Teresa Abelleira se agiganta en Pontevedra: «Acabamos de abrir una puerta a un montón de niñas»

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Cientos de vecinos arropan a la campeona del mundo en su regreso a casa. Tuvo dos actos, uno en la Federación Galega y otro, organizado por el Concello en el Pazo de Mugartegui

25 ago 2023 . Actualizado a las 10:34 h.

Con una sonrisa tímida y abrumada por las muestras de cariño de cientos de pontevedreses, Teresa Abelleira entraba en el Pazo de Mugartegui de Pontevedra, a escasos metros de la panadería que forjaron sus abuelos, para brindar su triunfo a la ciudad. Escoltada por la policía, que le abría camino, y por su madre, Teté, y su hermana, Iria, la campeona del mundo saludaba a sus vecinos. Lo hacía después de haber pasado por la sede de la Federación Galega de Fútbol, donde un puñado de futbolistas y representantes de clubes femeninos la esperaban en un salón de actos que ya lleva su nombre. A ellas, y a las que abrieron camino, le dedicó sus primeras palabras. «Acabamos de abrir una puerta a un montón de niñas. Lo más importante es ver sus caras en estos momentos», señaló Abelleira, con la camiseta de la selección y la medalla de campeona del mundo al cuello. Los más pequeños la miraban con orgullo. Con la misma mirada que Chicha y Tomás Abelleira tenían ayer para su nieta. Ella, que se fundió en ese abrazo que tantas ganas tenía la abuela de darle, se atrevió a bromear con ellos. «Anda abuelo, ya has aprendido a posar», decía entre risas antes de que comenzase un acto en el que el presidente de la FGF, Rafael Louzán, le regaló una camiseta de la selección gallega «como la que luciste tantas veces».

Teresa, al igual que hizo una hora después con el alcalde, lo obsequió con la roja de la selección nacional. «Mi experiencia en la selección gallega fue de las más bonitas que tuve. Con esto de hoy ya no tengo palabras. Que las niñas entren y vean la cara de una futbolista ayuda a abrir puertas», insistió Abelleira, entre gritos de «Teresa, Teresa» y algún «Viva España». Eso sí, la que le regaló a Louzán ya llevaba la primera de las muchas estrellas que quedan por bordar.

Tras este baño de masas, tocaba otro de multitudes. El Pazo de Mugartegui le esperaba con un acto público en el que los niños querían hacerse una foto con ella o que les firmase las camisetas. Si su primera parada fue emotiva, esta redobló emociones. A sus vecinos se unieron muchos amigos y buena parte de una familia que en Pontevedra son una piña. Cuando consiguió traspasar el tumulto que coreaba «campeona del mundo», repartió besos y muchos abrazos a toda esa gente que echó de menos desde Australia y con los que le toca ahora celebrar el título. El alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, acompañado de la concejala de Deportes, Anabel Gulías, y de representantes socialistas, apenas podía hablar. La calle quería ver a Teresa en el balcón de las grandes citas y mientras el regidor habló en nombre de toda una ciudad «orgullosa», los pontevedreses gritaban su nombre desde la plaza. «No me lo creo, estoy flipando. En realidad aún no era muy consciente de lo que habíamos hecho», decía la campeona del mundo al empezar a hablar.

Agradeció a sus padres y hermanos haberla acompañado en Australia, pero también se siente en deuda con los que la animaron desde Pontevedra. «Gracias por lo que me queréis y por haberme apoyado siempre en este deporte», recalcó Abelleira, que resaltó lo impresionante del recibimiento: «Es increíble recibir este apoyo en la otra punta del planeta».

Enloqueció a los vecinos

Tras las palabras en la recepción, Teresa se asomó al balcón del Pazo de Mugartegui para hacer enloquecer a los pontevedreses que la aplaudían en la plaza de la Pedreira. «Pontevedra es campeona del mundo y hay que celebrarlo», gritó Abelleira a sus vecinos para hacer estallar la plaza. Su madre, desde una de las ventanas de la sala, reflexionaba entre lágrimas: «Qué pasada, qué bonito».

Ahora le tocará asimilar lo que ha vivido antes de que vuelva a incorporarse a la disciplina del Real Madrid. Con la perspectiva que da el tiempo, la campeona del mundo comenzará a comprender la dimensión de esa estrella que luce ya en su camiseta de la selección.

Toca asumir que Teresa se ha convertido en un gigante. «Las deportistas como tú hacen que se multipliquen las licencias. Solo en Galicia hay 12.000 niñas jugando al fútbol», comentó un orgulloso Louzán, que ayer calificó de «error» los actos de Luis Rubiales y estará hoy en la asamblea extraordinaria de Madrid. Pontevedra la ha impulsado a convertirse en eso. «Yo sé que la sociedad española está preocupada, pero conseguir esto es algo increíble. Y ahora se le está dando una magnitud más grande que al éxito. Lo que haya que discutir, lo haremos», apuntó el presidente de la Federación Galega de Fútbol. Algo más crítico fue el alcalde, que sí condenó la actitud de Rubiales. Teresa Abelleira, sin embargo, zanjó la polémica argumentando ahora que son otros los que tienen que decidir. «Yo estoy súper feliz y acabo de llegar para disfrutar con mi familia», señaló tras recibir más cariño del que nunca pensó que le mostraría su Pontevedra. «Ha sido muy emotivo, ver la cara de los niños y las niñas es algo precioso. Estoy agradecida a las futbolistas que crecieron sin tener recursos y quiero que las que vengan, se atrevan a soñar», exclamó con la satisfacción de haber cumplido el suyo.