Lo escribe Ortega en Conversación en el golf. Diderot afirma que la moralidad consiste en una serie de inmoralidades profesionales. «El obispo vende sus bulas y hace bien. El comerciante engaña al parroquiano y hace perfectamente. La inmoralidad comenzaría cuando el comerciante vendiese bulas y el obispo se corriese en el peso. Al intelectual le parece inmoral el político porque sus palabras son inexactas, insinceras y contradictorias». Ortega, siempre elitista, sitúa estas palabras en un club de golf. Un lugar para jugar. Eso que a él tanto le gustaba hacer con las ideas.
Tolerancia y dimisión
Tolerancia es palabra de moda. Muchos la tienen en la boca y pocos en la práctica. Pero nunca deberíamos olvidar una sentencia de Nicolás Gómez Davila que puede leerse en Sucesivos escolios a un texto implícito. «La tolerancia ilimitada es una forma hipócrita de dimitir».
Dios y el tabernero
El tabernero era un hombre creyente y bondadoso. Pero los clientes consumían y se iban sin pagar. Hasta que puso en la taberna bien visible un gran letrero. El letrero decía: nosotros confiamos plenamente en Dios. Pero todos los demás deben de pagar al contado.
Identidad y territorio
Nos lo dejó dicho Bertolucci. Hay que conseguir y mantener un territorio propio. Algo así como una matria donde vivir y una patria donde morir. Pero sobre todo un lugar en el que uno pueda existir sin dejar de ser él mismo que es. Y solo nos falta dar las gracias a Dios porque ese territorio haya sido Galicia.
Contra la fugacidad y el olvido
Lo dejó escrito Stefan Zweig. «Los libros solo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos del reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido». Algo que nunca podrá conseguir la pantalla de un televisor.
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