Colgado sobre el río Miño

SOCIEDAD

Santi M. Amil

El mirador del Coto da Pena, en Cortegada, permite contemplar un paisaje relajante, enmarcado por la frondosa vegetación de ribera y enclavado en un bonito sendero entre dos balnearios

20 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El mirador del Coto da Pena, en el concello de Cortegada (Ourense) ofrece unas privilegiadas vistas sobre el río Miño, embalsado en esta zona por la presa de Frieira. La sensación al llegar al mirador, al que se accede a través de una pasarela de madera que salva una zona rocosa, es la de estar colgado sobre el río. La altura es notable, unos treinta metros, y permite gozar de una visión panorámica a las frondosas masas de bosque entre las que se acomoda el río y alcanzar a ver el edificio del antiguo balneario de 1937. Este es un palacete de estilo modernista, encargado por Xosé Álvarez Puga, que luego se reformó. Destaca en la ribera, como una suerte de gran barco blanco, y es el icono de la localidad. Actualmente se ha reconvertido en el restaurante Madre Auga y ello permite disfrutar de las estupendas vistas desde el interior o desde su terraza, mientras se degustan especialidades gallegas y portuguesas.

Cortegada, municipio enclavado en la comarca del Ribeiro, está muy cerca de la frontera con Portugal, apenas a unos diez kilómetros, y sus caminos atestiguan el intercambio cotidiano entre ambos territorios. Existen rutas más largas para conocer de cerca aldeas abandonadas, como las de A Barca —expropiada para hacer el embalse de Frieira— o la O Vao, pero para acercarse al mirador del Coto da Pena el camino es sencillo y asequible.

La ruta puede partir del histórico balneario, en cuya explanada exterior también hay una fuente termal, y tras recorrer un agradable sendero de apenas un kilómetro, que discurre en paralelo al río, se llega al mirador. Esta estructura se terminó de construir a finales del 2014. La hizo la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil y la pasarela se acomoda al macizo granítico en el que se apoya. Otra opción, llegando en coche, es bajar por el moderno balneario —otra edificación con agradables vistas sobre el río— e iniciar el camino desde un merendero próximo.

Comer, pasear, disfrutar del paisaje caminando o desde lo alto del mirador y tras descubrir este trocito de la ribera del Miño, lo mejor es un baño termal. Las propiedades de las aguas de Cortegada se conocen ya desde el siglo XV y el lugar recibió el apelativo de Cortegada de Baños. Son aguas sulfuradas, bicarbonatadas, fluoradas y templadas a 26 grados centígrados, indicadas para afecciones del hígado, de la piel o para el aparato digestivo.

Los manantiales termales obtuvieron la declaración de utilidad pública en 1982. Uno de ellos quedó anegado con la construcción de la presa de Frieira, río abajo, y el actual balneario capta sus aguas del manantial con un sondeo de seis metros de profundidad. Un baño en este moderno balneario es la mejor manera de terminar una jornada relajante en la naturaleza, contemplando las tranquilas aguas del Miño en esta zona, respirando entre bosques frondosos de pinos, robles o castaños. Y aunque de pequeño tamaño, el pueblo de Cortegada también merece una visita pues contiene unos cuantos edificios históricos, financiados por el indiano Guillermo Álvarez, que tienen interés.