El oficio silencioso de editora: «Ahora publica cualquiera, y no todo vale»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

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Oscar Vázquez

Las mujeres son mayoría en el mundo del libro, pero su trabajo es poco reconocido y siguen mandando ellos; «Si hablásemos, se caerían algunos mitos», advierten

17 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Cómo tiene que ser un buen libro? Ellas lo saben, y alertan: un libro con una gran tirada no tiene por qué ser una buena obra. Marisa Barreno y Edurne Baines son guardianas de las letras, profesionales que supervisan un texto para que sea correcto y a las que, además, les corresponde elegir y limar las historias que merecen ocupar un lugar en las estanterías, con encuadernación y portada. En un momento en que la industria y la tecnología han ensanchado el sector, multiplicando la oferta, advierten: «Ahora publica cualquiera. Y no todo vale».

Marisa Barreno lleva tres décadas en el mundo editorial, es autónoma y ha trabajado para grandes firmas como Planeta, Taurus o la editorial de la Universidad de Cambridge. Esta profesional es contundente cuando explica que, en su trabajo, ha leído mucho más de lo que le habría gustado; y también ha escrito más de lo deseable. «He reescrito mucho, también textos de gente importante, incluso profesores de universidad. Si nosotras hablásemos se caerían algunos mitos». Edurne Baines asiente: «He dicho que no muchas veces. Me llegan muchas obras, pero cuesta encontrar algo que valga la pena. La autoedición ha hecho mucho daño», explica esta periodista de profesión que orientó su vida al mundo editorial al fundar la editorial Belagua Ediciones, en Vigo, hace 14 años.

El mundo del libro ha cambiado en los últimos años. Cada vez hay más empresas y más posibilidades técnicas para que las estanterías vayan creciendo en ejemplares y autores y eso complica la elección del lector. «Mucha gente escribe lo que sale de sí, y está bien escribir para uno, pero eso no significa que tenga la calidad que requiere el mercado. Lo que pasa es que la gente no lee...», asegura Barreno. Edurne Baines puntualiza: «La gente no lee, solo escribe. Hay ansia por publicar, por trascender. No somos escritores porque tengamos la capacidad de escribir». Aseguran que la imaginación no es suficiente, hay que saber contarlo, estructurar el texto, construir los personajes y crear una historia con coherencia. Y después está la otra parte, no menos complicada: vender.

No hay que confundir el éxito editorial con la calidad de un libro. Es una de las primeras lecciones de las editoras. «Por muy bueno que sea un libro, que se venda depende de la personalidad del autor y lo que se esfuerce por hablar de él», razona Edurne Baines. Luego están los gustos, pero las editoriales ya no apuestan por grandes tiradas de ejemplares; se imprime poco y se reedita en función de la demanda. «Ahora se reciben tantas novedades que los libreros tienen problemas de espacio. Somos uno de los países donde menos se lee, pero más se publica», insiste la responsable de Belagua. Los 50 títulos de la editorial lo son porque la editora ha apostado por ellos y no escatima en calidad de papel ni impresión.

Pocas editoriales reconocen en los créditos la labor invisible de estas técnicas que preparan los textos para impresión. Las correctoras suman, además, una doble discriminación: son más mujeres, pero muy pocas llegan a puestos directivos. El techo aquí no es de cristal, sino de la misma madera de la que sale la pasta de papel, muy difícil de franquear. «Hay quien cree que somos escritoras frustradas, en mi caso no, yo soy una técnica», explica Barreno. «No pasa nada por que sea un trabajo en la sombra, el problema es que no se le da valor, está mal pagado. Con algunas editoriales tengo la tarifa del año 2005. Parece que es poco trabajo, pero hay textos que se te caen de las manos, tienes que ponerlos en valor, y eso son horas. Y todo es para antes de ayer, trabajas fines de semana o lo que cuadre», zanja la correctora.

Marisa Barreno y Edurne Baines, de niñas. La primera es de Madrid, y la segunda, de Navarra. Ambas fueron lectoras voraces desde niñas y acabaron haciendo su vida en Galicia por amor.
Marisa Barreno y Edurne Baines, de niñas. La primera es de Madrid, y la segunda, de Navarra. Ambas fueron lectoras voraces desde niñas y acabaron haciendo su vida en Galicia por amor.

Barreno es de Madrid y recaló en Vigo por amor; Baines es navarra, llegó a Galicia por trabajo, pero se quedó por un vigués con el que comparte el amor por la fotografía. Ambas forman parte de la Asociación de Empresarias de Galicia, junto con Laura Rodríguez, de Hércules Ediciones. «Acaba de terminar una campaña electoral en la que no se ha hablado del sector. Somos una industria, como el cine o la música, pero del libro no se acuerda nadie». En el año 2021, mujeres profesionales de este ámbito firmaron el Manifiesto de Soutomaior pidiendo más igualdad y reconocimiento.

Ambas son reacias a recomendar nombres de autores. Los clásicos no fallan en la mesilla de Barreno: «Me encanta doña Emilia [Pardo Bazán], me lo paso muy bien porque sigue estando de actualidad». Baines disfruta estos días con Hamnet, de Maggie O’ Farrell: «Tiene un planteamiento estilístico como una cámara de cine. Es un texto limpio y pulido, no sobra ni falta nada». Coinciden en que leen menos por ocio que por este negocio al que casi nunca se llega por casualidad. «Mis padres eran trabajadores, pero en mi casa nunca hubo tope para comprar libros. La formación es siempre la mejor inversión», zanja Barreno.

Su canción

«Flowers», de Miley Cyrus: «Me recuerda a mi hermana, que se compra flores, va sola y viaja sola. Es una buena enseñanza», asegura Marisa Barreno. «Yo también me regalo flores, hablo conmigo misma y me cuido. Es un mensaje empoderador, no como el de Zorra, que no me representa», reivindica Edurne Baines.