Acento moañés en el Olympique de Marsella

VIGO

CEDIDA

Miguel Alonso lleva dos años trabajando en la base del club francés

18 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace casi dos años, el moañés Miguel Alonso asumió un reto atractivo y complejo a partes iguales en el Olympique de Marsella, donde ejerce de responsable de alto rendimiento de la base. Llegó de la mano de Marco Otero, a quien Pablo Longoria fichó como director de cantera. «La idea es que el club se transforme en formador. Históricamente, no lo ha sido, no ha tenido un modelo que haya dado fruto en forma de jugadores para el fútbol profesional», introduce. Ahora, están en ello. «Estamos lejos y tres años, que es el tiempo que tenemos de contrato, no es suficiente, pero vamos por el buen camino», valora.

Cuando se le planteó esta posibilidad, Alonso vio una propuesta atractiva en lo que se refiere a vivir una nueva experiencia, en un país y con un idioma que no conocía —pero que pudo aprender con facilidad— y también en un club que, hasta la irrupción del PSG, era el más grande de Francia, recuerda. «Nunca había vivido nada parecido. Vengo del Valencia, que es una ciudad volcada, pero esto es otro nivel», cuenta sobre la manera de vivir el fútbol.

Creían que podían hacerlo bien y su valoración por ahora es que «no está yendo mal del todo». Como ejemplo, el equipo sub-18 jugará próximamente la semifinal de la Copa Gambardella de la categoría, prestigiosa cita que no ganan desde 1979 y cuya penúltima eliminatoria no disputaban desde hace alrededor de una década. Además, los conjuntos sub-17 y sub-19 alcanzaron finales por primera vez en la historia de la academia. «Los cambios que hemos introducido no han sido populares para mucha gente. Pero igual haciendo lo mismo íbamos a tener los mismos resultados», señala explicando que han variado cosas y, a la vez, aún tienen margen de mejora.

Pero, ¿qué modificaciones ha habido con la llegada de Otero y Alonso? El moañés precisa que él es el responsable de alto rendimiento de la cantera y que eso «va más allá de establecer un modelo de trabajo respecto a la preparación física». También abarca cuestiones como «dirigir o coordinar el entrenamiento de los jugadores lesionados, la readaptación...». Figuras que no había, o no con ese nivel de especialidad o formación. «Me pusieron como coordinador del área médica, de procesos, organigrama y estructura. Por supuesto, no soy médico, no entro en diagnósticos o tratamientos, solo faltaría, pero sí en cómo tiene que fluir la información, porque es determinante», advierte.

Viendo que había un punto débil en ese aspecto, y aunque él se considera más entrenador que preparador físico, Alonso también dirige el área de metodología. «No existe ese departamento desde el punto de vista del organigrama, pero una vez a la semana, hacemos una reunión técnica y formación interna», detalla. A mayores, se autodenomina «bombero» que se hace cargo de los equipos cuando ha habido huecos temporales. «No me da tiempo a aburrirme. Soy el hombre de confianza de Marco. Sé que si me lo pide, es que hace falta. Y para mí estar en el campo es como el recreo», admite.

Consciente de que la estabilidad no existe en el fútbol, reconoce que en la base es más fácil encontrarla. «He venido con un contrato de tres años que nadie te firma en el fútbol profesional», constata. Lleva años especializado y tratando de mejorar en este ámbito y afirma que son etapas que le «gustan mucho». «La dificultad está en el punto de vista económico. Solo los clubes top te permiten vivir de ello; en el resto, es inviable», recalca.

A la cuestión de cuáles son las claves para poder llegar hasta donde está, dice que es fundamental tener contactos y estar cerca de gente con las «puertas más abiertas» que uno. En su caso, trabajó diez años con Pablo Alfaro y, cuando decidió no seguir con él, estando en paro, sonó el teléfono para ir a Valencia, etapa de la que guarda grandes recuerdos. «Marco Otero preguntó por ‘esos locos del grupo de Pontevedra’ y era el único que estaba libre», recuerda.

GUSTAVO RIVAS

«Giráldez era de esos jugadores que te hacen mejor»

Miguel Alonso entrenó a Claudio Giráldez en el Pontevedra, no en el Porriño, pese a que ambos tuvieron vínculos importantes con ese club. «Cuando yo estuve, acababa de irse. Lo invitamos para hablar con los niños y dos años después, lo tuve como jugador», relata. Destaca su inteligencia y su formación. «No tiene un perfil de futbolista profesional al uso como podemos tener en mente. Es un chico que se veía que profundizaba, no te aceptaba todo, tenías que justificarlo. Es de esos jugadores que te hacen mejor». Y eso que admite que no jugaba mucho, aunque hizo un uen papel cuando le tocó.

Le «encanta que este tipo de perfiles puedan llegar al primer equipo porque es bueno para ellos y para el Celta», club en el que jugó diez años y del que es aficionado. «Me agrada que tengamos un entrenador de casa por fin. La cantera también tiene que ser para formar a técnicos. Siendo el Celta un club formador, que dé confianza a sus entrenadores me parece fantástico, de las mejores noticias que podemos tener los entrenadores que no somos nadie, que no fuimos jugadores profesionales. Aunque él lo fue, se ha ido formando y quemando etapas».

A quien sí entrenó en el Porriño fue al segundo de Claudio, Róber Fernández, desde cadetes al primer equipo. Son perfiles que me encanta que puedan estar en el primer equipo y ojalá les vaya bien, porque es bueno para ellos y para el Celta, añade.

Rubén, otro excéltico en el Olympique

En el Olympique, además, coincide con Rubén Blanco, propiedad de ese club desde el pasado verano y tras haber estado cedido previamente. «Coincidimos bastante, comemos o cenamos una vez al mes. Moncho Bastos, el presidente que me dio mi primera oportunidad de entrenar a adultos, es amigo de su padre y me dijo que nos teníamos que conocer», recuerda. Lo hicieron junto con David Solleiro, otro técnico gallego del club al que Alonso se llevó allí y han repetido. «Me consta que tanto él como su familia están muy contentos aquí, aunque no le toca tener un rol protagonista y cuando tuvo ocasión de jugar, no pudo por lesión o enfermedad», señala.