Ramón Soto: «En Conxo se defendía un tratamiento moral de las enfermedades mentales»

joel gómez SANTIAGO / LA VOZ

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XOAN A. SOLER

El doctor por la USC con una tesis sobre los primeros años del Hospital Psiquiátrico de Compostela destaca la alimentación del centro, que en los primeros años ingresó hasta 350 pacientes

15 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El Manicomio de Conxo, antecedente del actual Hospital Psiquiátrico de Santiago, abrió en 1885. Llegó a 100 pacientes en 1888, a 200 en 1889, a 300 en 1492, y en la década siguiente alcanzó un máximo de 350. Esos 18 años iniciales los investigó el filólogo Ramón Soto Méndez, que se doctoró en el programa de Historia de la Ciencia de la USC con una tesis sobre el pensamiento de la asistencia psiquiátrica en Galicia, basada en lo ocurrido en aquel centro asistencial.

El manicomio perteneció a la Iglesia hasta 1969, cuando lo adquirió la Diputación Provincial, y en 1993 se integró en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS). Ramón Soto resalta que «contó desde sus comienzos con un prestigioso equipo médico, que garantizaba que los tratamientos a los enfermos eran los acordes con los conocimientos médicos de aquella época. Destaca la labor del director, Timoteo Sánchez Freire, catedrático de la Facultad de Medicina, un reconocido humanista, preocupado por el trato a los enfermos, muy exigente con la higiene y la desinfección, en una época en la que la tuberculosis causaba grandes estragos. En sus primeros años como director llegó a renunciar a su sueldo para sanear las cuentas del manicomio, y contribuir a su viabilidad».

Otra figura relevante fue Juan Barcia Caballero, también catedrático de Medicina, quien ejerció de doctor de asistencia y subdirector del centro. «Considerado como el primer psiquiatra gallego, Barcia tenía ideas avanzadas. Se declaraba organicista. Entendía las enfermedades mentales como producto de una lesión o desorden cerebral. Distinguía las que tenían un origen genético de las que no, y aún en las primeras consideraba que, si bien no eran curables, un tratamiento adecuado del enfermo podía mejor la sintomatología en muchos casos. Confiaba en la farmacoterapia, pero afirmaba que era necesario esperar a nuevos avances y, entre tanto, defendía lo que se conocía como tratamiento moral de las enfermedades mentales, que incluía un trato humano del enfermo, evitar al máximo los medios de sujeción, buena alimentación, higiene, paseos, terapia ocupacional y entretenimiento», señala.

El resto del personal era muy variado. «Estaban además el médico interno, Vicente Goyanes; y trabajaban diez monjas de las Hijas de la Caridad, con una superiora, que se ocupaban de la parte de las mujeres. Había enfermeras y enfermeros, y otro personal, como jornaleros para trabajar la huerta, en los talleres de zapatería, carpintería, sastrería y otros, de portero o cochero. Era una plantilla muy completa», explica Soto.

La gran extensión de los terrenos del sanatorio permitía pasear, y ocupar una extensa zona con cultivo de legumbres y variedad de árboles frutales. Había granja, donde cuidaban vacas, cerdos, gallinas y otros animales. Producían así alimentos del centro: «La alimentación era muy buena, superior en cantidad y calidad a la habitual en aquella época en Galicia», destaca Ramón Soto.

Resalta asimismo la buena dotación del botiquín, que «contaba con una amplia variedad de medicamentos y productos para elaborar distintas formulaciones, para enfermedades mentales y otros males».

Su tesis la orientó el profesor y médico Fernando Ponte Hernando, quien reconoce el «enorme esfuerzo y rigor en el estudio de cartas de enfermos y médicos, de alcaldes, contratos de trabajo, adquisiciones, facturas y otros documentos conservados en los archivos de la Iglesia y que Ramón Soto estudió a fondo y por primera vez», subraya. Ponte refiere que «Sánchez Freire viajó por Europa para ver psiquiátricos y hospitales antes de poner en marcha el de Conxo, donde trabajaban con gran seriedad en aquella época».