A las mujeres también les gusta programar: una investigación demuestra la desigualdad en el grado de informática

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO

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MARCOS MÍGUEZ

Un estudio de la UOC constata que ellas acceden al grado con más formación previa, que tienen mejores notas y que eligen itinerarios más orientados al trato con las personas y la solución de problemas, mientras ellos eligen especializarse en hardware y también dirección

01 nov 2023 . Actualizado a las 09:53 h.

A los 6 años de edad, las mujeres empiezan a creer que son menos brillantes que sus compañeros. La creencias van haciendo mella a medida que pasan los años y cuando llega el momento de escoger carrera, las cifras son reveladoras. Apenas el 14 % de las matrículas en los grados de Informática son mujeres. 

La cifra es de sobra conocida, pero es también interesante si la carrera se desarrolla de manera distinta para ellos y para ellas. Y sí. Es así. Un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) revela que las diferencias están ahí incluso desde el acceso a la titulación: hay un porcentaje alto de alumnas (alrededor del 40 %) que llegan al grado de Informática con otra carrera ya terminada y alrededor de un 37 % lo hacen desde otra titulación. Es decir, más de la mitad de las mujeres que se deciden por este grado de la UOC ya vienen del ámbito universitario.

En cambio, «la vía de los ciclos formativos representa en los hombres alrededor del 30 % y la mayoría acceden desde ciclos relacionados con el ámbito de la informática y por lo tanto convalidan bastantes asignaturas del grado. Y las mujeres mucho menos» explica Elena Planas, investigadora del grupo SOM Research Lab de Internet Interdisciplinary Institute (IN3).

Aunque su estudio no se centra en las causas, sino en una panorámica de lo que ocurre en la carrera, sí que Planas cree que las cifras tan bajas de mujeres en las carreras ya vienen precedidas de un menor número de alumnas en el bachillerato técnico, por ejemplo. « lo que vamos viendo y declaran también otros estudios es que las mujeres mucho antes de acceder a la universidad ya escogen prioritariamente otras otras ramas», explica.

Las estadísticas también reflejan que el desempeño en los estudios suele ser ligeramente mejor entre las mujeres que entre los hombres. En este caso, advierte Elena Planas, las cifras hay que tomarlas con prudencia. «Sí que hay un ligero rendimiento mejor, pero tampoco es muy acentuado», aclara.

El estudio sí que constata que en el trabajo de fin de grado, que es un requisito indispensable para terminar la titulación «hay más estudiantes mujeres con matrícula de honor en relación a los hombres». Y además, la cantidad de suspensos que tienen las estudiantes es menor y la nota media es mayor.

Hay que analizar, sin embargo, el contexto para interpretar las cifras crudas: «Las mujeres cogen menos créditos por semestre» o lo que es lo mismo, se matriculan de menos asignaturas que sus compañeros varones lo que «a lo mejor esto les permite, pues también obtener un mejor rendimiento», aunque esa diferencia no es muy acusada, insiste la investigadora.

Es más, las mujeres obtienen mejores notas, especialmente en el itinerario más teórico, el de computación, y se gradúan un semestre antes que sus compañeros. Pero también hay que tener en cuenta que suelen tener más asignaturas convalidadas porque disponen de un mayor nivel de estudios previos que los estudiantes hombres.

 Precisamente, los itinerarios son también una cuestión en la que se ven claras diferencias entre hombres y mujeres. En los cinco de los que dispone la UOC se ve un claro matiz de género. Ellas son más proclives a inclinarse por una línea de estudios más centradas en las personas. «Hemos visto que las mujeres escogen más el itinerario de ingeniería del software, que está muy orientado al desarrollo de aplicaciones» o lo que es lo mismo, a que las máquinas y los ordenadores puedan resolver «los problemas de la sociedad que nos encontramos día a día». Es decir, buscar soluciones de software para hacerle más fácil la vida a las personas.

En cambio, la cifra de alumnas que se decantan por especializarse en hardware, en eso que Elena Planas ilustra como saber cómo funciona un ordenador por centro o hacer un procesador más rápido y más pequeño, es mucho mejor. 

¿Alguna hipótesis? Sí, aunque no es el objeto del estudio. Quizá pese el mandato social de que las mujeres deben cuidar. También en el ámbito de la informática. «Lo que equivaldría en una formación más sanitaria al tema de las curas, en este caso se orienta a obtener un resultado que las personas puedan beneficiarse», afirma Planas.

El itinerario que escogen mayoritariamente las mujeres que estudian informática está orientado a una mayor relación con el cliente, y a analizar más el problema y buscar soluciones «que tengan también un reporte más directo a la sociedad o por lo menos más palpable».

En cambio, y aunque también está muy orientado a personas, el itinerario sobre puestos directivos del grado en informática no atrae tanto a las estudiantes. «En este caso la proporción de hombres es mayor que la de mujeres». No es el más elegido y eso ha hecho pensar al grupo que ha realizado el estudio que los estereotipos de género estén jugando un papel fundamental a la hora de tomar decisiones sobre la especialización, como el que da a entender que los puestos de responsabilidad los ocupan mayoritariamente los hombres.

Es decir, el síndrome de la impostora podría estar jugando un papel en las decisiones sobre los estudios de las mujeres que eligen el ámbito de la informática y por eso ya no eligen este itinerario porque consideran que están menos preparadas. 

«Se espera que los hombres sean asertivos, competitivos, incluso agresivos, o que aspiren a interesarse por los objetos. De las mujeres se confía en que expresen de forma correcta sus emociones, que se interesen por las personas o que les guste ejercer los cuidados de otras personas en nuestra sociedad», añade el equipo que ha realizado el estudio.

El trabajo desarrollado por Julià Minguillón y María Jesús Marco-Galindo, del grupo EduSTEAM, Elena Planas, del SOM Research Lab, y Josep Maria Marco-Simó, viene a echar por tierra dos falsas creencias, que en parte son las que hacen que las mujeres no se decanten tanto por las carreras técnicas y científicas, las conocidas como STEAM: que están menos capacitadas para llevar adelante estos estudios. 

Sí, a las mujeres les gusta programar. «Programar es una manera de decir definir de forma estructurada un una resolución de un problema», explica Elena Planas, que enumera las capacidades que son necesarias para desarrollar esta labor, capacidades que son iguales en los hombres que en las mujeres: ser ordenado, sistemático y metódico. 

No hay que olvidar una cosa, y es que la primera programadora de la historia fue una mujer, Ada Lovelace, aunque sus progresos en este campo fueron invisibilizados por un hombre, su marido, recuerda Elena Planas.

Que las mujeres pueden y quieren programar lo demuestra el hecho de que precisamente, uno de los itinerarios que eligen las estudiantes es el de ingeniería de software, un ámbito en el que se ponen en práctica todas esas habilidades de programación. Y sin embargo, el estereotipo en el ámbito tecnológico sigue siendo masculino, el del programador un poco nerd obsesionado con los ordenadores, algo que buscan desterrar no ya solo desde el ámbito de la igualdad de género, sino desde la propia profesión. 

La clave es, según explica la investigadora Elena Planas, atraer vocaciones científicas de las mujeres «poder explicar como es la informática y que ellas también tienen un rol importante porque la tecnología la utilizamos todos». Es, de hecho, uno de los grandes retos de la inteligencia artificial y el desarrollo tecnológico: contar con equipos diversos para que los desarrollos cuenten con todas las perspectivas. «Es importante que las mujeres tengan un lugar en decidir cómo serán las aplicaciones del futuro».

«La brecha de género en estudios de ciencia y tecnología es un fenómeno complejo, cuyas raíces están relacionadas con una sociedad sustentada en valores ligados a los roles y estereotipos de género, transmitidos a través de un proceso de socialización diferente para los hombres y para las mujeres», explica Milagros Sáinz, investigadora líder del grupo de Género y TIC (GenTIC) del IN3.

Este estudio de la UOC muestra las diferencias observadas entre hombres y mujeres, pero no profundiza en las razones que llevan a unos y a otras a tomar sus decisiones, por lo que deja la puerta a futuras investigaciones centradas en las causas y consecuencias del panorama que dibuja el trabajo, que fue premiado en las Jornadas sobre la Enseñanza Universitaria de Informática (JENUI 2023).