Las huellas de los transportes del pasado

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

Perdieron su función, pero aún hay vestigios de elementos tranviarios, ferroviarios y portuarios en la comarca

30 sep 2023 . Actualizado a las 10:27 h.

Los Peinador, padre e hijo, no alcanzaron la popularidad por su excelsa labor empresarial y cultural en el balneario de Mondariz. Su apellido sigue siendo pronunciado a diario por los usuarios del aeropuerto de Vigo, heredado del antiguo apeadero de la línea de tranvía por ellos promovida para unir Vigo y el balneario, pero que jamás llegó a culminarse por diferentes motivos. Aunque sigue ligado a las comunicaciones, en este caso aéreas, ese apellido es también un vestigio del pasado de los transportes en el área de Vigo. Y no es la única huella que propone esta ruta por el patrimonio de Vigo y su área de influencia.

La propia línea de tranvía de Mondariz dejó una túnel inconcluso en el Alto de O Confurco, que jamás se llegó a completar. Por el lado de Ponteareas, la boca de esta infraestructura se encuentra en el lugar conocido como A Anduriña, a unos 140 metros de la carretera N-120, a la altura del kilómetro 650.2. En la zona de Cans, la entrada fue sellada durante las obras de la autovía que cruza el Alto de O Confurco.

El tranvía también ha dejado huellas a lo largo de la costa entre Vigo y Baiona. La más clara es la carretera que, cuando se inauguró, alguien se atrevió a llamar autovía. Sigue el trazado original de las vías del tranvía y, en su recorrido, todavía se pueden ver algunas estaciones ya reconvertidas en algún caso, o en vías de desaparición, en otros. La de Canido está que se cae, mientras que A Ramallosa ha sido reutilizada y goza de buen aspecto.

En la ciudad, el Concello puso un vagón de tranvía en Coia, pero realmente, ese modelo jamás fue utilizado en Vigo. Sí quedan enganches del tendido eléctrico en distintos puntos de la ciudad. Uno de ellos está situada en la fachada de La Metalúrgica. Hasta no hace mucho, cada vez que se tocaba la calzada de determinadas calles, aparecían las viejas vías, pero se han quitado en la mayoría de los casos sin dejar un pequeño testigo de aquel medio siglo de historia viguesa.

El puerto y las empresas relacionadas con el mar también ofrecen vestigios del pasado, algunos de ellos ya están fuera de contexto debido a que han perdido su utilidad, pero otros siguen en sus emplazamientos originales. Entre los primeros están las grúas autopropulsadas Jones KL 44, que pertenecieron al astillero Ascón y que fueron construida en los años cincuenta. Hoy en día están en el Museo do Mar, pero en su época, fueron muy utilizadas debido a su versatilidad y a las innovaciones técnicas que ofrecía.

En Rande se puede apreciar el cargadero de minerales conocido como Coto Wagner, una pieza de ingeniería que vivió momentos de gran esplendor a los largo del siglo XX, pero que hoy no se le acaba de dar el valor que merece. Al otro lado de la ría, en Moaña, está en Meira el muelle de O Cocho, utilizado en el primer tercio del siglo XX como atracadero de los galeones y balandros que transportaban piedra para la realización de los rellenos de ampliación del puerto de Vigo y sus muelles. En ese lugar todavía se conserva uno de los almacenes de la cantera. Incluso, se podría incluir en esta ruta por los vestigios de las comunicaciones y el transporte el viejo y abandonado muelle situado junto a la playa de Rodeira.

Un símbolo del pasado en el ámbito marítimo es el viejo aljibe de vapor Hidria II, que, aunque está en venta, está amarrado en la dársena de los prácticos y actúa como museo flotante. Una pareja, ya hace años, evitó el desguace de este buque y quiso devolverlo al mar.

El ferrocarril llegó a Vigo en 1881, pocos años después de que se construyese la primera estación. Ese edificio, declarado bien de interés cultural, estuvo durante muchos años desmontado en la estación de Redondela. Hace algún tiempo, el gobierno municipal decidió montar su fachada y adosarla al muro de la estación. Ahora, tendrá una luz ornamental.

Pero el ferrocarril también ha dejado otros vestigios en Vigo, como el propio trazado de las vías. El tramo entre Chapela y Urzaiz, que dejó de estar operativo con la entrada en funcionamiento del túnel que viene desde Redondela y la creación de la nueva estación de Tom Mayne, es hoy en día un paseo muy utilizado por los vigueses. En él se pueden ver elementos antiguos, como el propio puente de San Lourenzo. Al pasar ese elemento arquitectónico, hasta principio de los años sesenta, la vía se desdoblaba para dirigir un ramal hacia el puerto. Hoy en día todavía se pueden contemplar algunas parte pétreas de esa conducción en el Canadelo. También sigue existiendo un túnel que va desde la parte media de la calle de Alfonso XIII hasta el garaje de un edificio de la calle de la República Argentina. Era por donde iba el conocido como tren del pescado, que terminaba en O Berbés. En Cánovas del Castillo, junto al centro comercial, todavía se conserva un tramo de vías de aquella línea.

En Redondela, la infraestructura ferroviaria dejó el conocido como viaducto de Madrid, fuera de servicio desde hace algunos años y, en Chapela, la antigua estación de esa línea de trenes, que es utilizada actualmente por la asociación de vecinos.

Cable submarino

En 1873, la Eastern Telegraph Company, aquí conocida como el Cable Inglés, se instalaba en la calle Real de Vigo. Durante algún tiempo, toda la información que llegaba a España del resto del mundo lo hacía a través del cable telegráfico submarino instalado por esa compañía. Hasta su desaparición, esta empresa dejó numerosos rastros por distintos puntos de la ciudad. El propio cable se podía ver hasta hace poco en la playa de Alcabre, así como el depósito que está situado cerca de la Estación Marítima.