El colegio Dubra revolucionó Negreira

cristóbal ramírez SANTIAGO / LA VOZ

NEGREIRA

En noviembre del 2018, aquellos exalumnos hoy todos en la cincuentena o alguno pasados los sesenta, se reunieron en Negreira a recordar los viejos e ilusionantes tiempos
En noviembre del 2018, aquellos exalumnos hoy todos en la cincuentena o alguno pasados los sesenta, se reunieron en Negreira a recordar los viejos e ilusionantes tiempos cedida

Unos padres con visión de futuro permitieron que sus hijas siguieran acudiendo a clases en vez de ponerlas a trabajar

21 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El Colegio Familiar Rural Dubra fue un revulsivo y no solo en Negreira, donde estaba, repartido el internado en tres pisos. Formaba parte de una cadena con presencia en toda España —no confundir con las Escuelas Familiares, las EFAs— con central en Valladolid, y de alguna manera respiraba bajo el paraguas de una organización de tipo católico pero muy liberal y que no imponía nada excepto una enseñanza humanista centrada en el alumno, algo entonces casi insólito.

Al igual que el resto de los centros de la organización, el CFR Dubra se orientaba a los hijos de los campesinos que, quizás de otra manera, no hubieran tenido la oportunidad de recibir una formación profesional.

En ese sentido, está sin estudiar seriamente su impacto en la sociedad rural empobrecida y subestimada cuando no despreciada de entonces de Negreira y A Baña, que era de donde procedía la mayor parte de los alumnos. E importante: y alumnas. En tiempos en los cuales las chicas acababan la EGB y se quedaban en casa fregando o se empleaban en trabajos sin cualificación alguna, la apuesta de aquellos padres por que sus hijas continuaran estudiando era valerosa. Nunca se lo agradecerán bastante.

El colegio se convirtió en un centro de agitación en aquellos años setenta, primero con Franco vivo y, sobre todo, con Franco muerto. Los profesores estaban en el punto de mira de la Guardia Civil, que se limitó a informar a sus superiores pero nunca intervino para nada. Y mientras Extensión Agraria —otro centro de agitación— estaba obligada a mantener un perfil bajo, tal limitación no existía en el CFR Dubra, donde había algo tan insólito como un cartel de libre expresión (con la condición de que los textos o dibujos tenían que ir firmados y ser respetuosos), reparto de las tareas domésticas entre los dos sexos, alguna charla de educación sexual (con mucha discreción, porque ahí el riesgo sí que era mucho) y actividades de lo más diverso en el exterior.

El colegio, además, era controlado por una junta de padres. Labradores y ganaderos, nadie tenía estudios superiores, y ante los intentos de algunos de que nada se moviera y se impartiera una enseñanza clásica («Que aprenda, e se non vostede déalle ben dado ata que aprenda») surgían las voces liberales del respetado Domingo Freire (un hombre de mentalidad abierta y con gran visión de futuro) y de Filomena Fraga (una mujer con alma de poeta y un libro publicado).

En noviembre del 2018, aquellos exalumnos hoy todos en la cincuentena o alguno pasados los sesenta, se reunieron en Negreira a recordar los viejos e ilusionantes tiempos en los que el entonces alcalde derribaba la escuela vieja casi aplastando a varios de ellos, o cuando uno se cortó de cierta gravedad, y no había médico por la noche y sus compañeros renunciaron a dormir y montaron guardia (pasaron a ser conocidos como “Los nocturnos”) vigilando el descanso y que se frenara aquella sangría y no tener que llevarlo al hospital de Galeras en condiciones muy poco recomendables por aquella carretera infernal.