículo de la escritora Emilia Pardo Bazán en la que elogiaba el bar Bandeira y su modernidad.

«¿Será verdad que ciertos adelantos representan progresos? El bar Bandeira me obliga a formularme la pregunta a mí misma. Todas las tardes que hemos pasado unas horas en Vigo visitábamos el bar […] Un bar es una taberna de lujo. Quizás sólo en el lujo, y en el predominio del cock tail sobre la caña de manzanilla, difiere de la freiduría malagueña, donde el pescado tira de la bebida y la bebida llama por el pescado, las aceitunillas y las rajitas de salchichón», escribía en un artículo en 1908 en la revista La Ilustración Artística, en una serie que retrataba sus viajes en coche por Galicia para conocer los mejores lugares del país.

La Pardo Bazán se detenía luego en los productos que encontraba en el bar Bandeira, en aquel animado centro de Vigo de principios de siglo: «Hay un matiz marcado que distancia al bar del figón y lo eleva de categoría sobre tales asilos báquico gastronómicos. En el bar todo es extranjero y muy elegante, aun cuando los mejillones en escabeche -una especialidad- hayan sido, naturalmente, captados en aguas españolas o portuguesas», ironizaba.

Hay que recordar que la propia cerveza era una bebida finísima en aquella época, reservada normalmente a las sociedades recreativas de alta alcurnia como eran en Vigo el Gimnasio, la Tertulia o el Casino.

Y palabras como cocktail o sándwich daban una categoría de alto copete a un establecimiento.

Del bar Bandeira se conserva una foto de 1916, con su barra, sus barriles y sus licores en las estanterías. También, con caricaturas y dibujos en las paredes, todas del estilo más moderno de su época.

Más tarde, los Bandeira fundarían en el Calvario las bodegas de renombre que incluso popularizarían el vino de Oporto por estas tierras. Pero antes hicieron historia fundando un bar. Sí, hoy puede sonar como algo muy modesto, pero hace más de un siglo fue toda una declaración de modernidad.