Carmen Montero y Marta Veleiro, dos directoras al frente de dos de los colegios más emblemáticos de la ciudad

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

PADRÓN

XOAN A. SOLER

Los dos centros de la capital suman más de un millar de alumnos; afirman estas profesionales que la educación ha avanzado mucho en las últimas décadas

29 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Inaugurado en 1849 con el real decreto de la escuela normal superior de la universidad literaria de Santiago, no fue hasta 2021 cuado el colegio López Ferreiro contó con su primera directora mujer. María del Carmen Montero Chacón asumió la responsabilidad de un centro público, el más antiguo de la ciudad, en sus inicios ubicado en el actual Rectorado, «e co Obradoiro como patio do recreo», cuenta Montero. De ahí pasó al Burgo das Nacións y fue en la década de los 70 cuando se trasladó a su actual sede en Xoán XIII, al ser la escuela aneja de Magisterio. A su lado, Marta Veleiro Rodríguez recuerda los orígenes del centro público más grande de la capital gallega, el Pío XII, que durante muchos años se conoció como «o colexio fantasma». Este sobrenombre se debe a que aunque tiene muchos años de historia hasta 1985 no contó con edificio propio, por lo que los alumnos pululaban por diversas sedes, como el Rosalía o el Seminario.

En este caso sí hubo una larga trayectoria de mujeres al frente. Fue Rosa Quintas la primera directora del centro en su actual ubicación, tras la que continuó su labor Carmen María, pero ya antes habían estado Carmen Rodríguez Cadarso y Carmen Cabezas. Hacía muchos años, sin embargo, que otra profesora no cogía el testigo de un colegio que cuenta con más de 640 estudiantes y medio centenar de profesores.

Esto ocurre en un ámbito, el educativo, en donde las docentes son inmensa mayoría. También van ganando peso en las juntas directivas, pero lo han hecho de forma más gradual. Carmen y Marta analizan esta circunstancia. Para la primera se debe a una traslación de lo que ocurre en términos generales en la sociedad, «é moitísima responsabilidade e as mulleres tivemos, e temos, a responsabilidade tamén nas nosas casas, polo que tes que ordenar as túas prioridades. Tamén existe un certo paternalismo, non cres?», sugiere. 

El peso de la responsabilidad

«Penso que moitas veces non nos sentiamos capaces, o que non quere dicir que non o foramos», añade Marta. Ninguna de las dos cree que haya discriminación en un ámbito, el de la educación pública, en el que los méritos se evalúan de forma objetiva. Marta, de hecho, asegura que quien más la animó fue su predecesor, Xosé Manuel Casaleiro, tras formar parte del equipo directivo durante cinco años como jefa de estudios. En el caso de Carmen, primero fue designada por la inspección educativa al no haber ningún candidato, pero después presentó un proyecto para mantener la dirección contando con el apoyo de todos sus compañeros. 

Implicación de las familias

Ambas acumulan experiencia y años de docencia. Ambas han echado de menos las clases cuando asumieron su cargo. Ambas admiten que una dirección entraña una enorme responsabilidad, «temos máis de 400 alumnos, 34 profesores, hai que facer un tetris porque ademais participamos en moitísimos programas e temos moitas actividades», explica María del Carmen. «Implica moita carga burocrática, pero para min por enriba de todo está a responsabilidade», añade Marta.

Son muchas las voces que aseguran que el sistema educativo se resiente en los últimos años. Problemas con las familias, con el alumnado... Lo cierto es que ninguna de estas dos directoras lo ve así. En primer lugar ambas aseguran que la relación con los progenitores es muy buena y cada vez se implican más, «eu observo que están sendo cada vez máis participativas», explica la responsable del López Ferreiro, una realidad que constata Marta, «a implicación das familias é moi grande, pode haber un problema puntual porque son 644 alumnos pero colaboran moitísimo».

Tampoco es mejor la educación de antes, insisten. Carmen empezó como profesora en el año 86 y Marta en el 97, así que ambas saben de lo que hablan. Más recursos, «antes era impensable solicitar un ascensor», especialistas desde la etapa de infantil, «agora teñen a profesores de inglés, música, antes ata a segunda etapa so tiñan ao seu titor, iso foi un gran avance», señala Veleiro. 

Nunca darse por satisfechos

Todo es mejorable, y los recursos nunca son suficientes. «Nunca nos podemos dar por satisfeitas», explican estas dos mujeres que defienden la enseñanza pública como un ejemplo de diversidad e inclusión en las aulas. Buena muestra de ello es el más de millar de alumnos que acuden todos los días a estos dos centros, reivindicando así el valor de la educación pública como motor de igualdad.