El papa tuvo un flechazo cuando estaba en el seminario: «Tenía su imagen en mi mente y me resultaba difícil rezar»

valentina saini VENECIA / E. LA VOZ

SOCIEDAD

ETTORE FERRARI | efe

Francisco confiesa en su autobiografía que decidió no volver a encender la televisión tras ver unas escenas «poco delicadas», «algo que sin duda no era bueno para el corazón»

19 mar 2024 . Actualizado a las 17:46 h.

El largo artículo que el diario italiano Corriere della Sera dedicó el pasado jueves a la autobiografía que el papa escribió con el periodista televisivo Fabio Marchese Ragona, causó sensación en el país transalpino. Se publicó un día después de que se cumplieran los once años de pontificado de Francisco, y anticipó varios pasajes del libro, en exclusiva mundial. Titulada La vida. Mi historia en la Historia, la autobiografía se publica este martes en Norteamérica y Europa, y su lanzamiento en España será mañana miércoles.

En sus páginas, la vida del primer papa latinoamericano de la historia se entrelaza con los grandes acontecimientos del siglo pasado y del presente, como la Segunda guerra mundial y la pandemia del covid-19. Y también deja claro que no tiene ninguna intención de renunciar al pontificado.

Francisco cuenta la historia de sus abuelos agricultores, que en 1929 emigraron con su padre del Piamonte (noroeste de Italia) a Argentina. Recuerda con especial cariño a su abuela Rosa, que le hablaba en el dialecto del Piamonte, hasta el punto de que esa fue su «primera lengua materna», no el castellano. El pontífice siempre tuvo una relación muy estrecha con Italia: sus padres solían llevarle a los cines de barrio con sus hermanos para ver obras maestras del cine neorrealista italiano, como Roma ciudad abierta de Rossellini, o Los niños nos miran, de Vittorio De Sica. En el libro, el obispo de Roma habla de su pasión por el cine y el fútbol, mencionando a Maradona y Messi, pero explica que dejó de ver la televisión el 15 de julio de 1990. «Mientras con los hermanos veíamos la televisión en la sala de recreo, se emitieron algunas escenas poco delicadas, por decirlo suavemente, algo que sin duda no era bueno para el corazón. Nada atrevido, vamos, pero cuando volví a mi habitación me dije: un sacerdote no puede ver estas cosas. Y así, al día siguiente, [...] hice voto de no volver a ver la televisión».

El amor olvidado por la oración

Otro detalle que revela su autobiografía se refiere a la vida de Bergoglio antes de emprender el camino sacerdotal: «Yo había tenido una novia antes, una chica muy dulce que trabajaba en la industria del cine y más tarde se casó y tuvo hijos». Luego, mientras estaba en el seminario, tuvo un flechazo por una chica en la boda de uno de sus tíos: «Durante una semana tuve su imagen siempre en mi mente y ¡me resultaba difícil rezar! Luego, afortunadamente, se me pasó y me dediqué en cuerpo y alma a mi vocación».

Francisco relata también los momentos más oscuros de su vida. Entre ellos, los durísimos años de la dictadura en Argentina, cuando hizo todo lo posible por salvar la vida de varios opositores al régimen, aunque no siempre lo consiguió. Su antigua profesora comunista, Esther, fue torturada y tirada desde un avión. El pontífice la recuerda con cariño y respeto: era «una mujer formidable, le debo tanto», dice.

Niega haber sido comunista

Pocas líneas más adelante, cuenta: «Alguien, después de mi elección como papa, dijo que yo hablaba a menudo de los pobres porque también sería comunista o marxista. [...] Pero hablar de los pobres no significa automáticamente ser comunista: ¡los pobres son la bandera del Evangelio y están en el corazón de Jesús!... En las comunidades cristianas la gente compartía la propiedad: ¡esto no es comunismo, es puro cristianismo!».

En el libro, Francisco defiende la importancia de la paz, del trabajo y del medio ambiente, y deja claro que no tiene intención de renunciar: «Creo que el ministerio petrino es ad vitam y, por tanto, no veo condiciones para una renuncia. Las cosas cambiarían si se produjera un grave impedimento físico, y en ese caso ya he firmado al inicio de mi pontificado la carta con la renuncia». También aborda el tema de su predecesor Benedicto XVI, afirmando que su figura fue «instrumentalizada con fines ideológicos y políticos por gente sin escrúpulos que, al no haber aceptado su renuncia, pensó en su propio provecho». En conjunto, el libro reúne muchos episodios que el papa ya ha contado, pero proporciona una clave para entender la vida humana, pastoral y espiritual de una de las principales personalidades del mundo actual. Es probable que se convierta en un best-seller.

En el libro recoge los casos de abusos e insta a luchar «contra esta plaga»

«Me vienen a la mente los casos descubiertos en los Estados Unidos, en Sudamérica, en Europa del Este, en Irlanda, o incluso en Malta, en España y en Alemania, así como en Italia. La Iglesia debe luchar con todas sus fuerzas contra esta plaga». Así se pronuncia también el papa en su libro de memorias en La vida. Mi historia en la Historia.

Francisco revela que piensa en la Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores instituida en el Vaticano. «Despachos creados en varias diócesis del mundo por las conferencias episcopales pueden de algún modo contribuir haciendo algo importante para combatir estos crímenes, recogiendo informes, denunciando a los abusadores, ya sean laicos o religiosos, así como a quien los encubra», escribe.

En el libro tampoco se olvida de hacer referencia a las mujeres «que cada vez encuentran más espacio y atención en el marco de la Iglesia».

El pontífice cuenta en primera persona episodios personales de su vida, entrelazados con los grandes acontecimientos de la historia como el lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki y entre sus reflexiones más actuales lamenta que algunos medios, sobre todo americanos, publican «invenciones» para crear «descontento en la Iglesia y desorientación en los fieles». Por ejemplo, se refiere a las informaciones de que pensaba cambiar las reglas, admitiendo a monjas y laicos en la votación para la elección del nuevo papa.

«Fantasías»

«Todo esto son fantasías, invenciones puestas en marcha evidentemente para crear descontento en la Iglesia y desorientación en los fieles», denuncia. También critica en el texto a los que son víctimas de «tentaciones diabólicas» y quieren una Iglesia «dividida, como si hubiera dos aficiones diferentes».