La climatología extrema del año pasado costó más de 13.000 millones en Europa

José A. González MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Técnicos de emergencias italianos rescatan a una mujer en las inundaciones de Isola (Milán) ocurridas a finales de octubre
Técnicos de emergencias italianos rescatan a una mujer en las inundaciones de Isola (Milán) ocurridas a finales de octubre MATTEO CORNER | EFE

El 2023 fue el año en el que «cayeron todos los récords» con olas de calor, inundaciones históricas y centenares de fallecidos por estas incidencias

22 abr 2024 . Actualizado a las 17:39 h.

«El año en el que cayeron todos los récords». Este es el resumen de los doce meses de 2023 y que se han repetido una y otra vez desde que comenzó 2024. Temperaturas históricas, olas de calor sin precedentes, inundaciones extremas, deshielo nunca registrado… Y una factura: 13.400 millones de euros y más de un centenar de vidas perdidas, pero «sin contabilizar el impacto de las olas de calor todavía», asegura el Servicio de Cambio Climático de Copernicus en su informe Estado del Clima Europeo de 2023 publicado este lunes coincidiendo con el Día Mundial de la Tierra.

Las primeras grandes inundaciones llegaron el pasado mes de mayo a Italia y dejaron bajo el agua cerca de 540 kilómetros cuadrados. Tres meses después, dos tercios de la superficie de Eslovenia estuvo anegada por importantes riadas. Tras el verano, el turno fue para Grecia, Bulgaria y Turquía que en un día acumularon toda la lluvia de un año completo. En total 10.854 millones de euros de pérdidas y 40 fallecidos.

«La crisis climática es el mayor desafío de nuestra generación. El coste de la acción climática puede parecer elevado, pero es mucho mayor el de la inacción. Como muestra este informe, tenemos que aprovechar la ciencia para aportar soluciones por el bien de la sociedad», señala Celeste Saulo, secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Salud y clima

El impacto del cambio climático cada vez es más frecuente en el día a día de los europeos y los datos del Servicio de Cambio Climático de Copernicus lo corroboran. El estrés térmico mide cómo responde el cuerpo humano al impacto de las altas temperaturas combinadas con factores como la humedad y la velocidad del viento, entre otros. La exposición prolongada al estrés térmico puede agravar algunas enfermedades y aumentar el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con el calor, como el agotamiento por calor o la insolación, especialmente entre las poblaciones vulnerables.

En los últimos 20 años, la mortalidad relacionada con el calor ha aumentado alrededor de un 30 % y se calcula que las muertes relacionadas se han incrementado en el 94% de las regiones europeas observadas. Desde los años 70, el calor extremo ha sido una de las principales causas de mortalidad relacionadas con el clima. Debido a estos episodios, y los más extremos han ocurrido desde los años 2000, se estiman entre 55.000 y 72.000 las muertes relacionadas con el calor en los veranos de 2003, 2010 y 2022. Solo en estos tres veranos. «Los datos para 2023 aún no se han estimado», apostilla el texto del informe Estado del Clima Europeo.

A pesar de ello, tan solo 12 países de las 50 partes, así lo establece la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, han adoptado estrategias para proteger la salud de los impactos derivados del cambio climático y tan solo 5 han destacado y remarcado las enfermedades y la mortalidad por fenómenos meteorológicos extremos.

No obstante, la relación salud y clima ya ha entrado en la agenda política. En mayo, la Asamblea Mundial de la Salud se centró por primera vez en la salud y el cambio climático, e incluyó una mesa redonda sobre el papel de la comunidad sanitaria en la acción por el clima y la necesidad de mecanismos de financiación específicos. En pleno verano, los ministros de Sanidad del G20 hicieron del clima y la salud una cuestión prioritaria y acordaron los primeros principios de alto nivel para la acción sanitaria y climática. Y, finalmente, la COP28 celebrada en Dubái (Emiratos Árabes Unidos) celebró un día exclusivo para abordar esta problemática. Una jornada que concluyó con una declaración firmada por 123 países que situó la salud en el centro de la acción climática.

En 2023, el número de días de nieve en el Viejo Continente fue inferior a la media, especialmente en Europa central y los Alpes durante el invierno y la primavera. Esto, junto con las altas temperaturas en el verano, ha contribuido a provocar una pérdida neta de hielo de los glaciares en toda Europa. El ejemplo más drástico es el de los Alpes, donde los glaciares han perdido alrededor del 10 % del volumen que les quedaba en 2022 y 2023.

«Esto no es una cuestión única de Europa», señala Juan Ignacio López Moreno, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología. La extensión del hielo marino del Ártico se mantuvo por debajo de la media durante la mayor parte de 2023. En su máximo anual de marzo, la extensión mensual fue un 4 % inferior a la media, situándose en el quinto lugar más bajo registrado.

«Los datos presentados en el Estado Europeo del Clima son alarmantes», destaca Mauro Facchini, responsable de Observación de la Tierra en la Dirección General de Industria de Defensa y Espacio (DG DEFIS) de la Comisión Europea. «Pero esta investigación es también una herramienta fundamental en nuestros objetivos de transición hacia una energía sostenible», añade.

En 2023, un porcentaje récord de la generación de electricidad en Europa procedió de fuentes renovables, ya que ascendió al 43 %, frente al 36 % de 2022. Por segundo año consecutivo, la generación de energía a partir de fuentes renovables superó a la de combustibles fósiles contaminantes. «Las temperaturas siguen en aumento, lo que hace que nuestros datos sean cada vez más vitales para prepararnos ante los efectos del cambio climático», sentencia Carlo Buontempo, director del C3S.