La primera vez que La Voz habló de estar de Rodríguez: «¡Alerta: salen de conquista!»

SOCIEDAD

Una escena de la película El cálido verano del señor Rodríguez, protagonizada por José Luis López Vázquez en 1965
Una escena de la película El cálido verano del señor Rodríguez, protagonizada por José Luis López Vázquez en 1965

Fueron un clásico de los veranos de otros tiempos, de recuerdos en blanco y negro y con aroma a Varon Dandy. Luego, los Rodríguez pasaron al olvido y en los últimos años han regresado de la mano de crónicas nostálgicas que atribuyen su apelativo a «El cálido verano del señor Rodríguez» una película española de 1965. Pero va a ser que no: en 1951 ya hablaba de ellos una divertida información de La Voz

16 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Muchos piensan que son unos pillastres tremendos y que se aprovechan de la ausencia de la esposa y de la madre política para correr las grandes juergas veraniegas». En plena canícula de julio de 1951 (sí, entonces el periódico también hablaba de calor extremo y de pertinaz sequía), La Voz definía así a los Rodríguez, esos personajes con cara de señor de bigote de los chistes de Mingote (Umbral dixit) que, según apuntaba entonces nuestro diario, eran protagonistas habituales «de juguetes cómicos y de vodeviles baratos». La película de José Luis López Vázquez dirigida por Pedro Lazaga sería, pues, solo otra vuelca de tuerca que ya había apretado antes Alberto Closas en Solteros de verano (1961): ¡Alerta, salen de conquista!», era el reclamo de este otro filme tan mal envejecido.

En realidad, y pese al tono chistoso que empleaba el periodista, aquella crónica de La Voz de comienzos de los cincuenta destilaba un cierto aire de tristeza y conmiseración por todos esos hombres que se habían quedado solos en la ciudad mientras el resto de la familia disfrutaba de unas vacaciones en el pueblo (los que más) o en un apartamentito frente al mar. «Tienen que buscar restaurantes baratos donde comen poco y mal. Sus amistades se han ido y vagan desconsolados por calles y plazas. Las mudas no están a punto ni los trajes planchados...». Y, por si quedase alguna duda, el articulista concluía así: «La libertad es bella cuando se desea, pero cuando se padece se anhela volver al yugo familiar». Si alguien necesita datos sobre la evolución de la sociedad española en el último medio siglo, que se deje de estadísticas y eche un vistazo a esta pieza que puede encontrar en nuestro archivo hemerográfico. O a anuncios como el de una enciclopedia «bajo supervisión religiosa» sobre «Vida sexual y conyugal» que prometía de regalo «un libro de risa: ‘Nuevas historias de los Rodríguez'»; y, desde luego, a las ofertas de restaurantes con menús baratos «para los Rodríguez», de lunes a sábado, que aparecían en el periódico.

Un detalle del artículo de La Voz, de julio de 1951, en la que por primera vez el periódico hablaba de los Rodríguez
Un detalle del artículo de La Voz, de julio de 1951, en la que por primera vez el periódico hablaba de los Rodríguez lvg

Porque claro, el domingo era el día en que muchos de estos solitarios felices se reunían con su prole: en agosto de 1988, y pese a que los Rodríguez ya iban a menos (su acta de defunción la firmaría nuestro compañero César Casal en un reportaje de 1991), La Voz informaba de los grandes atascos en los accesos a poblaciones costeras gallegas. «Son los Rodríguez, que acuden a los lugares de descanso de sus familias después de una semana de trabajo», explicaba la periodista. Eran, como decimos, tiempos en que estos solitarios del asfalto ya escaseaban. Lo decía una encuesta del Instituto Gallup sobre las nuevas tendencias del veraneo de los españoles y también un artículo estival publicado esos días en La Voz por ¡Mayra Gómez-Kemp!, que calificaba a los Rodríguez como «especie en vías de extinción». En las discotecas sonaba entonces aquello de «el vídeo mató a la estrella de la radio» y Sony anunciaba en el periódico su modelo Betamax «para hacer más llevadera la soledad a los Rodríguez». Como el sistema Beta, y el propio video, la muerte simbólica de estos personajes estaba cantada. O casi. Aún quedaba tiempo para que Calamaro bautizase como Los Rodríguez al grupo que fundó con Ariel Rot en la etapa post-Tequila. El argentino, residiendo en España mientras su familia seguía al otro lado del Atlántico, quedó seducido por la expresión y decidió usarla cuando lanzaron su primer album, Buena suerte.

Con muy poca, pobres, deambulaban ya por las calles los últimos Rodríguez.

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