Manuel Manquiña: «La sociedad ha cambiado y cosas que antes resultaban bien, hoy no pasarían el criterio social»

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Santi M. Amil

El artista compartirá escenario con Jazmín Abuín, Federico Pérez y Oswaldo Digón este domingo en Pontevedra

20 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel Manquiña se sube este sábado al escenario del Teatro Afundación de Vigo (20.30 horas) y mañana al del auditorio de Afundación de Pontevedra (19 h.) en una nueva edición de Noites de retranca. «Son catorce ya. Como les gusta decir a ellos, uno de los espectáculos más duraderos de Galicia. Para mí supone una emoción particular porque yo estuve en la primerísima edición que se estrenó en Ourense. Aquel cartel éramos Javier Veiga, Sergio Pazos y yo, y catorce años después volver, que estuvimos el otro día en Ourense y ahora a Vigo y Pontevedra... Estoy encantado porque desde entonces han pasado muchos monologuistas, muchas historias y siempre resultó bastante bien», remarca Manquiña.

—En esta ocasión, acompañado por Federico Pérez, Jazmín Abuín y Oswaldo Digón.

—Sí. Con Federico trabajé en Era visto! y también lo hice con Oswaldo, pero con Jazmín nunca. El otro día nos estrenamos en Ourense y resultó muy bien. Hacemos cuatro propuestas muy diferentes. Cada uno tiene un estilo de humor. Hemos respetado la media hora de duración, cosa que el público agradece para no agotarlo. Media hora resulta muy dinámico. Funcionó muy bien. La gente quedó muy contenta y nosotros también.

—Antes comentaba que estuvo en la primera edición, imagino que ha evolucionado lo que demanda el público.

—El público es bastante amable y generoso, hay que reconocerlo, y va muy predispuesto. Lo que sí es cierto es que la sociedad ha cambiado y cosas que antes resultaban bien, hoy no pasarían el criterio social. Los tiempos cambian y los humoristas nos adaptamos. Hay mucha literatura sobre los límites del humor, no es una cosa de estos tiempos, sino que los humoristas le llevan dando vueltas al mismo tema desde hace muchos años. Las sociedades cambian y el tipo de humor cambia con ellas.

—Es curioso que cada vez que se habla con un humorista surge el tema del límite del humor, algo que no ocurre, creo yo, con otras profesiones artísticas.

—Bueno, bueno. Cuidado que ahora hay moralistas que cuestionan el sexo y la evidencia en el arte, hay quien luego le parece cosificación, hay quien considera que cuadros de artistas como Picasso o, incluso, el David de Miguel Ángel... Siempre hay polémica en torno al arte y el humor no es una excepción. Además, el humor funciona como una catarsis social. Lo que en un momento te hace reír, en otro puede ser provocador. Creo que el límite lo marca el propio espectador. Es un contrato entre el humorista y el espectador, que tiene un 70 % a favor y nosotros un 30 %. El que quiera acapara más se la juega.

—Un juez vería ahí una cláusula abusiva, ¿no?

—Sí, pero por ahí va la cosa. No es un fifty-fifty. No me parece mal porque eso te obliga también a agudizar el ingenio. No es decir hago cualquier cosa y todo se ampara en la libertad de expresión. No. Resulta que hay límites.

—Viene de un año en la que una película en la que participó, «O home e o can», ha sido todo un éxito. ¿Se lo esperaba?

—Hasta que la vi montada, no. Me parecía que iba a ser una película sencilla, pero fue creciendo con la exhibición en salas y en festivales. La verdad es que fue un resultado muy agradable.

—¿Es complicado cambiar de registro?

—No. El drama es más sencillo para mí como actor. La comedia tiene mucha dificultad. El drama es más formal, más serio, pero la gente tiene una predisposición al drama. Me parece que la comedia necesita un esfuerzo intelectual más grande, pero puede haber quien opine lo contrario.

—En mi opinión, es más fácil hacer llorar que hacer reír.

—Es que hay una predisposición hacia el sentimentalismo en la sociedad. Está instalado desde hace años culturalmente que facilita ese resultado, pero es mi criterio.

—Y si le pregunto por sus otros proyectos en ciernes.

—Tengo seis actuaciones de una obra de teatro, Todo nunha noite. La programación de teatro es muy irregular, lo mismo hacemos diez pases en una temporada que hacemos seis a la siguiente. Tengo que empezar también una película aquí en Galicia en marzo, pero no quiero hablar de ella porque esto ya corresponde más a la productora y al director.