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Producir un litro de leche en una granja gallega emite 1,15 kilos de carbono

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

GANADERÍA

Alvite

Un estudio de la Asociación Galega de Cooperativas Agrarias sostiene que mejorar
la alimentación de los animales, con forrajes más digestibles, y la gestión de los purines ayudará a reducir esta huella

17 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice la Agencia Europea de Medio Ambiente, que la agricultura y la ganadería son las responsables del 38 % del consumo total de energía y del 9,6 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. Afirmaciones como esa han colocado al sector agrario en el disparadero y en la necesidad de implementar medidas que permitan reducir el impacto que esta actividad tiene en el medio ambiente. Pero, para ello, es preciso conocer primer en qué situación se encuentra el sector. Y eso ha querido hacer la Asociación Galega de Cooperativas Agroalimentarias (Agaca), con un proyecto que estudió la huella de carbono en la producción de leche en las granjas gallegas. El estudio concluye que para producir un litro de leche, estas explotaciones emiten una media de 1,15 kilos de carbono equivalente. Una cifra que se sitúa por debajo de la media europea, que se cifra en 1,3 o 1,4 kilos.

La investigación se enmarca en el programa operativo de inclusión social, gestionado por la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES) y fue financiado por el Fondo Social Europeo. Además de Agaca, en él participó Biogroup, de la Universidade de Santiago de Compostela. Para realizarlo, se midió la huella de carbono de un centenar de explotaciones gallegas productoras de leche con una media de 88 vacas en fase productiva. La finalidad de esta iniciativa no era tanto encontrar a la granja con menor huella de carbono, sino identificar los parámetros que contribuyen en mayor medida a las emisiones de gases contaminantes.

Medio centenar de las granjas seleccionadas se ubicaban en la comarca de Chantada-Sarria, otras 28 en la Mariña Lucense, siete en Terras de Melide y quince en la comarca Barcala-Bergantiños. En total, estas explotaciones suman 8.799 vacas en producción, 4.907 hectáreas de superficie y una producción de 107.198.571 litros. Entre ellas también hay algunas ecológicas, otras que apuestan por el pastoreo y las que son exclusivamente intensivas. A esta muestra tan diversa se les planteó un cuestionario para tratar de conocer cuál es la huella de carbono que deja esta actividad. La media situó esta en 1,15 kilos de carbono equivalente por litro de leche producido, aunque hubo algunas explotaciones con cifras inferiores, de un kilo por litro de leche, y otras con registros muy superiores, de hasta dos kilos por litro.

El motivo del estudio

¿Por qué es interesante conocer la huella de carbono de una explotación? «Porque cada vez máis imos estar controlados por normativas que así o pidan e porque pode axudarnos a ser máis eficientes, ademais de que nos pode abrir novos mercados ao comercializar un produto diferenciado», aseguró Francisco López, técnico de calidad de Agaca que esta protagonizando una serie de jornadas para divulgar los resultados del estudio. Recuerda, también, que la PAC está cada vez más condicionada por el cuidado del medio ambiente y que se prevé que, en un futuro, el 50 % de los pagos de estas ayudas se realicen en función de las emisiones.

¿Qué puedo hacer en mi explotación para reducir su huella de carbono?

La investigación permitió identificar cuáles son las principales fuentes que contribuyen a elevar la huella de carbono. Entre ellas están el manejo que se hace de los fertilizantes y los piensos, mientras que la alimentación animal es la responsable de buena parte del consumo de agua. Así que los técnicos de Agaca han redactado toda una lista de mejoras pueden aplicar los ganaderos gallegos para reducir esa huella.

De estas emisiones es responsable, en buena medida, el metano que se produce durante la fermentación entérica de los animales. Pero este se puede reducir ofreciéndoles raciones con más porcentaje de maíz y leguminosas, o forrajes que sean más digestibles o aumentando la proporciones de leguminosas frente a las gramíneas. También se reducirá la huella si aumentamos la vida productiva de los animales y reducimos el número de vacas no productivas que tenemos en la explotación.

Manejar adecuadamente las deyecciones es otra forma de reducir esta huella. Para ello, tal y como manda el nuevo real decreto que entrará en vigor en breve, hay que mantener las fosas de purín tapadas, intentar compactar este residuo de manera sólida y realizar una aplicación del mismo localizada y en condiciones ambientales favorables. La alimentación de las vacas es otra de las cuestiones que se pueden mejorar en una explotación ajustando adecuadamente la base territorial que tenemos al número de animales, apostando por el pastoreo, realizando ajustes continuos en la ración y apostando por los forrajes a base de leguminosas. También, utilizando la colza en vez de la soja para los aportes proteicos.

Resulta fundamental, además, realizar una correcta eliminación de los residuos e intentar comprar los envases más grandes. Pero es en la aplicación de fertilizantes y fitosanitarios donde más se puede reducir la huella. El real decreto sobre la nutrición de los suelos ya establece una serie de pautas que los agricultores gallegos tendrán que poner en marcha en lo relativo a uso de los primeros. Así, el abonado se realizará en base a una analítica. También se debe tratar de emplear la cantidad máxima de purín, evitado así los fertilizantes químicos. Eso sí, este debe enterrarse cuanto antes y evitar que contamine aguas cercanas. En cuanto a los pesticidas, está comprobado que apostar por la rotación de cultivos ayuda a reducir su uso, además de que cada vez se deben ajustar más las dosis para utilizar solo aquellas que resulten imprescindibles. También se deben tender a utilizar maquinaria de precisión en su aplicación.

Huella hídrica

Pero las granjas gallegas no solo deben ser cada vez menos contaminantes, sino que también deben hacer un uso cada vez más eficiente de recursos como el agua. Según el estudio de Agaca, la huella hídrica media para producir un litro de leche está en un metro cúbico de agua, que se destina sobre todo la alimentación animal. Para reducir su consumo, se apuesta por ajustar el tamaño de los bebederos y por instalar sistemas que permitan reciclar y reutilizar este recurso, además de por aprovechar el agua que naturalmente proviene de la lluvia.