Así son los medinfluencers, creadores de contenido sanitario: «Decidí empezar una contraofensiva contra los mensajes reduccionistas y poco científicos»

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO / LA VOZ

RED

El 44 % de los españoles hace búsquedas en internet cuando tiene algún síntoma y la visibilidad de los perfiles sobre salud se ha multiplicado desde la pandemia. ¿Cuál es su valor? Que no son prescriptores de producto, sino que aportan conocimiento

07 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Buenaventura del Charco Olea llevaba más de una década ejerciendo como psicólogo clínico cuando se dio cuenta del daño que se estaba haciendo con mensajes reduccionistas y poco científicos y decidió empezar una contraofensiva. Hoy tiene más de 50.000 seguidores en Instagram, un pódcast y está a punto de publicar su segundo libro. Pero no tiene redes personales y hace aproximadamente tres años, cuando comenzó este camino, no sabía mucho del mundo de los creadores de contenido. Simplemente quería lanzar un mensaje, que se condensa en el título de su primer libro: Hasta los cojones del pensamiento positivo. 

Buenaventura del Charco Olea es lo que se conoce como medinfluencers, profesionales del ámbito de la salud que usan sus redes para compartir contenidos, aportar conocimiento, luchar contra la desinformación y desmontar falsos mitos y creencias, como esa del que si quieres puedes y que hay que ser siempre la mejor versión de uno mismo. «A la consulta venía gente como con un sentimiento de culpabilidad muy grande cuando tenía problemas psicológicos. Tenía esta sensación de que eran personas tóxicas, o no suficientemente positivas», explica este psicólogo.

Las redes sociales han dejado de ser ventanas para el entretenimiento y la socialización y suponen ya una de las principales vías de acceso a la información, sobre todo entre la población más joven. El 44 % de los españoles hace búsquedas en internet cuando tiene algún síntoma y la pandemia ha reforzado la conducta «y ello ha podido hacer que ciertos perfiles se hayan popularizado más». Lo dice Silvia Martínez, profesora de ciencias de la información de la UOC. 

También la salud mental se ha convertido en una de las primeras preocupaciones de la población y una de las consecuencias de la crisis sanitaria. El contenido sobre salud mental se ha multiplicado en los últimos tiempos y no todo lo que circula por las redes es correcto. «Cuando hablamos de psicología estamos hablando de la parte más subjetiva e individual de las personas, con lo cual muchas veces es difícil poder poder dar recetas o postulados porque lo que le viene bien a una persona no le tiene por qué venir bien a otra». Del Charco Olea advierte del peligro que pueden generar «modas, como que todo el mundo tiene que meditar». 

Precisamente, ese es uno de los puntales de la reputación de la que gozan los medinfluencers: no son prescriptores de producto, sino que basan su actividad en aportar conocimiento, resalta Silvia Martínez. «No suelo dar herramientas ni suelo dar pautas, sino que suelo ayudar a la gente a que se haga ciertas preguntas o procuro hablarles de ciertos temas desde un enfoque alternativo», dice Buenaventura del Charco.

De hecho, en muchas ocasiones la labor de los medinfluencers es precisamente desmontar recomendaciones o afirmaciones que hacen otro tipo de perfiles no expertos. De todos modos, aclaran desde la UOC, que su principal labor sea aportar contenido de calidad no significa que las marcas no se fijen es este tipo de perfiles. «Al final, la creación de contenido es uno de los medios a través del que muchas marcas se están publicitando. El riesgo es hasta qué punto el contenido está condicionado por los patrocinios de esos creadores», alerta del Charco.

El de este psicólogo es un perfil que está libre de servidumbres, porque su principal vía de ingreso es su práctica clínica. Es, fundamentalmente un psicólogo sanitario. «Es lo que me permite que el mensaje sea más el que yo quiero dar y que no esté tan condicionado por por lo que funciona y lo que no» ni por el amarillismo o los temas candentes. Con excepciones, claro. Uno de sus posts que se viralizó hablaba de las rupturas tras publicarse la canción de Shakira con Bizarrap

Como su principal vía de ingresos es su gabinete psicológico, Buenaventura del Charco dedica un día a la semana a generar el contenido que posteriormente va subiendo otra persona, encargada de darle una imagen gráfica uniforme. Eso también lo desconecta de la última polémica o el hashtag de tendencia y permite lanzar un mensaje más claro. «Dedico todos los días un rato a responder a quienes me escriben», aclara.

«No es la típica comunicación, sino que como medinfluencer hablas de tu experiencia como usuario, o lo comparas con otro, pero siempre desde la objetividad, porque eso es lo importante de ellos: son influenciadores por sus conocimientos y actividad profesional, una objetividad que no les vincula a la marca», matiza Ana Jiménez-Zarco, profesora de Economía de la Universitat Oberta de Catalunya. 

Esta misma semana, Francia ha aprobado una ley que regula la actividad de los influencers, que, entre otras cuestiones, prohíbe la promoción de determinados bienes, servicios o causas, entre los que se incluyen los productos de salud, la medicina y la cirugía estética, que es básicamente la otra cara del mundo de los influencers. La ley también obligará a los prescriptores a señalar claramente cuando se trata de publicidad, para que el espectador sepa qué tipo de contenido está visualizando en cada momento. 

Es cierto que un perfil en redes sociales como el de Buenaventura del Charco «es una buena herramienta de márketing» y que le ha permitido tener por primera vez lista de espera para terapia. «Al final yo soy un influencer de pacotilla», dice entre risas, pero para él, más importante que el número de seguidores es el hecho de que plantea un mensaje alternativo a las corrientes dominantes y «la gente que me contacta por redes lo ha intentado con psicólogos del pensamiento positivo, que ven que no les funciona y que se acaban sintiendo muy frustrados y muy desesperados» y el enfoque diferente genera cierta expectativa de avance. 

El auge de los medinfluencers tiene que ver, además de con la pandemia, con la preocupación actual del cuidado y del bienestar mental. «Lo que hay es muchísima autoexigencia y de ser nuestra mejor versión, que en el fondo no tiene tanto que ver con la salud, sino que tiene que ver más con la inseguridad» y con que cuando seguimos las recomendaciones que se plantean a través de las redes «nos crea un sentimiento de falsa seguridad».

 Con esto, y con una sociedad cada vez más instalada «en que nos digan lo que tenemos que hacer». Ese falso sentimiento de seguridad es explotado también por la industria de la salud y del desarrollo humano: «Cuanto más inseguro te hago sentirte y más te hago sentir que tú no lo estás haciendo bien, más confiarás en mí, más me vas a comprar mi libro y más vas a buscar que yo te diga cuál es la manera correcta de hacerlo», ilustra del Charco Olea,. 

Después, está el tema de la culpa: «En el mundo de la psicología el peligro es que estamos culpabilizando a la gente por algo tan normal como sentirse mal cuando le pasan cosas malas». No deja de hablarse de gestión de la ira, control de la ansiedad... «La gente está perdiendo la capacidad de encontrar su propio camino y su propia forma de hacer las cosas».