Diego Rey, enfermo de esclerosis múltiple, y Esther Tubío: «Nos niegan la ayuda para adaptar la vivienda, lo vamos a pasar muy mal»

Margarita Mosteiro Miguel
marga mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Esther Tubío, en su casa en obras de adaptación para que Diego Rey, enfermo de esclerosis múltiple sin capacidad de movimiento, pueda vivir en ella
Esther Tubío, en su casa en obras de adaptación para que Diego Rey, enfermo de esclerosis múltiple sin capacidad de movimiento, pueda vivir en ella XOAN A. SOLER

Duro revés para la pareja tras una larga lucha para conseguir mejores condiciones de vida para él

14 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Diego Rey, enfermo de una variante agresiva de esclerosis múltiple, y su esposa, Esther Tubío, recibieron el pasado 27 de diciembre una noticia que no esperaban y que les supone un duro revés para su economía familiar tras una larga lucha para conseguir mejores condiciones de vida para él. «Nos llegó la notificación de que no tenemos derecho a la ayuda de la Xunta para la obra de rehabilitación de la casa», apunta Esther.

Más que un proyecto de restauración, lo que Esther y Diego plantearon es «la adaptación de la casa familiar a las necesidades de Diego, de hacer cambios para que su vida sea más fácil», explica ella, e insiste una y otra vez en que «no estoy pidiendo que hagan la casa gratis, no pido nada a lo que Diego no tenga derecho, pero lanzan ayudas que luego se quedan en papel mojado». La notificación oficial denegatoria fue un duro golpe: «Me dejó fatal a mí, pero lo peor es para Diego, se le nota deprimido».

Para hacer frente a las obras, el matrimonio pidió un crédito bancario de 40.000 euros, y «mi previsión era que nos dieran 15.000, lo que permitía bajar el crédito o hacer frente a otros gastos, pero ahora nos quedamos sin nada». La razón que alegan es que «se acabó el dinero», explica Esther. La línea de ayudas «se aprobó el 2 de junio y al día siguiente entraron en vigor, había de plazo para presentar las solicitudes hasta el 16 de julio. A mi gestor le dijeron el 3 de julio que todavía había recursos, y presentó con confianza la solicitud». Sin embargo, cuando Esther pidió explicaciones le dijeron que «en tres días se acabaron los recursos; es todo muy raro». En su opinión, «algo falla: aunque tengas los papeles preparados, es difícil presentarlos rápido, porque todos los años cambian algo en la norma, y es mucha documentación la que hay que entregar». Por si fuera poco, perdió todas las esperanzas de poder concurrir a la convocatoria del 2024, porque «uno de los requisitos es empezar la obra en el año de la ayuda; nosotros empezamos en el 2023, así que quedaríamos fuera de la del siguiente año».

El revés de quedarse sin la ayuda de rehabilitación les implicará un duro golpe, porque «más de la mitad de la pensión de Diego se va en pagar el crédito y el alquiler del piso al que nos vinimos para dejar la casa libre para las obras». Además, tendrán que pagar «el tratamiento de las termitas, que no sé si funcionará porque otra vecina del edificio se niega a hacerlo en su casa, pero a mí me obliga el Ayuntamiento a hacerlo».

Esther explica que «Diego cobra una pensión más alta porque tiene gran invalidez, si no sería imposible hacer las obras». Estas Navidades «no hubo comidas especiales, porque no se puede, ni siquiera puedo darle un capricho a la niña». A su hija, de 5 años de edad, «le hacía ilusión que tuviéramos un coche, porque ella quiere que su papá pueda venir con nosotras un día a la playa; iba a intentarlo, pero sin la ayuda es imposible. Lo vamos a pasar muy mal hasta que terminen la obra de la casa».

Ante esta situación Esther Tubío presentó un escrito ante el Valedor do Pobo, que ya fue admitido, «aunque seguramente no nos resuelva nada, pero quiero que vean que no somos tontos. Igual que yo habrá más gente». También tiene previsto presentar un recurso de alzada contra la decisión de la Xunta, pero «sin esperanzas». Tubío considera que «todo son trabas. Cualquier trámite, cualquier gestión es interminable. La Administración, todas las Administraciones, ponen mil trabas para que, por agotamiento, tires la toalla».

Esther llamó también a la puerta del IGVS con la pretensión de que les facilitaran una vivienda pública hasta que estuviera terminada la obra de su casa, plazo previsto para el próximo verano, pero le dijeron que «no tienen pisos». Ella y Diego no lo quería gratis, «pero sí podríamos tener una renta más baja, que nos permitiría ahorrar algo para hacer frente a otros gastos pendientes». La mujer insiste en que la Administración «no atiende como debería situaciones como las que estamos viviendo».