El Vaticano confirma que el papa Francisco presidirá este sábado la Vigilia Pascual

La Voz CIUDAD DEL VATICANO / EFE

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ETTORE FERRARI | EFE

A última hora de este viernes se canceló su presencia en el Vía Crucis del Coliseo

30 mar 2024 . Actualizado a las 15:33 h.

El director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, ha confirmado que el papa Francisco presidirá este sábado la Vigilia Pascual en la basílica de San Pedro de Roma, después de que a última hora de este viernes se cancelara su presencia en el Vía Crucis del Coliseo.

En un breve comunicado, el Vaticano ha confirmado que Francisco presidirá esta ceremonia, la última de las tres grandes ceremonias de Semana Santa, en la que está previsto que bautice también a varios adultos.

La noticia se produce después de que el Vaticano anulase este viernes a última hora la presencia del papa en el palco habilitado en el Coliseo para el Vía Crucis para «preservar su salud».

«Para conservar la salud ante la vigilia de mañana y la Santa Misa del Domingo de Resurrección, esta tarde el papa Francisco seguirá el vía crucis del Coliseo desde la Casa Santa Marta», indicó el Vaticano en un breve comunicado minutos antes del inicio del rito, según informa Efe.

Francisco, de 87 años, ha sufrido algunos problemas respiratorios en los últimos tiempos pero ayer presidió, aparentemente sin problemas, la misa del Jueves Santo en una cárcel de mujeres de Roma y hoy la ceremonia de la pasión de Cristo en la basílica de San Pedro.

La decisión del papa ha sido de última hora dado que se colocó el sillón en el que debía seguir el vía crucis en la colina del Palatino, frente al Coliseo, donde tiene lugar esta ceremonia por ser el símbolo de la persecución de los primeros cristianos.

Este además iba a ser el vía crucis más personal de Bergoglio pues había escrito de su puño y letra por primera vez las «meditaciones», los textos que se leen a lo largo de las catorce estaciones de la cruz para recordar el camino a la muerte de Jesús de Nazaret.

En sus meditaciones Francisco, informa Efe, dialoga con Jesucristo en un mundo en el que reina «la locura de la guerra», «la violencia contra las mujeres» y en el que «basta un teclado para escribir sentencias», entre otros males y reivindicaciones.

Preside en silencio la Pasión de Cristo

Este Viernes Santo el papa Francisco presidió en silencio el rito por la Pasión de Cristo en la basílica de San Pedro, una ceremonia en la que se evocó el dolor de la guerra, de la inmigración o de la violencia contra las mujeres.

Francisco accedió al templo en la silla de ruedas que suele usar por sus conocidos problemas de movilidad, vestido con los paramentos rojos de la Pasión y sin el anillo del Pescador, símbolo del poder papal y que este día los papas se quitan en señal de duelo.

Tras su entrada en la basílica, sin coros, oró en silencio ante el Altar de la Confesión, sobre la tumba de san Pedro, frente a un crucifijo cubierto por una tela púrpura (este año el baldaquino de Bernini estuvo tapado por andamios por su restauración).

La Liturgia del Viernes Santo está marcada por el luto por el martirio y crucifixión de Cristo y, por eso, es el único día del año en que no se celebra misa, aunque sí se imparte la comunión

Acto seguido tres diáconos entonaron los pasajes de la Pasión de Cristo según san Juan, desde el arresto de Jesús de Nazaret hasta su muerte crucificado y su entierro en el Sepulcro.

Después, el predicador de la Casa Pontificia, el cardenal Raniero Cantalamessa, pronunció una profunda reflexión sobre el poder del gesto de Jesús, que, dijo, «reducido a la impotencia más radical en la cruz, continúa amando y perdonando, sin condenar jamás».

«¡Qué lección para nosotros que, más o menos conscientemente, siempre queremos destellar! ¡Qué lección especialmente para los poderosos de la tierra! Para aquellos entre ellos que no piensan ni remotamente en servir, sino sólo en el poder por el poder», criticó el capuchino.

Cantalamessa recordó que Jesús sigue dirigiéndose al hombre actual, a «ancianos, enfermos y solos», a quienes «el mundo deja morir en la pobreza, el hambre, bajo las bombas o en el mar», a quienes «languidecen en una celda» por su fe o a las mujeres «víctimas de la violencia».

Asimismo dirigió una crítica a la idea pretérita de triunfo de la Iglesia católica. «En el pasado hablábamos a menudo del 'triunfo de la Santa Iglesia'. Se rezaba por ello y se recordaban de buena gana sus motivos históricos. ¿Pero qué tipo de triunfo se tenía en mente? Hoy nos damos cuenta de cuán diferente era ese tipo de triunfo del de Jesús. Pero no juzguemos el pasado. Siempre hay el riesgo de ser injustos cuando juzgamos el pasado con la mentalidad del presente», dijo.

El rito fue seguido por 4.500 fieles en la nave central del templo y por numerosos prelados de la Curia Romana, decenas de purpurados y obispos.